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Este año, el Festival de Málaga será aún más sostenible. Málaga Procultura y Repsol han firmado un acuerdo que convierte a esta compañía energética en patrocinador oficial del certamen para la 27ª edición (1 al 10 de marzo de 2024), como Partner multienergía. El Festival de Málaga sitúa entre sus pilares el compromiso por la sostenibilidad ambiental y es en este sentido un referente entre los eventos de cine nacionales e internacionales.
Con esta alianza estratégica con Repsol, el Festival de Málaga implementará nuevas medidas y soluciones centradas en los combustibles renovables y la movilidad eléctrica para reforzar su apuesta por la sostenibilidad. En el caso del combustible renovable, las flotas de vehículos oficiales y los transfers de autobuses utilizarán diésel 100% renovable fabricado a partir de residuos orgánicos como los aceites de cocina usados y residuos agrícolas y forestales que no se destinan a la alimentación. Además, Repsol pondrá a disposición de la flota de vehículos eléctricos e híbridos enchufables del Festival toda su red de recarga pública de la ciudad de Málaga, con 22 puntos instalados y operativos, y habilitará dos puntos adicionales portátiles en la plaza de la Merced.
Mientras esperamos la llegada de esta imprescindible cita con el cine, proponemos descubrir Málaga a través de su cultura, su patrimonio, sus espacios naturales y su gastronomía.
Málaga se convirtió en la ciudad de los museos cuando en 2015 abrió el Centre Pompidou Málaga, filial del museo ubicado en París. Lo hacía en un lugar privilegiado, el Muelle Uno, zona portuaria recuperada para la ciudad repleta de opciones de ocio. El espacio cultural cuenta con exposiciones de larga temporada, pero también otras temporales y actividades que invitan a pasear por sus salas con frecuencia.
Su ya icónico cubo de cristal, intervenido por el artista Daniel Buren, es la referencia de Muelle Uno, recinto abierto donde pasar buenos momentos entre sus terrazas, sus tiendas y sus restaurantes. Entre ellos destaca ‘José Carlos García’, liderado por el chef homónimo y con 2 Soles Guía Repsol. También merece la pena caminar hasta La Farola, uno de los dos faros de España con nombre en femenino y con más de dos siglos de historia. Una recomendación: no te pierdas los atardeceres desde este rincón, con vistas al Palmeral de las Sorpresas, la alcazaba, la catedral y el castillo de Gibralfaro.
Ya sea desde la Plaza de la Merced o desde las cercanías del restaurante ‘La Odisea’ (Solete Guía Repsol), la subida hasta el castillo de Gibralfaro es una de esas rutas que convierten en especial cualquier visita a Málaga. El sendero va ascendiendo, lentamente, junto a la vieja coracha, la muralla que unía la alcazaba malagueña con la fortaleza. Uno de los puntos más interesantes es un bonito mirador desde el que obtener una estupenda panorámica de la ciudad, con el Paseo del Parque y el Puerto de Málaga a tus pies.
Uno poco más arriba encontrarás el acceso al castillo de Gibralfaro, el recinto que se construyó en el siglo XIV para acoger a las tropas árabes y defender la alcazaba. Las enormes murallas del recinto son pura historia malagueña, cuyos detalles se pueden conocer en el centro de interpretación del lugar. Sus vistas a la ciudad son exquisitas, como las que ofrece, a pocos metros, el Parador de Málaga. También hay que acercarse, un poco más allá, a otro excelente mirador que ofrece vistas al barrio de la Malagueta y las playas de la zona este de la capital. A la vuelta, ‘Ta-Kumi’ (1 Sol Guía Repsol), ya camino de la Plaza de la Merced, es la parada perfecta para retomar energías.
Pequeñas casas de pescadores y jábegas en la orilla recuerdan el origen marinero de esta barriada al este de la capital. No hace mucho el agua llegaba hasta la misma puerta de las casas y la vida era mucho más humilde que la actual, como se puede ver en las fotografías expuestas en los Astilleros Nereo. Este es uno de los ingredientes más pintorescos del barrio. Considerado uno de los 100 elementos del Patrimonio Industrial Histórico de España, sus carpinteros de ribera siguen construyendo embarcaciones en sus instalaciones con paciencia y sabiduría.
La huella de la modernización se ha ido dejando notar con el paso de los años en el barrio, como se comprueba dando una caminata por su paseo marítimo. Apenas quedan chiringuitos tradicionales ya, pero sí que hay barcas con espetos y una interesante variedad de restaurantes. La cocina mediterránea y nipona de ‘Misuto’, a cargo del chef Alejandro Salido, es buen ejemplo. También lugares como ‘Frida Pahlo’ y su exquisita terraza, o ‘Galerna’ (Solete Guía Repsol), un lugar donde vas a desayunar y te quedas todo el día. Vayas donde vayas, te sentirás como en casa.
