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Selfie paparente Gorafe

Vuelo en parapente por el desierto de Gorafe (Granada)

El altiplano de Granada a vista de halcón

Actualizado: 10/05/2021

"Todos los problemas se quedan abajo. Cuando estás volando te abstraes de todo, incluso de ti mismo". Neftalí Bustamante, piloto e instructor de parapente describe así algunas de las sensaciones de volar en esta modalidad.
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El juego de la gravedad y el viento a 1.500 metros de altitud. Aquí arriba solo se escucha el silencio y las corrientes de aire se sienten como en ningún otro lugar cuand entre el suelo y tú solo hay una vela, paracaídas o parapente de por medio. Buscamos las bolsas de aire caliente y las corrientes en el cielo para avanzar cerca de las nubes que guían el itinerario del piloto como señales en un mapa de tres dimensiones. "Es como sumergirte en una burbuja al margen de todo el mundo", añade Bustamante, propietario de la empresa y escuela de vuelos Andaventur, además de una de las personas que, junto con el Patronato de Turismo de Granada, se han empeñado en dar vida a una de las zonas más desiertas y olvidadas de toda Andalucía. Volamos sobre el Geoparque de Granada.

Cerro Jabalcón Gorafe
El cerro Jabalcón cuenta con zonas de despegue de parapente en todos los puntos cardinales.

Al norte de la provincia, más allá de Guadix, se conforma un altiplano que los geólogos veneran y los fanáticos de la adrenalina, también. Estamos en lo alto del cerro Jabalcón, una mole calcárea que se alza en solitario a 1.492 metros de altitud sobre esta llanura cambiante como una isla en un océano de cárcavas o badlands, grietas y cañones, entre campos de olivos, almendros y miles de cuevas habitadas desde hace cientos de años. En la lejanía contemplamos Sierra Nevada además de otras serranías como la de Baza, la de Las Villas, Huétor, Mágina, Cazorla y Segura, que aprisionan esta antigua cuenca endorreica, hoy situada entre las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar.

Despegue paparente Gorafe
Durante los preparativos del despegue se extreman las medidas de seguridad.

Este territorio semidesértico (4.722 km2) cuenta con el distintivo de Geoparque desde 2020, aunque la erosión lo lleva forjando desde hace millones de años. Justo aquí se concentraba un inmenso lago que durante el último medio millón de años se ha ido drenando a través de los distintos valles fluviales, que aún hoy podemos divisar, en este paisaje cincelado de margas y arcillas de incontables formas y texturas. Como vestigios de estos sedimentos del Cuaternario aparecen gargantas y valles, farallones rocosos, ramblas y barrancos, colinas y crestas que alcanzan su auge en el desierto de Gorafe, ubicado junto a las aguas turquesas del embalse de Negratín. Volvamos a las alturas para contemplarlo.

Selfie paparente Gorafe
Durante el vuelo se experimentan sensaciones que dejan los problemas a ras de suelo.

Jornada de vuelo

"Nosotros volamos con cualquier tipo de personas, siempre y cuando tengan ganas de volar", comenta Neftalí Bustamante, mientras partimos en coche desde el pueblo de Zújar hacia la cima del Jabalcón. "Volamos con niños desde muy temprana edad. Yo lo hago con mi hija que tiene cuatro años". El piloto explica que lo importante es que sean ellos quienes demanden la actividad y no los padres los que "obliguen a hacerlo". Hablamos de vuelos en tándem, de dos personas en los que una de ellas es el experto volador y el otro el pasajero.

Embalse Negratín
Las aguas turquesas del embalse de Negratín se encuentran entre el desierto de Gorafe y el cerro Jabalcón.

La empresa Andaventur tiene su sede en este cerro como el 'Club de Vuelo Libre Jabalcón', al que está afiliada. Llevan a cabo diferentes tipos de vuelos, según la experiencia y nivel de adrenalina de cada uno. El básico o de Descubrimiento (80 euros), es para neófitos en el aire que quieran planear durante 20 minutos; en el XL, o siguiente nivel, implica una experiencia de en torno a 30 minutos (100 euros); mientras que el Emociones (120 euros), lleva su nombre porque en él se llevan a cabo figuras acrobáticas en una sesión de más de media hora donde el pasajero puede, además, pilotar el parapente. Incluye un reportaje fotográfico para recordarlo todo (120 euros). Si a alguien todo esto le sabe a poco, siempre puede volar en solitario después del curso de cinco días que aquí también se oferta.

Además de esta modalidad aérea, que se desarrolla únicamente con un paracaídas especial para dos personas, Bustamante realiza vuelos en paratrike sobre el altiplano. Este es un vehículo biplaza con ruedas y un parapente para volar. "La ventaja es que, al contar con un motor, podemos despegar desde cualquier punto", explica el piloto. "Es más bien turismo aéreo", añade, "en el parapente hay más adrenalina".

Neftalí Bustamante Andaventur
Neftalí Bustamante es piloto y dueño de la empresa Andaventur.

Lanzarse al vacío

Una vez en la cima del cerro, Bustamante y su equipo empiezan con los preparativos mientras continúa con las explicaciones. Para volar, las condiciones han de ser "óptimas", como dice el parapentista. Eso quiere decir que no debe haber mucho viento ni muy poco. El sol es bien recibido en esta práctica, mucho más que la lluvia, que la vuelve peligrosa. Las nubes ayudan a leer los trazos del viento en el cielo y los nervios, si aparecen, lo harán en estos momentos previos. Luego todo se difumina en el cielo. Marearse un poco también es una posibilidad, sobre todo en vuelos largos.

Parapente volando Gorafe
Las masas de aire caliente elevan el parapente.

Hay que estar pendiente porque en cualquier instante puede cambiar el viento. Será entonces el momento de iniciar el despegue o de retrasarlo. Sin embargo, el cerro Jabalcón tiene fama de ser uno de los lugares más privilegiados para esta práctica. No solo por las vistas en 360 grados de todo el altiplano, por su aislamiento o su altitud, sino porque cuenta con zonas de despegue en todos los puntos cardinales.

"Importante: no dejes de correr", enfatiza el piloto en los momentos previos al despegue. Casco y arnés preparado y parapente abierto. Solo falta avanzar por la ladera, precipitarse hacia el vacío y empezar a volar. En ese instante, uno se sienta cómodamente en el asiento, delante del piloto y se pierde el concepto de la gravedad para dejarse llevar. El experto juega con el viento utilizando sus alas de nylon para ascender sobre el cerro al localizar focos de calor o maniobrar con agilidad para cambiar de dirección. "La velocidad del parapente alcanza los 40 km/h", añade Bustamante mientras se interesa por las sensaciones del pasajero. "El primer vuelo es 'muy' fundamental disfrutarlo al máximo", sostiene.

Parapente cerro Jabalcón
El cerro Jabalcón se eleva 1.492 metros sobre el altiplano.

Planeamos en un suave descenso sobre el embalse de Negratín, de forma retorcida en los límites de las espectaculares badlands de Gorafe. Ante nosotros se despliega este mapa rocoso y estrujado donde contrasta el paisaje desértico con las aguas brillantes de la presa, volviendo aún más espectacular un vuelo que siempre se suele volver corto una vez se aterriza.

Aterrizaje paparente Gorafe
El aterrizaje merece la misma cautela que el despegue.
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