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La ermita de San Saturio, ejemplo del barroco soriano.

Ruta por las Tierras Altas de Soria: qué ver y dónde dormir

Paseos por la Soria más televisiva

Actualizado: 23/01/2022

Las Tierras Altas de Soria -donde se encuentra Valdelavilla, Peñafría en la serie 'El Pueblo'- son las protagonistas de esta historia de la España Vacía, que ahora está un poco menos vacía, gracias a la televisión. Desde los escenarios de la serie 'El Pueblo', se cuenta una bonita historia, inspiradora y bastante insólita. Una historia tierna, con empresas que no son depredadoras, cooperativas intentando hacer el bien. 
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En los años 60, Valdelavilla, a 50 kilómetros de Soria, se quedó vacía. Tuvo muchas vidas, pero la despoblación fue inevitable. Se avecinaba el abandono total cuando llegó Caja Rural de Soria y, con el beneplácito de los vecinos, que se esforzaron mucho y lo pusieron todo muy fácil -junto a la Mancomunidad de Tierras Altas- lo adquirió, lo rehabilitó e intentó darle salida. Durante diez años, el pueblo estuvo dedicado a cursos intensivos de inglés para ejecutivos(el famoso método de Richard Vaughan). El hecho de que el pueblo no tuviera cobertura era un incentivo, los alumnos se hospedaban en el mismo pueblo y no había más remedio que aprender inglés. Pero llegó la crisis del 2008…

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'El Pueblo' ha puesto las Tierras Altas de Soria en el mapa. Foto: Telecinco

Tras aquello, se convirtió en complejo rural de fin de semana, fue el escenario de un montón de bodas gays británicas. Se fletaban aviones que aterrizaban en Logroño y los novios y los invitados acudían después al pueblo que llenaban de tules y alegría durante tres o cuatro días. Y un detalle precioso: cuando se reconstruyó el pueblo, los vecinos pudieron pasar un tiempo en sus casas de antaño, que ellos habían abandonado ya casi demolidas.

Es divertido visitar Valdelavilla habiendo visto antes 'El Pueblo'. Foto: Valdelavilla
Es divertido visitar Valdelavilla habiendo visto antes 'El Pueblo'. Foto: Valdelavilla

A Caja Rural de Soria se le ocurrió ofrecer Valdelavilla como plató para ficción de series y películas, querían fomentar con eso el turismo en la zona. Contubernio, la productora de Alberto Caballero -Aquí no hay quien viva, La que se avecina- buscaba un lugar para la serie El Pueblo, de Amazon y Mediaset. Uno de los directores, Roberto Monge, soriano de pro, tras ver muchas localizaciones, se encontró con Valdelavilla en un paseo fortuito por la zona. Llegó y dijo: aquí. Contubernio, con Caballero al frente y Caja Soria, se enamoraron.

Naturaleza en estado puro.
Naturaleza en estado puro.

El equipo desembarcó en el pueblo, comenzó el rodaje, superaron obstáculos y dieron vida a una serie divertida y atrevidísima, que pone a Valdelavilla en el mapa: a raíz del rodaje, el pueblo se empezó a poner de moda y Tierras Altas de Soria se sitúa ahora entre esos lugares curiosos para visitar. Los seguidores de la serie empezaron a acudir desde muchos puntos de España, empezaron a alojarse en la zona, a acudir a sus restaurantes… El pueblo, que en realidad es una aldea de no más de dos docenas de casas recibe más de un centenar de visitas cada fin de semana para ver las localizaciones, gracias al éxito de la serie, que ha conseguido revitalizar la zona.

Hasta aquí la historia resumida. Ahora llega la larga. Si no habéis estado en Soria, este es el momento. No solo por Valdelavilla, que es un pueblito de estos en los que uno se imagina habitando en paz con la vida, también por la comarca entera, por San Pedro Manrique, por los yacimientos de los dinosaurios, por Soria capital, por la calidad de la gastronomía -esos torreznos, esa cecina, ¡ese bacalao!-, y por la naturaleza.

