
Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Llançà tiene 22 playas y calas repartidas en siete kilómetros de litoral, podemos recorrerlas todas caminando a través del Camí de Ronda GR92, un sendero que discurre por playas y acantilados. En su término municipal se encuentran, además, dos parques naturales. A un lado, el Parque Natural de Cabo de Creus, con preciosas playas y pequeñas calas de ensueño. Al otro, la Sierra de la Albera, con un sinfín de caminos por recorrer.
Estamos en la Mar d’Amunt, la “Mar de Arriba”, que es como se conoce al litoral de la Costa Brava que se encuentra por encima del Cabo de Creus. Hacia el sur encontramos las playas de la Farella y Cau de Llop, entre otras. La más turística de las playas de Llançà es la playa del Port, de arena dorada y gruesa, ubicada en el barrio portuario. Desde aquí comenzamos nuestra ruta hacia el norte en busca de las playas más desconocidas y salvajes.
La de Grifeu es una hermosa playa de arena fina. Su fácil acceso en coche y zona de aparcamiento facilita que también suela estar muy concurrida en verano. Llama la atención el 'Tamarindo' que, en medio de la playa, da sombra a los bañistas más madrugadores. En esta playa se encuentra el restaurante ‘Blau Grifeu’ donde es posible tomarse unas sardinas con los pies en la arena o probar el suquet de bacallà.
La playa de Argilera, seguramente no sea la más cómoda para bañarse, pero es perfecta para relajarse y disfrutar de la vista panorámica que nos ofrece el Mediterráneo. Es una playa rocosa en la que podemos sentarnos en una de las doce tumbonas de obra que invitan al relajo y la contemplación.
Junto a ella, casi escondida, se encuentra la pequeña cala de San Jordi, también conocida como Platja d’en Jordi, en la que está permitido el baño con tu mascota. Esta playa canina es de arena y pequeños guijarros y no suele estar muy concurrida. Sin duda, estas dos playas son las preferidas para pasear con nuestros amigos de cuatro patas.
En el Camino de Ronda a su paso por este enclave se encuentra el Monumento Memorial al Exilio Republicano. Por este mismo lugar, miles de republicanos pasaron en su camino hacia Portbou y el exilio francés huyendo de la represión franquista. Una auténtica avalancha humana que, entre los meses de enero y febrero de 1939, intentaba alcanzar la frontera francesa mientras eran bombardeados de manera reiterada. “Que el presente nunca olvide las huellas del pasado”, puede leerse en letras rojas en el suelo junto a huellas de caminantes.
Seguimos por el Camino de Ronda hacia el norte, por un tramo especialmente cuidado por los propios vecinos que lo han decorado con barcas, flores y carteles que animan a cuidar y preservar el entorno. Aquí se funde el mar con los Pirineos. Los fuertes vientos que recorren la zona, especialmente la Tramuntana, y el oleaje han ido moldeando esta parte del litoral, configurando un perfil abrupto y hermoso.
La primera de las playas es la de Canyelles. De arena fina y con forma de medialuna que la hacen especialmente bonita y atractiva. En ella se pueden realizar multitud de actividades acuáticas como el buceo o el paddle surf. Contigua a la playa de Canyelles se encuentra la playa del Cros, una cala de arena oscura mezclada con guijarros.
En la costa podemos ver todavía restos de maquinaria para la pesca que nos recuerda que Llançà ha sido una población pesquera desde la antigüedad. Estas playas forman parte de la ruta de las artes de pesca de Llançà. Diferentes paneles informativos nos ilustran sobre las artes de pesca que se practicaban, tales como la pesca al candil, el palangre, las soltas, el batre y el reganar.
El paisaje que rodea la playa del Cros es un entorno casi salvaje; la vegetación costera es densa, con pinos piñoneros, hierbas aromáticas y matorrales que descienden hasta el mismo borde del agua. En los caminos de arena nos encontramos con una señal que nos indica que estamos en la famosa Línea P, una línea defensiva construida durante la época franquista. Exploramos el búnker “Cap de Ras”, construido por el gobierno republicano como defensa durante la Guerra Civil Española.
