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Cuando llega el primer fin de semana de agosto, todas las miradas se vuelven hacia el río Sella. Las localidades de Arriondas y Ribadesella se preparan para celebrar su fiesta grande: Les Piragües, o lo que es lo mismo, el Descenso Internacional del Sella.
Considerada la prueba de piraguas más importante del mundo, fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. Reúne a miles de palistas y aficionados que, en un ambiente a mitad de camino entre el deporte y la fiesta popular, se lanzan del playazo de Arriondas para descender los 15 kilómetros del río Sella que les separa de Ribadesella.
La prueba se inició en 1930 y este año celebrará su 82 edición. A las 12 de la manaña del próximo sábado 4 de agosto se dará la salida a los participantes. Día grande de los piragüistas, desde luego, pero también de todo el que quiera pasar un buen rato en una celebración completamente popular. En torno al descenso, un fin de semana lleno de celebraciones con desfiles, gigantes, cabezudos y un tren fluvial único, convoy colmado de collares de flores, charangas y alegría a discreción que parte de Arriondas y sigue el descenso de las piraguas.
Si, en vez de participar en el descenso internacional, lo que se quiere es hacerlo de manera menos multitudinaria y más relajada, abundan en la comarca empresas de turismo de aventura que brindan la posibilidad de hacerlo, con o sin guía, y con o sin piragua propia, en cualquier fecha del año.
Viajar en barco por mitad de las estepas cerealistas castellanas es una de las opciones de ocio y turística más singulares que ofrecen nuestros ríos. Singladura por la historia ilustrada española, este paseo acuático por el ilustrado del Marques de la Ensenada. Iluminado ministro de Fernando VI, apadrinó el proyecto de la construcción de este canal a mediados del siglo XVIII.
Se buscaba una vía fluvial entre la meseta castellana y el cantábrico, para el transporte hasta el mar de la inmensa producción de cereal. El proyecto contemplaba unir los campos segovianos con Reinosa y Santander por un conjunto de cuatro canales. La falta de fondos y las dificultades orográficas del terreno fueron demorando las obras.
Se construyeron 207 kilómetros repartidos en tres canales con forma de Y invertida, con anchuras entre once y 22 metros, el Canal de Castilla está considerado una de las obras de ingeniería civil más importantes de la historia de España. A mediados del siglo XIX vivió su época de esplendor, con más de 350 barcazas operando en las aguas. La llegada del ferrocarril supuso el fin del proyecto acuático, que quedó anclado en mitad de la estepa cerealista castellana.
Su conjunto de dársenas, esclusas, molinos y canales es un importante patrimonio que se conoce en este paseo por la historia ilustrada de España. El uso turístico del canal lo ha rescatado del olvido. Hay diferentes recorridos fluviales a bordo de barcazas motorizadas, como las que parten de los puertos de Medina de Rioseco y Herrera de Pisuerga que, además de recorrer el canal cruzando sus esclusas, visitan antiguas fábricas, molinos y otros edificios históricos.
El Noguera Pallaresa es la universidad del rafting de nuestro país. Considerado uno de los tres mejores ríos de Europa para practicar rafting, la categoría de sus tramos hicieron posible que en estas aguas se iniciase este deporte en España. Aunque puede practicarse durante todo el año, la época más recomendable para el rafting es entre mayo y junio. El retraso meteorológico y las abundantes lluvias de primavera, han retrasado hasta julio el mejor periodo.
Este río que recorre las comarcas del Pallars, en el Prepirineo catalán, tiene la ventaja de mantener un caudal bastante constante, debido a la regulación de las centrales hidroeléctricas situadas aguas arriba de las zona de rafting. Con una longitud de 35 kilómetros, el tramo fluvial entre Llavorsí y el desfiladero de Collegat acoge trechos de diferentes dificultades, incluidos infantiles y de iniciación.
Corto, accesible y sin grandes dificultades, el Formiga es el descenso más popular de nuestro país para iniciarse en el barranquismo. Está situado en la Sierra de Guara, el mejor territorio del continente europeo para practicar el deporte arriesgado de bajar por los ríos que discurren por barrancos, cañones y desfiladeros.
La variedad de los pasos que se descienden es otro de los valores de esta joya del barranquismo. Saltos, sifones, toboganes, cascadas, rápeles, cuevas, bóvedas, marmitas, estrechos... el Formiga tiene de todo en pequeñas cantidades, algo recomendable sobre todo para los neófitos.
Situado al pie del Tozal de Guara, la montaña más elevada de la Sierra de Guara, este descenso tiene una longitud de 1,5 kilómetros y un desnivel de 90 metros. Puede ocuparnos hasta tres horas, a las que hay que añadir una más que se gasta en la aproximación al inicio del barranco. El único problema del Formiga son las aglomeraciones de barranquistas que se producen algunos fines de semana de verano.
Hasta hace unos años, al Duratón se iba a ver buitres y a comer cordero a Sepúlveda. O llegado el momento, de romería a la ermita de San Frutos Pajarero. Hoy se hacen muchas más cosas, como piragüismo en sus aguas remansadas. El recorrido de las tranquilas hoces es una sorprendente manera de recorrer este espacio declarado Parque Natural, precisamente por la importancia de su colonia de buitres leonados, la más importante de Europa.