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La energía eólica para gran parte del territorio se genera en Soria. Foto: Agefotostock

Molinos y pastoreo

Tierras Altas es una de las comarcas más desconocidas de la provincia. Hay 250 molinos y lo que generan abastece a buena parte de la Península. Proponemos un sencillo paseo hasta los pies de los enormes y modernos molinos de viento -que todos seguimos llamando así, pese a que no muelan nada- para conocer de cerca esta energía ecofriendly. Uno es muy pequeño ante estos gigantes de más de 100 metros de altura y 40 de diámetro de las aspas. El sonido resulta estremecedor y verlos por dentro y entender cómo funcionan, divertidísimo. El precio de la visita es de unos 12 euros.

Otra posibilidad: aprovechando que la comarca es tierra de pastores y trashumantes -se sigue viviendo del mundo de la oveja y la lana-, los responsables de poner en el mapa la zona han querido destacar que la trashumancia es Patrimonio Cultural Inmaterial: ofrecen la experiencia de ser pastor por un día, donde uno puede guiar a un rebaño de más de 1.000 ovejas por la Cañada Real Soriana. Todos los años, cuando se acerca el verano, se organiza esta experiencia y llega gente de toda España y de Europa a conocerla. Además en uno de los pueblos de la comarca, Oncala, existe el Museo de los Pastores, donde se puede ver cómo era este oficio antaño.

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Además del Museo del Pastoreo, Oncala también cuenta con un Museo de Tapices. Foto: Museo de Tapices de Oncala.

Soria ciudad: senderos, parque y acebales

Es una mañana soleada y cálida en el centro de Soria y nos metemos a dar un largo paseo por el parque de La Dehesa -Alameda de Cervantes, se llama, pero para los sorianos es solo "La Dehesa"-. Álamos negros, sauces y rosaledas llenan este parque frondoso de 9 hectáreas, el jardín privado de todos los sorianos, en pleno centro de la ciudad. Parterres, arbustos, paseos, quioscos donde tomar café... La Dehesa es la paz absoluta.

Un parque donde perderse cada tarde.
Un parque donde perderse cada tarde.

Recomiendo pararse en el árbol de la música, que hoy es un castaño, pero que, nos cuentan, fue un olmo que murió. Me gusta creer que fue ese el que inspiró al poeta soriano Antonio Machado, su mítico poema A un olmo seco: “Al olmo viejo, hendido por el rayo, / y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y / el sol de mayo, algunas hojas nuevas le han salido”.

Y hablando de poetas, de Soria también es Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo recuerdo salpica la ciudad: lleva su nombre un centro cultural, se le rinde homenaje con una estatua en un lado de la ribera del Duero… Y ya que estamos aquí, en la orilla del río más famoso de Castilla y León, volvamos a la naturaleza. Salimos de Soria, camino de Tierras Altas, por una carretera recta y solitaria. Enseguida empiezan a aparecer las grandes masas de acebales -consideradas de las más grandes de Europa- y pueblitos preciosos como Yanguas, Oncala o Castilfrío. No pudimos verlos todos, que nos esperaba Valdelavilla y una cena deliciosa después.

La Dehesa: romanticismo y calma.
La Dehesa: romanticismo y calma.

Pisando huellas de dinosaurios

Yo no me lo creía: "¿Huellas de dinosaurios? Venga, va". Pues sí. Tierras Altas tiene incluso una ruta para verlas. A mi me lo había contado el publicista soriano Luis Ulargui, que vive en Madrid, pero lleva a Soria en el corazón. Fue el primero que me alertó de esta historia bonita sobre revitalizar un pueblo, una comarca, a través de la tele. Resulta que la comarca fue tierra de dinosaurios hace millones de años. “Era una zona pantanosa y el deambular de estos animales prehistóricos por lo que hoy son montes, prados e incluso plazas de pueblos, grabó sus huellas. Tiene una de las colecciones de icnitas (huellas de dinosaurio) más relevante a nivel mundial.