Continuamos caminando hacia el norte para llegar a la más secreta y hermosa de las playas de Llançà, la cala Bramant. Ante esta playa esculpida a golpe de viento entendemos por qué la llaman la Costa Brava: es mediterránea, sí, pero también brutal. Desde arriba las vistas son soberbias, abajo, flanqueada por las paredes de más de diez metros del acantilado, la sensación de estar en el paraíso es indescriptible. Una combinación geológica y erosiva de siglos ha creado un entorno casi virgen y natural de aguas cristalinas. Los lugareños la conocen también como “Cala de los Amantes”, debido a que su ubicación escondida permitía los encuentros furtivos de las parejas bajo la luz de la luna.
Una curiosidad: en 1862 apareció en este cabo una enorme ballena varada incapaz de volver al mar. Fue arrastrada a tierra por los pescadores de Llançà y su esqueleto, adquirido por la Universidad de Barcelona, hoy podemos verlo expuesto espectacularmente en suspensión a la entrada del Museu Blau, en el edificio del Fòrum de Barcelona.
Es el nombre que recibe la parte antigua de la localidad, situada hacia el interior y alejada del puerto de Llançà. El ambiente es local y genuino, con ese aire retro de los pueblos de nuestra infancia.
El lugar perfecto para tomarnos un refresco es la Plaza Mayor a la sombra del Árbol de la Libertad -un gigante platanero plantado en 1870 como símbolo de las libertades conquistadas por la Revolución Francesa- o un dulce de la pastelería artesana ‘Ricart’, donde Xavi Ricart sigue la tradición repostera iniciada por su abuelo en esta misma plaza. Sentarnos en el zócalo o en las escaleras de la Iglesia nos devuelve a aquellos veranos lentos y golosos.
En la plaza también se encuentra la torre del homenaje, que le da un aire marcial y medieval a todo el conjunto. En el Museo de la Acuarela, en la misma plaza, podemos apreciar obras de artistas locales y, además, podemos acceder con nuestra mascota.
La oferta de hoteles en Llançà es amplia, vale la pena pasar unos días para disfrutar de manera reposada de sus playas y paisajes y, desde aquí, hacer excursiones a otros lugares de la Costa Brava. Nosotros elegimos el ‘Hotel Grimar’, donde encontramos ese aire vintage que nos enamora de Llançà. El hotel fue fundado en 1967 por el matrimonio de Marcel-lià Navarra Gil y Amelia Llobet Dar, y el nombre es un homenaje a sus hijas Griselda y Maricarmen. En la actualidad es la tercera generación quienes están al frente de este hotel de 45 habitaciones recientemente reformado ubicado en pleno Parque Natural de Cap de Creus.
En el ‘Grimar’, el ambiente es familiar y el trato, cercano, muchos de los clientes son los niños que en los 70 y 80 veraneaban en el hotel con sus padres y ahora ellos vienen con sus hijos. Los amplios jardines y, sobre todo, la enorme piscina, hacen las delicias de grandes y pequeños. Además, son pet friendly y puedes alojarte con tu perrete.
En la cocina Luis, tercera generación, y su madre Mitona, que se encarga de la despensa, ofrecen una cocina que apuesta por el producto de proximidad y las recetas tradicionales con un toque de modernidad. Lo mejor del ‘Grimar’: la tranquilidad, la brisa que llega desde el mar y el desayuno buffet con el que coger fuerzas para otro día de aventuras en el mar.
En general... ¿cómo valorarías la web de Guía Repsol?
Dinos qué opinas para poder mejorar tu experiencia
¡Gracias por tu ayuda!
La tendremos en cuenta para hacer de Guía Repsol un lugar por el que querrás brindar. ¡Chin, chin!