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La subida desde Granada a la estación de esquí de Sierra Nevada es ya un aviso a navegantes de que la cordillera es puro deporte. Decenas de ciclistas suben y bajan por esa carretera, con unas pendientes que no están al alcance de cualquiera. Ciclistas aficionados pero con muchos kilómetros –y cuestas– en las piernas comparten asfalto con equipos profesionales que, alojados en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, preparan las grandes rondas ciclistas. Se trata de ciclismo de carretera.
En Pradollano, lugar de aparcamiento y de compra de los tickets que dan acceso a los remontes, las monturas de dos ruedas dejan la finura de la carretera y se convierten en robustas bicicletas de montaña, claramente de gama alta. Y sus dueños ya no llevan un maillot. Todos, o casi, visten protecciones que los convierten en jugadores de fútbol americano sobre ruedas. Y mejor así. Las pistas que esperan arriba son divertidas pero no amables.
De todas maneras, el paisanaje no es estrictamente de aguerridos jóvenes dispuestos a dejarse caer cuesta abajo a toda velocidad. La familia Yelo sale a primera hora del sábado 18 de julio, primer día de apertura de remontes en la estación, pertrechados para dormir en el Refugio de La Caldera. Es un grupo de cuatro, una pareja y sus sobrinos, un niño y una niña de 12 y 11 años, que tras montarse en el telecabina y el telesilla, se enfrentan a una caminata por la sierra de un par de horas hasta su destino. Es su primera vez, cuenta el chaval que "lleva años esperando este momento". Es el regalo de sus tíos por su cumpleaños. En Pradollano, lugar habitual de aparcamiento estamos a 2.078 metros de altura. El objetivo de la familia Yelo, el Refugio de La Caldera, está a 3.050 metros de altitud.
Mientras la familia Yelo y otras organizan su jornada de trekking o solo de paseo por alta montaña hasta donde el cuerpo aguante, alrededor de la taquilla donde se compran los billetes para el telecabina pululan desde su apertura decenas de ciclistas equipados para el ciclismo extremo. Ya por la parte urbana suben y bajan escaleras, ansiosos de lo que llegará en un rato. Básicamente, dejarse caer a todo lo que la fuerza de sus brazos y piernas y su equilibrio les permita. Eduardo es uno de esos jóvenes.
El bike park de Sierra Nevada está formado por cuatro circuitos: Río, de 3,9 kilómetros de longitud y 545 de desnivel; Maribel, con 3,7 kilómetros de descenso; y Veleta, con algo más de 2 kilómetros de recorrido y 235 de desnivel. Finalmente, Fuente Alta, un circuito más largo y menos complejo, de 8,6 kilómetros con solo 125 metros de desnivel. Eduardo debe rondar los 20 años y conoce ya bien todas las pistas. No hay recuento oficial de tiempos de bajada en la estación pero el informal lo señala a él como uno de los más rápidos. "El año pasado bajé el Río en seis minutos", dice Eduardo, "tardé bastante menos en bajar con la bicicleta que en subir en el telecabina", cuenta entre risas.
A unos metros de Eduardo, Mario y Sergio, algo mayores que él, recuerdan que el Río, por ejemplo, no es apto para los no iniciados. "Hay algunas zonas que se te pueden atravesar porque son auténticas paredes hacia abajo y requieren un técnica y experiencias mínimas, si no cuentas con eso, pueden ser peligrosas", concluyen. Mario y Sergio clasifican tres de las cuatro pistas ciclistas para quienes vengan por primera vez: "El Río, difícil; Maribel, divertida y Veleta, la más asequible".
El bike park consiste en pistas tuneadas y diseñadas para que el ciclista produzca toda la adrenalina de la que disponga. Además, aquí y allá se han instalado algunas estructuras de maderas para saltos que la mayoría aprovecha. Los menos experimentados, sencillamente, pasan por el lateral. Los ciclistas pueden, además, usar los senderos de los caminantes pero ahí están obligados a respetar la convivencia. El bike park en cambio es de ellos y, aunque no hay confusión, es el posible caminante el que debe tener precaución. Un mínimo de atención de estos últimos es suficiente para no entrometerse en el camino de quienes bajan a toda velocidad.
El ciclismo, extremo o de montaña a secas, no es el único deporte de la estación, que en esta campaña de verano ha optado por el lema "Pura Montaña". Caminantes y corredores comparten escenario con ciclistas, aquí la diversidad es total. La sierra está ocupada por familias, trekkers experimentados, gente que hace travesías de varios días, parejas, amigos o por grupos de gente tranquila que gusta de caminar al viento fresco que no falta en Sierra Nevada.
Sin embargo, el sol da fuerte y por ello es necesario protegerse con gorra, crema solar y la correspondiente botella de agua. La temperatura, sin embargo, queda aminorada por la brisa. Las rutas que pueden hacerse a pie son muy variadas y con distintos puntos de partida. Se puede arrancar el camino desde Borreguiles, a pie de las pistas de esquí y de la salida del telecabina. No hablamos aquí de la gran travesía de Sierra Nevada, de extremo a extremo, con casi 70 kilómetros, al alcance solo de experimentados andarines. Ese es ya otro cantar.
