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“Casa fundadora del asiático” se puede leer en la fachada del ‘Bar Pedrín’ (General Moscardó, 46. El Albujón, Cartagena), que da servicio en la carretera nacional entre Cartagena y Madrid desde “el 4 de mayo de 1940”. Mariano Pedriño se sabe la fecha de memoria y, aunque no fue él quién lo abrió, lleva ya 50 años detrás de su barra sirviendo asiáticos, “tapitas, bocadillos, algún plato combinado que otro”. Con la creación de la autovía se perdió esa afluencia de los que tenían que parar por El Albujón para viajar entre Murcia y Cartagena o para llegar a La Manga del Mar Menor desde Madrid, pero permaneció el verdadero asiático y sus adeptos, así que la gente comenzó a venir de propio.
“La historia verdadera del asiático es muy sencilla: los que venían con el carro de fruta al Puerto de Cartagena pedían Belmonte -una bebida con alcohol y café típica de la Huerta murciana- y los que iban en sentido contrario pedían carajillo -más tradicional de Campo de Cartagena- así que a Pedrín se le ocurrió mezclar los dos tipos”, explica Mariano sobre una preparación ya infinitas veces replicada por toda la Región.
Según cuenta Mariano, se llama asiático porque en esa época se vendía mucho otro café que se llamaba ruso, y aunque Pedrín le añadió canela, nunca tuvo muchos ingredientes: “Leche condensada, un poquito de brandy, la canela y café”. “Se bate y se hace una cremita para que todos los sabores estén mezclados arriba”, relata con el tono de quien ha preparado muchísimos detrás de la barra del ‘Bar Pedrín’. Esta institución merece una visita pero sin salir de la ciudad hay un lugar donde preparan buen café sin dejar de investigar: en el ‘CafeLab’ (Carmen Conde, 23) solamente trabajan con café especialidad y su colección de cafeteras impresiona. Además, desde el pasado mes de noviembre se puede probar también un bocadillo diseñado por María Gómez (‘Magoga’, 2 Soles Guía Repsol), con pan pretzel, mantequilla ahumada de café, anchoas, almendra marcona o albahaca.
Otro local al que está muy unida María Gómez es ‘El Vinagrillo’ (Canales, 16). La tapa de garum de Joaquín Boti, con “hueva de maruca rallada y aceite de oliva, sobre pan tostada y con una almendra encima” es una de las debilidades de la cocinera, pero en este bar con alojamiento, hay dónde elegir. Hace 12 años que Joaquín abrió lo que en principio fue una tienda de ultramarinos y se ha acabado haciendo un hueco importante entre los bares del barrio del Foro Romano de Cartagena. Su Mariperla, -ensaladilla sobre tosta negra de masa madre con caviar de caballa ahumada- su pulpo a la cartaginesa, o su selección de quesos son los sabrosos motivos.
En el camino del Foro al Teatro Romano, se puede hacer una parada en ‘El Albedrío’ (Villamartín, 5), que trae “el sabor y la fuerza de Lorca” al centro de Cartagena. La tosta de prensa con huevo de codorniz o la marinera de lomo de sardina son algunas de las tapas para probar en su terraza con ambientazo. Si el paseante continúa su camino hacia el Teatro Romano, al final se se puede encontrar otro pedazo de la historia de Cartagena en ‘El Cantón’ (Cuesta de la Baronesa, 1), un bar donde todo evoca al levantamiento cantonal que tuvo lugar en la ciudad en 1873. Lucio Cumplido está al frente de un negocio en el que también trabajan sus hijos, María y Arturo; y su sobrino, el cocinero Adrián Solana.
Emilio Castelar presidía la República cuando se produjo el Cantón y en el bar de Lucio da nombre a un mollete: el de morrillo de lomo ibérico, cebolla macerada en lima y queso ahumado y flambeado. El mollete Revolucionario, mientras tanto, lleva meloso de ternera y cebolla macerada en módena, entre otros ingredientes. Además de estas dos creaciones, ya emblemáticas del local, preparan buenas carnes, dos variedades de alcachofas que tienen mucho éxito y ricas tostas: “La más vendida es la Gloria Bendita, con tocino ibérico, tomate y ajo tierno y picado por encima”, explica Lucio, que también organiza junto con su equipo dos días temáticos a la semana. “Los sábados hay caldero y los jueves, alternamos Noche de Tacos (de aguja madurada) y Noche de Bratwurst (con butifarra de perol) y malagueñas (con morcilla de Melga. Viene mucho cliente local”.
Tampoco falta en Cartagena un lugar donde comer vegetariano. ‘La Sella’ (Picasso, 21) cuenta con una de esas salas tranquilas en las que sentarse sin ceremonia pero sin prisa y de su cocina salen platos tras los que se perciben varias pensadas: alcachofas rellenas de setas, carpaccio de calabacín con confitura de pétalos de rosa o arroz con leche de almendras. Otra buena dirección para sentarse a comer tranquilamente es ‘La Marquesita’ (Plaza Alcolea, 6), una antigua parada de autobuses donde se lleva cocinando casero y con cariño desde el año 2002.