Una de las mayores sorpresas de la ciudad está a las afueras, a escasos minutos del barrio de Ciudad Jardín. Es el Jardín Botánico de La Concepción, un enorme recinto donde perderse en cualquier época del año y que en verano, además, ofrece el aliciente de sus refrescantes sombras, que lo convierten en un oasis para descansar de las altas temperaturas. Creado en el siglo XIX por Amalia Heredia y Jorge Loring, acoge hoy unas 5.000 especies distintas de plantas y más de 50.000 ejemplares en total.
Sus itinerarios permiten conocer multitud de pequeñas plantas y enormes árboles como los ficus. Hay zonas con variedades que necesitan mucha humedad y otras que no quieren apenas ver el agua, como los cactus. Caminar por sus sendas es recorrer el mundo entero, porque aquí hay especies botánicas procedentes de los cinco continentes y los lugares más insospechados. Durante el paseo encontrarás, además, los antiguos invernaderos de hierro y cristal, un bosque de bambú, la antigua mansión de los Loring o el Museo Loringiano, para adentrarte más en la historia de esta maravilla con forma de jardín botánico. ¡No te lo pierdas!
En pleno centro histórico de Málaga, el Mercado de Atarazanas es el corazón que hace latir la gastronomía local. Sus más de cien puestos ejercen de resumen de la rica y variada producción de la provincia, que va desde los aguacates y mangos de la Axarquía a los vinos de Ronda, las verduras de Coín, la cabra malagueña, las aceitunas aloreñas o los ricos pescados de la bahía.
No son pocos los chefs que se acercan hasta esta plaza de abastos casi a diario para elegir los productos con los que elaboran los menús de sus restaurantes, o que incluso hacen parada en alguno de los pequeños bares que ofrecen verduras y pescaíto frito local, como el bar marisquería ‘El Yerno’. Todo ello bajo la luz que entra por la enorme vidriera con 108 piezas que representan algunos de los hitos de la ciudad. El propio edificio del mercado lo es, porque ocupa las antiguas atarazanas islámicas, es decir, los viejos astilleros, ya que el Mediterráneo llegaba hasta aquí hace cinco siglos, aunque ahora ni se le vea por las cercanías.
Con casi cinco siglos de historia a su espalda, la Catedral de Málaga es el edificio más representativo del centro de la ciudad. Consagrada por el obispo Luis García de Haro en 1588, pasó por distintas fases constructivas que la han convertido en un edificio muy singular que mezcla los estilos renacentista, gótico y barroco. A todo ello se suma que jamás se terminó de construir su segunda torre, de ahí que se le conozca como La Manquita.
En su interior hay obras interesantes como La decapitación de San Pablo, de Enrique Simonet, enormes columnas y bonitas vidrieras que colorean la iluminación. Abierta al culto y a las visitas, una de las experiencias más interesantes es ascender hasta su cubierta, a unos 40 metros de altura. Para llegar hasta ahí, hay que ascender por numerosas escaleras y rincones de vértigo, pero la experiencia -y las vistas que regala Málaga desde ahí- merece la pena.
Las 5.000 hectáreas por las que se despliega el parque natural de Los Montes de Málaga son una caja de sorpresas llena de secretos. Basta pasear por su red de senderos para encontrar, por ejemplo, decenas de viejos lagares donde residían las gentes del campo, elaboraban vino y aceite, e incluso servían de posada. El lagar de Chinchilla o el de Jotrón son algunos de los más sorprendentes, pero hay uno recuperado, el lagar de Torrijos, convertido hoy en ecomuseo. Sus salas albergan herramientas y materiales que se utilizaban antiguamente en la zona y permiten conocer un poco mejor una historia mucho más cercana de lo que parece.
Otra de las actividades más habituales en este parque natural es montar en bicicleta. Hay numerosas rutas, como las que parten del carril de Picapedreros, junto al jardín botánico, por pistas de tierra que se adentran en el denso pinar bajo la mirada de las ardillas. Otra opción es simplemente tomar la A-700, conocida como la carretera de Los Montes, que asciende hasta el Puerto del León durante 15 kilómetros. En su recorrido, además, se encuentran varias de las ventas más conocidas de Málaga y destino habitual para los almuerzos en fines de semana y festivos. Si te quieres quedar, el hotel ‘Humaina’ ofrece habitaciones que son puro relax.
El turismo que visita la ciudad de Málaga lo tiene claro. A la playa, siempre va a la Malagueta. Las razones para visitar este arenal de poco más de un kilómetro de longitud y 45 metros de anchura son más que variadas. La primera es, sin duda, su cercanía al casco histórico. Basta un paseo de unos 15 minutos desde la calle Larios, a través de la sombra de los muchos árboles del Paseo del Parque, para llegar. La segunda reside en que, gracias a su extensión, es fácil encontrar hueco para echar la toalla y darse un chapuzón. La tercera es que a su entrada dispone de unas letras con su nombre que son perfectas para una foto de Instagram.
