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Ser considerado parte de la identidad de tu localidad es un logro que requiere buen hacer pero también tiempo, y eso lo saben de sobra los establecimientos de esta ruta, empezando por 'O Gato Negro', la taberna más antigua del centro de Santiago de Compostela (A Coruña). Una empanada excelente, marisco y vinos en taza siguen siendo los clásicos de este lugar donde siempre hay gente. Pasa lo mismo en 'Confitería La Alianza', donde no es raro que se junten varios vecinos a comprar su famosa tarta de Mondoñedo. Bizcocho, cabello de ángel y almendra son algunos de los ingredientes de este icónico dulce, pero quien sea más de puro hojaldre, puede apuntarse la pastelería 'Rego' de Liérganes (Cantabria), donde el tradicional sacristán reina junto con sus famosos helados.
Bordeando el Cantábrico en busca de negocios centenarios llegamos a un dulce Euskadi. 'Confiterías Goya', en Vitoria (Araba), abrió sus puertas por primera vez en 1886 y hoy se pueden seguir comprando sus vasquitos y nesquitas (chocolates de creación propia), mientras que en el 'Crosta Ogitegia' de Zalla, en Bizkaia, el panadero de quinta generación, Roberto Fernández, se centra en productos como el dulce de chicharrón (txintxorta). Gipuzkoa cuenta con dos Soletes con Solera centenarios, también centrados en la repostería: en 'Otaegui' (Donostia) se inventó la famosa pantxineta (dulce vasco de hojaldre, almendra y crema pastelera) y en la antigua cerería que alberga 'Raizabal' en Bergara, hay que pedir los bolaos.
El aroma a dulces ancestrales nos lleva a Barcelona, donde la tercera generación de la pastelería 'Escribà' borda las ensaimadas y la crema. Para tomar un cava y unos huevos a la antigua hay que ir a 'El Xampanyet' y quien quiera comerse unos churros con 140 años de experiencia debe ir a la 'Churrería Manchega' de Santa Coloma del Gramenet. Es en la provincia de Lleida donde se encuentra uno de los emblemas de la historia culinaria catalana: el restaurante del hostal más antiguo de la comunidad, el 'Hostal de Pinós', de 1524. Tras comprar chocolate a la piedra a una saga familiar que se remonta a 1770 en 'Jolonch' (Agramunt) y tomarse un vino en 'Casa Montoliu', fundada en Tremp allá por 1903, toca prestar atención a Tarragona, concretamente a Reus. Allí hay que parar en 'Gelats i Torrons Xixona' a tomarse un helado o a una horchata, a comprar turrón y rocs de chocolate y, si al viajero le apetece, pedir a Núria, quinta generación de turroneros, que le cuente su historia.
Ya en Aragón se ha distinguido con su Solete a la zaragozana 'Fantoba' de 1856 por su guirlache y sus frutas de Niza, a la pastelería 'Alejos' en Alcañiz (Teruel) por sus turrones de mantequilla y mazapán, y a 'Echeto', frente a la catedral de Jaca (Huesca) por, entre otras especialidades, sus Coronitas de Santa Orosia (rosquillas de almendra). Pero los Soletes centenarios aragoneses no están pensados exclusivamente para los más golosos: el 'Mi Bar' de la capital oscense sigue siendo un reclamo a la hora del vermú por su tapeo clásico, ¡y con más de 100 años!
Seguimos nuestra ruta rumbo al oeste hasta la comunidad autónoma de Castilla y León, empezando por León donde 'Casa Benito' resiste en la capital desde 1915. En el pueblo de Villamanín se encuentra el bar-tienda de ultramarinos 'Casa Maragato' desde el siglo XIX. Cruzando a la vecina Zamora destaca 'Barquero', protagonista en los días de fiesta desde 1900, y 'Churrería Lorenzo', con su chocolate caliente, sus crujientes churros y las fotos colgadas dando fe de sus antiguos inicios. Para comer ricas paciencias y virutas de San José hay que irse a Soria, concretamente a la pastelería 'Almarza' de Almazán, de más de dos siglos de historia, y para comprar yemas de Santa Teresa, a sus creadores, en 'La Flor de Castilla' de Ávila. Una vez aquí, no cuesta mucho pasar por 'La Barraqueña' (El Barraco) y llevarse a casa unas ensaimadas fritas o unas rosquillas Velí.
Casi sin darnos cuenta hemos llegado a Madrid. 'Taberna Antonio Sánchez', la 'Antigua Pastelería El Pozo' y 'Casa Mingo' son algunos de los encargados de guardar las esencias de la capital. Y cada una lo hace a su manera: en 'Taberna Antonio Sánchez' siguen preparando las torrijas que encandilaron a Alfonso XIII; en la 'Antigua Pastelería El Pozo' casi todo parece -y de hecho es- sacado de un siglo anterior; y 'Casa Mingo' sigue siendo aquel sitio que un ingeniero asturiano ideó en 1888 porque echaba de menos los productos de su tierra.
Tras este viaje por el pasado madrileño toca mirar hacia el sureste y al Mediterráneo. En 1880 abrió el 'Bodegón Isi' en el pueblo de Caravaca de la Cruz (Región de Murcia) y siguen apostando por platos tradicionales: rin ran, michirones, salchicha seca. Ya en pleno Mediterraéno, en Palma de Mallorca (Baleares) aun hay lugares clásicos que los palmeses protegen como oro en paño; uno de ellos es 'Forn Fondo' desde 1911. Cuenta con hasta 20 tipos de ensaimadas pero también habrá que dejar hueco para sus panellets, sus turrones artesanos o sus pastas para el té.
La icónica Granada es el escenario de la penúltima parada de esta ruta donde 'Casa Enrique' es uno de esos ejemplos de recuperación fiel y consciente. Tras alguna que otra vicisitud el negocio sigue el espíritu con el que empezó en 1870: buen vino, local histórico y apreturas de las buenas. Aún en Andalucía, pero ya en Sevilla, el 'Casa Abelardo' de Castilleja de la Cuesta presume de ser un “bar con más de un siglo de historia”: ambiente relajado y guisos marineros para celebrar los años de vida.
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