Almudena Fernández resopla cuando se le pregunta por su papel en ‘La Marquesita’. porque allí hace de todo. Junto con su madre está al frente de un equipo con una premisa clara: “Que cuando se levanten los clientes ya estén pensando en volver”, y lo consiguen a través de una carta amplia, buena materia prima y un trato muy familiar con el comensal: “Si nos piden una papilla natural para el niño, se la hacemos; si vienen con mascota, le sacamos un cuenco con agua y un cojín”, explica Almudena. Le cuesta elegir entre sus especialidades pero al final suelta algunas: “Habitas confitadas en aceite de oliva y guisantes, jamón y huevo de codorniz, cazuela de rape con almejas, alcachofas con crema de patata y piñones, o rabo de buey”.
Aunque la ciudad de Cartagena se concentra alrededor del puerto, su término municipal es mucho más amplio y La Aparecida es uno de las poblaciones que abarca. Aquí se encuentra, desde 1902, ‘Venta El Abasto’ (Avenida de San Javier, 40. La Aparecida). Pedro Mula, ya la cuarta generación al frente del negocio, creció allí junto a su padre y su padrino, y ahora lleva la gestión, manteniendo la tradición. En un primer momento parece el típico sitio donde parar cómodamente en familia pero quienes lo conocen saben que hay mucho más: “carne de calidad a la brasa y embutidos de elaboración propia”.
En parte de tienda aún se conservan los instrumentos que se usaban hace 120 años, como la marmita de cobre donde se hacía la morcilla, que sigue siendo el “producto top” de la casa. En la barra, se puede comer “una picadita a la hora del almuerzo: magra, panceta, longaniza blanca y chorizo (dulce, picante o superpicante” y en el comedor, quien tenga más tiempo, Pedro tiene una recomendación: su asado de cordero.
Y del Campo de Cartagena viajamos hasta el mar, siempre dentro del municipio que nos ocupa. Frente a la playa de La Azohía, Mariam Porras y Diego Alberto López construyeron ‘Deskaro’ (Botavarra, 9. La Azohía) hace cinco años y desde el principio se han esforzado por hacer cosas distintas y abrir todo el año, también en temporada baja. “Al producto que tenemos aquí le ponemos aliños de mundo” y así surge, por ejemplo, las gyozas con salsa de carabineros, que también lleva coco. “No tenemos paella ni ensalada mixta. Al principio costó muchísimo que viniera la gente, aunque ahora tenemos muchos seguidores”, explica Mariam.
Ambos viajaron a Australia para ejercer sus respectivas profesiones de ese momento: topografía ella y telecomunicaciones él, pero la vida les llevó hacia la hostelería y, de vuelta a España, ella se formó con cocineros como Ricard Camarena. Diego Alberto, con más experiencia en sala, es el responsable de una bodega de más de 150 referencias, una barra de cócteles clásicos y una carta de 14 referencias de cerveza. Los brindis frente a un atardecer bonito muchas veces tienen Solete y ‘Camarote La Martinique’ (Polígono Q, 45Q. La Manga del Mar Menor) es otro de esos lugares. Los hermanos Vicente y Alejandro Hernández, naturales de Cabo de Palos, abrieron esta cocina donde hay que pedir pescado. "El cogote a la brasa con salteado de verduras y almejas" es uno de los platos estrella de un jefe de cocina premiado en La Región.
Si hablamos de la costa cartagenera hay que mencionar, por supuesto, Cabo de Palos. Allí, brillan los Soletes en ‘CP8’ y 'Yemanjá’. ‘CP8’ (Faro, 8. Cabo de Palos) es una buena pista para tomar un brunch frente al puerto y para el finde de San José, 19 de marzo, ‘Yemanjá' (Paseo de Dimas Ortega López, Cabo de Palos). Según su dueña, Magdalena Alonso de Basaldúa allí se puede comer “cocina natural, lo más simple y casera posible”, y en esa línea prepara “carrilleras al vino tinto, costillares a la barbacoa, bocadillos de cerdo mechado o pastrami y varios tipos de ensaladas”.
Sobre el puerto y rodeada de escuelas de buceo rodean el local y la terraza, se ubica este rinconcito con nombre de orisha “Yo soy argentina y siempre quise tener mi propio sitio. Un año fui con mi hija a visitar a mi hermano a Brasil y allí estuvimos en la fiesta de Yemanjá, diosa del mar y las mujeres”, así explica Magdalena el origen del nombre de su café restaurante, que suele permanecer abierto hasta el Puente de la Inmaculada, a principios de diciembre.
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