La cuarta razón -pero no la menos importante- es su oferta gastronómica. Junto a la playa se ubican dos de los restaurantes Recomendados por la Guía Repsol, ‘El merendero de Antonio Martín’, y a un paso, junto a la plaza de toros, también se ubica el ‘Refectorium Malagueta’. De la sala de este último se encarga Curry Ramírez, responsable de establecimiento junto a su equipo, que ofrece pescados locales, menú de mesa y mantel o una deliciosa barra para tapear.
Hace más de un siglo que Málaga inauguró su Balneario de los Baños del Carmen, en la zona este de la ciudad. Copiaba la moda de entonces de zonas como Santander y San Sebastián, y fue creciendo con embarcadero, restaurante, proyector de cine, pista de tenis, campo de fútbol, zona de verbenas, fiestas y hasta regatas. El lugar fue cayendo en decadencia, pero sigue siendo uno de los rincones más singulares de la capital.
A un lado cuenta con una pequeña playa de apenas cien metros. En el centro mantienen un restaurante, ‘El Balneario’, cuya cocina está dirigida por Adolfo Jaime -un chef mítico de la gastronomía local- y los productos marineros tienen especial relevancia, como sus ricos espetos y los arroces de pescado. Al otro lado hay otra pequeña orilla, esta vez llena de rocas, que aún mantiene un ambiente más informal. Sea cual sea, este pintoresco espacio ofrece algunos de los mejores atardeceres malagueños.
Un grupo de flamencos estirando el cuello mientras camina con lentitud, pequeñas garzas correteando con gracia y decenas de minúsculos pajarillos que van y vienen, como nerviosos. Es la estampa primaveral en la desembocadura del río Guadalhorce, un paraje natural en el que hacen parada técnica cientos de especies de aves migratorias. Su día a día se puede espiar desde los observatorios instalados por la zona, donde cotillear sin ser vistos.
Este espacio, al oeste de la ciudad y ya casi lindando con Torremolinos, es una de las principales áreas naturales de la ciudad y una de las más atractivas para dar un paseo familiar a pie o en bicicleta, gracias a su pequeña red de senderos. Además, cuenta con el aliciente de la pasarela peatonal más grande de Europa, con 270 metros de longitud y tres de ancho, que permite salvar el cauce del río y unir ambas orillas. Por otro lado, el paraje ofrece el chapuzón en una de las playas más tranquilas de la capital.
En el Monte de San Antón hay plantas aromáticas y pequeños pinares. Espárragos y orquídeas que surgen de la nada en primavera. También almendros, donde los camaleones se camuflan entre sus ramas, y encinas a cuyos pies cantan las perdices. Grandes murallas de piedra caliza donde se practica la escalada y afloramientos de peridotitas, que dan una tonalidad morada al paisaje. En las estribaciones del Parque Natural Los Montes de Málaga, este es uno de esos paraísos urbanos que hacen un poquito mejor nuestras vidas.
Es muy sencillo acceder a él. Se ubica en la zona este de Málaga, sobre la barriada de El Palo. Es una pequeña colina en la que destacan dos promontorios. Para llegar a ellos, no hay más que acercarse hasta la urbanización Pinares de San Antón y alcanzar su zona más alta. A partir de ahí, hay dos entradas -una este y otra oeste- a través de pistas que luego se convierten en sendero y, en apenas media hora, permite hacer cumbre. Las vistas panorámicas son el mejor regalo para el esfuerzo. También lo son los arroces y las ricas propuestas de la carta de ‘Del Candado Golf’ (Recomendado por Guía Repsol), restaurante dirigido sabiamente por Javier Hernández.
La gastronomía de la capital de la Costa del Sol vive una época dorada. La pregunta ¿dónde comer en Málaga? tiene hoy difícil respuesta, porque hay una gran variedad de propuestas y es imposible probarlas todas. Hay, sin embargo, pistas para llegar a algunos de los mejores. Por ejemplo, las novedades de la Guía Repsol 2022, como ‘Cávala’, en el barrio del Soho, que ha ganado su primer Sol Repsol de la mano del chef Juanjo Carmona y su cocina marinera. También los nuevos Recomendados de la ciudad, como ‘Dynamit’ -junto a la plaza de la Merced- o la ‘Taberna de Mike Palmer’, una delicia en plena naturaleza.
Una opción certera es cualquiera de los establecimientos dirigidos por Daniel Carnero. De ‘La Cosmopolita’ (1 Sol Guía Repsol), ‘Kaleja’ (2 Soles Guía Repsol) y ‘La Cosmo’, siempre saldrás feliz. Las mesas de ‘Balausta’ (Recomendado por Guía Repsol), en el hotel ‘Palacio Solecio’, son de las más interesantes para conocer el recetario tradicional con el punto actual que le otorga el cocinero Marcos Granados. Junto al Centro de Arte Contemporáneo se ubica ‘Óleo’ (Recomendado Guía Repsol) donde el sushiman Rui Junior ofrece todo su catálogo de sabores. Y si tienes más dudas, resuélvelas paseando por aquí.