Si se opta por arrancar desde Borreguiles, la ruta empieza hacia arriba, con una pendiente ligera pero larga. Esa subida se puede evitar haciendo uso del telesilla, que te traslada cómodamente a las zonas más esquiables y más altas de la sierra. Desde ahí, ya no queda otra que comenzar a caminar. Allí la familia Yelo, por ejemplo, toma la ruta hacia la izquierda y, un par de horas después, estará en su Refugio de La Caldera.
A la derecha, en bastante menos de una hora a paso tranquilo nos espera la Laguna de las Yeguas, una masa de agua a los pies del Veleta que da un cambio radical a lo que nuestros ojos vienen observando durante el camino. La sierra, en esta parte de la estación de esquí, está formada por micaesquistos oscuros, de todos los tamaños, que dan un aspecto oscuro, salvaje y duro al escenario. Aquí y allá, sin embargo, aparecen zonas verdes –los borreguiles, por ejemplo, que dan nombre a la zona donde se inicia el esquí y que son una zona de pasto propias de la zona y altura con cierta forma de borrego– e incluso corrientes de agua que alegran la vista y el oído. Desparramados aquí y allá, caballos y ovejas pastan donde dentro de unos meses muchos se deslizarán con sus esquís o tablas de snowboard.
Tras un rato de descanso físico y visual en la Laguna de las Yeguas, si quedan fuerzas –que probablemente quedarán porque esta ruta no tiene mayor complicación–, se puede continuar hasta el Refugio Elorrieta, un lugar ya casi en la vertiente alpujarreña de la sierra y donde puede uno encontrarse con cabras montesas. Esteban e Inma descansan a la orilla de la laguna. Vienen de la Palma del Condado, en Huelva y aprovechan este verano en el que los viajes de naturaleza ganan a otros destinos para hacer una ruta por espacios naturales de Andalucía.
A esta pareja onubense le acompaña Ángel, su hijo de dos años que toma fuerzas a media mañana comiéndose un melocotón. Ángel conoce el lugar porque ya estuvo en otra ocasión haciendo bicicleta extrema. “Muy exigente físicamente”, recuerda. Nada parecido al agradable paseo que los ha llevado a la Laguna que Ángel, con su par de años ha podido completar caminando los últimos dos kilómetros. Para Ángel, Sierra Nevada tiene “el encanto de que es alta montaña y, a la vez, es asequible y fácil de visitar”.
De la Laguna a Borreguiles, el camino es agradable y cuesta abajo. En el camino se cruzan caminantes y ciclistas. Marcel, de Barcelona y Javi, de Granada, se han tirado torrentera abajo por primera vez en bici. “Los brazos se cansan mucho porque tienes que agarrar con fuerza el manillar y acaban molidos”. Pero la primera experiencia ha sido excelente: “te da una sensación de libertad y una subida de adrenalina espectacular”, concluyen. Ya en Borreguiles, un grupo de ciclistas decide si hace una bajada más por el Río o no. “¿Cómo estáis de brazos y piernas?”, le pregunta uno al resto de compañeros. La respuesta es unánime: “¡Vamos!".
Y junto al deporte, la estación ofrece actividades culturales y para los más pequeños en las que merece la pena participar. Los fines de seman hay propuestas como Geólogo por un día, Biólogo por un día, Atardecer desde el Veleta, Amanecer desde el Veleta y Noche de las Perseidas, así como diversas rutas guiadas, que incluyen dos ascensiones al Mulhacén, el 25 de julio y el 23 de agosto Éste, con una altura algo menor de 3.500 metros, es el lugar más alto de la península Ibérica.
Ya en Pradollano, la zona urbana de la estación, el Parque Mirlo Blanco y la piscina ofrecen nuevas opciones de entretenimiento familiar y para los más pequeños. También por supuesto, tomar algo y comer es posible en Sierra Nevada este verano. El trineo ruso es la estrella del Mirlo Blanco. Un recorrido de varios cientos de metros que a los pequeños, y no tanto, les encanta. Jesús Ibáñez, director de Cetursa, la empresa que gestiona la estación de invierno –y de verano también– lo ha explicado al inicio de esta temporada estival.
“Ofrecemos pura montaña, 1.200 hectáreas de la estación y las colindantes del parque, mucho aire puro, mucho espacio para andar, mucho espacio para andar en bicicleta y, en general, una diversión veraniega de primer orden”. Deporte, cultura y diversión, todo es posible este verano en Sierra Nevada, cuando se guardan los monos y los esquís, aparecen las bicicletas y las botas de caminar. El seis de septiembre, la estación da por concluida la temporada estival y comienza ya a preparar la de nieve.