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En Bretún hay huellas de dinosaurios que convencerán al más escéptico. Foto: Agefotostock

Los yacimientos de Bretún, Villar del Río o Santa Cruz de Yanguas son algunos de los lugares donde ver cómo era el caminar de estos animales. En Fuentes de Magaña, no solo puede verse una de estas colecciones de huellas, sino que también se puede contemplar la réplica del dinosaurio más grande del mundo. Se llama Dinopincho, posiblemente el vecino hoy más conocido y antiguo de esta comarca. Desde 2012, el pueblo cuenta con una réplica de un apatosaurio de 32 metros de longitud y 8 metros de altura. Esta réplica, hecha a escala real, está situada en las cercanías del yacimiento de Miraflores donde pueden verse diversas icnitas de hasta 120 centímetro de longitud. Cuando los turistas se colocan delante de Dinopincho pueden hacerse una idea de la magnitud y la impresión que podría causar encontrarnos con estos animales en los paseos por el campo”, explica con detalle Luis Ulargui.

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Un paseo en barca al atardecer tras un día de excursión, difícil encontrar un plan mejor.

Las iglesias de Cerbón, Valtarejos, Yanguas y Oncala

Buena parte de los pueblos de Tierras Altas tienen su propia y peculiar iglesia, con cientos de años sobre sus muros. Luis, nuestro guía particular, nos llevó de las huellas de los dinosaurios a Cerbón -con una población de solo 48 habitantes-, que tiene la Iglesia de San Pedro Apóstol, una joya del siglo XII, declarada Bien de Interés Cultural en 1983. “Su curiosidad y lo que la hace única y singular es su doble ábside central, dos bóvedas gemelas con ventanas de aspillera que los estudiosos aún no han descubierto el porqué se construyeron así”, explica Luis.

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La Torre de Yanguas, ejemplo del lombardo catalán. Foto: Agefotostock

Segunda parada: Valtajeros y la Iglesia Fortificada. “Lo que más se destaca de esta pequeña aldea es uno de esos edificios que vistos de lejos no sabemos si es castillo o Iglesia, si es recinto fortificado o ermita singular. Es las dos y, por eso, la Iglesia de Valtajeros es única, por ser uno de esos pocos ejemplos de iglesia fortificada de Castilla y León. Es un edificio medio castillo, medio ermita, con sus almenas recorriendo todo el perímetro y la saetera encima de la puerta, pero con una espadaña que sobresale y deja claro que no es fortaleza sino lugar sacro de culto. Es muy curioso su ábside cuadrado, inusual en esta zona castellana. Fue construida en el siglo XII cuando la comarca era tierra de combate y de rivalidad entre Sancho el Fuerte de Navarra y Alfonso VIII de Castilla”, aclara entusiasta nuestro gurú.

Y ya en Yanguas, nos espera La Torre de Yanguas que es curiosa por ser “un ejemplo del románico lombardo catalán en estas tierras castellanas. Una bella torre de planta cuadrada fechada a principios del siglo XII y que formaba parte de la Iglesia de San Miguel. Estaba separada del cenobio lo que recuerda a iglesias del Pirineo catalán quienes pudieron repoblar estas tierras durante la reconquista. Hoy es todo un símbolo de la villa de Yanguas y del arte románico de Tierras Altas y de la provincia de Soria”.

arcos de san juan soria
Los Arcos de San Juan, ejemplar del románico a las afueras de la ciudad de Soria.

Acabamos en Oncala, donde además del curioso museo pastoril está la Iglesia de San Millán del siglo XVII, con, narra Luis, “una colección de 10 tapices flamencos de grandes dimensiones, ocho de ellos tejidos sobre cartones de Rubens y los otros dos de temática profana. Los tapices fueron donados por el arzobispo de Valencia Ximénez del Río, hijo ilustre de Oncala, y fueron confeccionados entre 1630 y 1665 en los telares de Frans Van den Hecke a petición de Doña Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y Gobernadora de los Países Bajos. Se sabe que los bocetos que pintó Rubens estaban pensados para acomodar las salas del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, pero a final terminaron en esta iglesia de Tierras Altas de Soria”.

El motivo de este viaje era conversar sobre cómo una serie de televisión puede alegrar la vida, cambiar el paisaje para bien, revitalizar una zona, poblar lo solitario… Nos encontramos para una charla con público invitado en el Palacio de la Audiencia, en pleno centro de Soria, con el equipo del rodaje, su director y algunos de sus actores y los responsables de Caja Rural de Soria que se animaron a meterse de lleno en esta aventura. En el teatro, lleno con los límites del Covid, tuvimos risas y muy buen rollo.