Piraguas, kayak, canoas, paddle surf e incluso hidropedales son las distintas posibilidades de navegación en el río segoviano. Los recorridos pueden ser guiados o hacerlos por libre. Los expertos señalan que, al tratarse de aguas tranquilas, no se requiere ninguna condición física especial. Antes de salir se imparten indicaciones sobre el uso de las embarcaciones y el comportamiento que hay que llevar dentro las hoces.
El kayak es una actividad más activa que las tranquilas piraguas. Se practica en aquellos ríos con caudal vivo o en aguas bravas. El kayak es una embarcación de tamaño similar al de las piraguas, pero con gran maniobrabilidad. Se impulsa con una única pala de doble hoja, en vez del doble remo de las barcas tradicionales.
El kayak es la embarcación que utilizan los inuit para desplazarse y cazar en aguas de Groenlandia y norte de Norteamérica. La llevan usando desde hace 4.000 años. Mientras que las piraguas admiten dos o más personas, el kayak es una embarcación individual. En lengua inuit, viene a signifcar 'bote de hombre', en alusión a que sus dimensiones y que es para un solo tripulante.
El Alto Tajo es un lugar muy recomendable para el kayak. Por la naturaleza de sus aguas, mucho más vivas que ríos como el Duratón, pero sin alcanzar la bravura de las del Noguera y otros ríos pirenaicos. La zona se sitúa en las estribaciones del Sistema Ibérico, entre Cuenca y Guadalajara. Pertenece al Parque Natural del Alto Tajo, uno de los espacios naturales protegidos más extensos de España, cuyo sistema fluvial cuenta con abundantes cañones, estrechos y rápidos.
Además de ser un espacio natural protegido de excepcionales valores, las Arribes del Duero son uno de los rincones más salvajes y apartados del amplio cauce del Duero. Situado entre Zamora y Salamanca, se prolonga hasta la frontera portuguesa, uniéndose al parque natural situado al otro lado. Los viajes se hacen en catamaranes panorámicos que facilitan la visión de los altos acantilados por donde discurre el río. Entre las diferentes ofertas, una de las más interesantes es el Crucero Medioambiental Arribes, de la Estación Biológica Internacional EBI.
Transita la nave por el espectacular Gran Cañón Europeo y navega por aguas internacionales hasta Miranda do Douro. Junto con la singladura se realizan actividades ambientales didácticas e interactivas con diferentes especies, como nutrias.
El hidrospeed es el más minimalista de los deportes de agua. No es otra cosa que bajar por ríos de aguas bravas agarrados a una pequeña tabla con forma de trineo. Esto ha hecho que el deporte también se conozca como trineo acuático.
Los navegantes deben ir con casco, chaleco y aletas. Se recomienda también un traje de neopreno, para protegerse de las bajas temperaturas del agua. Las piernas van directamente en el agua, pues el trineo solo alcanza hasta la cintura. Con ellas, y con movimientos del cuerpo, se impulsa y dirige el rumbo de la bajada. El río Miño, y sus afluentes Tea y Ulla, están entre los destinos más exóticos para practicar este intrépido deporte. Estos ríos tienen zonas de rápidos y corrientes vivas idóneos para el hidrospeed.
Para practicar este deporte se precisa tener como mínimo 12 a 14 años (según las empresas), saber nadar y una mínima forma física. Los descensos se realizan en grupos reducidos, entre 4 y 6 navegantes, siempre dirigidos por un monitor que viaja junto al grupo en una piragua.
Pensar en cruceros es pensar en grandes travesías marítimas, de ciudad en ciudad mediterráneas o de una punta a otra del Caribe. En la desembocadura del Ebro un gran número de empresas organizan otros cruceros bastante más domésticos, pero no menos turísticos. Recomendables por el interés de las aguas y el entorno que recorren. Espacio natural protegido y uno de los deltas más importantes del Mediterráneo, el del Ebro es un parque natural que abarca 320 kilómetros cuadrados, vertebrados en torno al tramo final del gran río antes de su desembocadura en el Mediterráneo.
Espacio acuático formado por extensos arrozales, grandes lagunas y numerosos canales, es lugar sobresaliente por su peculiar flora y fauna alada y piscícola. Viajar a bordo de domésticos cruceros fluviales, la manera más sencilla de descubrir decenas de aves.
Las Pasarelas de Alquézar forman uno de los senderos más exitosos que se han trazado los últimos años en el Prepirineo. Con salida y llegada en la capital de la Sierra de Guara, esta corta ruta permite vislumbrar la naturaleza del macizo montañoso oscense. El paseo arranca en la plaza Mayor de Alquézar. Enseguida empieza el abrupto descenso por el Barranco de la fuente, que se abre bajo los muros de la Colegiata del pueblo. Una sucesión de pasarelas y escalones circulan por el interior de un espeso bosque que crece entre los paredones calizos.
No se tarda en llegar al fondo del cañón del río Vero. A escasa distancia está la espectacular Cueva de Picamartillo. Continúa la ruta por una pasarela colgada en mitad de la pared, encima de las aguas. Nuevas pasarelas sobre las pozas del río conducen a la represa y la antigua central hidroeléctrica de Alquézar. Un tramo en subida permite continuar hasta el apartado mirador del Vero, para regresar finalmente hasta Alquézar.
Con tres kilómetros de longitud y menos de 200 metros de desnivel, la ruta se realiza en un par de horas. Carece de dificultades y puede realizarse sin guía, aunque conviene prestar atención y llevar buen calzado, pues hay muchas zonas mojadas en las que es fácil escurrirse.
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