El recorrido hasta Soria, desde Madrid, lo hicimos en coche y esta fue la playlist que escuchamos para entrar en materia. Os la dejamos aquí, como la guinda del pastel. Y sí, está la mítica canción de Gabinete Caligari, Camino Soria. Que por cierto: todo lo que cuenta la letra es verdad.

Dónde comer

El restaurante 'Olé' (Marqués de Vadillo, 5), se encuentra en plena zona peatonal en el centro de Soria. Nos recomendaron la cecina, el torrezno y un revuelto de boletus de la zona. Nada más castellano, ni más casero. Y de postre, el flan, que sabía como sabía el que hacía mi madre…

Y esa buena experiencia gastronómica se repitió cada vez que nos sentamos a comer. Con las verduras, las calderetas, las migas, los escabeches. Ya en la comarca de Tierras Altas, camino de Valdelavilla, hay que parar en San Pedro Manrique, en ‘El Condado de Motores’ (La Cosa, 3) y pedir los torreznos, que es el emblema gastronómico de la zona, el restaurante ganó el concurso de El Mejor Torrezno del Mundo en 2019. Están hechos con mimo, con paciencia y con la materia prima de la zona, por eso son especiales. Dicen los sorianos que la gastronomía de este lugar, de la que se sienten bien orgullosos, recuerda a su pasado pastoril y trashumante.

torreznos condado de motores
Imperdibles los torreznos de 'El Condado de Motores'.

Y luego está el 'Albergue de Yanguas' (Arrabal, 43), junto al río Cidacos, que es un sitio sin pretensiones, familiar, de una fama incontestable en la zona. Es un sitio habitual del equipo de la serie. Lo visitan a menudo, cuando tienen tiempo después del rodaje.

Dónde dormir

Soria, la provincia y la capital, está salpicado de casas rurales, que es en lo que se convirtió en su día Valdelavilla en un gran enclave de turismo rural. Precioso, por cierto. Entiendo que funcionara así durante tanto tiempo porque rezuma paz. Eso, la paz, el sosiego, está también en Soria, en el lugar que elegimos para dormir. La ‘Hostería de Solar de Tejada’ (Claustrilla, 1), en pleno centro de Soria, en la zona peatonal, a escasos metros de casi todo, del parque de la Dehesa, de las iglesias de alrededor o de la plaza del Palacio de la Audiencia, con una nutrida programación cultural.

Acogedor y reconfortante cada rincón de la hostería.
Acogedor y reconfortante cada rincón de la hostería.

Sonia y su madre, María Jesús, que regentan la hostería, convirtieron la antigua mercería familiar de tres plantas en un coquetísimo alojamiento de 18 habitaciones (repletas en verano, sobre todo) con una intención: que el huésped no sintiera que estaba en un hotel convencional, sino en su casa. Así que amueblaron cada habitación -y el resto de la casa-, como si fuera la suya propia. Cada una de una manera distinta, con colores cálidos, muebles variados, cabeceros únicos, paredes pintadas… Y una curiosidad, que nos cuenta María Jesús: “solo contratamos mujeres, desde el principio. Y no sé si es por el espíritu de la casa, que tenemos muchos huéspedes que son mujeres. Mucho más que hombres”.

“El Numancia había subido a primera, la ciudad bullía, el emplazamiento de la mercería familiar era único -es un edificio catalogado, lo atraviesa la muralla medieval de Soria- y nos pareció el momento propicio para arrancar con la hospedería. Al principio, cuando empezamos a amueblar las habitaciones, las probábamos para ver qué tal se estaba, si eran cómodas, cálidas”, explica Sonia.

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La plaza donde se enmarca la hostería resulta encantadora.

Y si hay que elegir un hotel en plena comarca de Tierras Altas, para hospedarse, por lo sorprendente, este es sin duda la ‘Fundación Vicente Marín’ (Campillo, 4), en Bretún. La fundación es una especie de museo, con obras de arte, con una biblioteca espectacular, un sitio sobrio y silencioso, castellano, manchego de manual. Dormir en un museo, de eso se trata. Levantarte de la cama y visitar las obras de arte que pueblan la casa, sin apenas cortapisas, más que el sentido común. Y ojear los manuscritos en la biblioteca. Los precios son más que asequibles y la naturaleza absoluta espera al otro lado de la puerta.