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Ese tesoro lo tiene desde que el hombre pasó de cazador a recolector; desde que las aldeas neolíticas se transformaron en grandes asentamientos, luego ciudades, a orillas del río Indo (India), el río Amarillo (China), el Nilo y Egipto o los ríos Eufrates y Tigris en Mesopotamia. Los ríos entraron a formar parte de las grandes religiones, pero no hace falta marchar hasta las orillas más exóticas de esos caminos del agua para disfrutar de sus beneficios. Somos más humildes. Como agua y poesía están vinculadas, basta con llegar a un pueblo con río, arroyo, barranco o poza, para disfrutar. Andando, o sentado con poesía, a lo Raymond Carver:
“Me fascinan los arroyos y la música que crean.
Y las corrientes, entre prados y cañas, antes
de tener oportunidad de convertirse en arroyos”.
Porque en España disfrutamos de “unos 35.000 ríos, arroyos, barrancas, gargantas y riberas”, según el Instituto Geográfico Nacional, lo que nos sitúa como el país europeo con mayor número de ríos. Disfrutemos de ellos, ya sea oyéndolos reír, paseando, explorando, nadando o solo mirando. De Oeste a Este, de Norte a Sur de la península, en Guía Repsol hemos escogido los que no olvidamos -más allá de los grandes y famosos-, los que nos gustan y donde volveríamos un día y otro. ¡A disfrutarlos!
Sostiene Ana Caro en la redacción que caminar por la orilla del Cabe, el río que atraviesa Monforte de Lemos, es una pasada. Hace casi un siglo que este camino de agua forma parte del centro urbano de la villa, gracias al Paseo del Malecón. Desde 1929 se llega a su paseo desde la Plaza del Doctor Goyanes y es particularmente agradable en verano y otoño. Los que tengan el día andarín pueden llegar sin abandonar la margen del Cabe hasta la parroquia de Piñeira: un largo paseo para procesar todo lo aprendido en la villa. En vuestra mano está dar primero un paseo por la orilla para haceros con el ambiente de Monforte o, la opción de la mayoría, visitar antes el Colegio de Nuestra Señora de la Antigua. Se construyó bajo orden de un confesor de Felipe II. Ambas decisiones serán un acierto.
El Arnoia se luce a su paso por Allariz, el pueblo de Fernán Gómez y La lengua de las mariposas, o del único hombre lobo juzgado. El río se merece una mirada reposada en sus bien cuidadas orillas, por fuera de la muralla. Es el río más largo de la provincia de Ourense (84,5 km). Rodea el exterior del pueblo y es un caso claro de cómo su camino, en ese tramo casi llano, llevó a levantar está villa y la muralla. Porque hubo una muralla, cuyos restos se observan en diferentes tramos.
El río Tambre hace de Muros-Noia un lugar inolvidable cuando su agua se enrolla con la del Atlántico. Pero es que este es un río de cuento, sin exageración. El recorrido desde su nacimiento -la geografía consensuada dice que nace en la Laguna de Sobrado dos Monxes, a 510 metro de altitud, mucho para este territorio a pie de mar- no es corto, unos 139 kilómetros. Cuando llega al estuario de Noia ha dejado atrás aldeas y pueblos maravillosos, en donde es fácil encontrar una ruta en sus orillas: la de la Pesquería del Tambre -donde está la central electrica diseñada por Antonio Palacios- es una pasada Y no exageramos nada.
San Tirso es un pueblo asturiano que tiene la suerte de estar pegado al río Eo. Un río modesto de nombre, solo dos vocales, pero esa modestia es falsa. Cuentan la historia que Eo proviene de la palabra Ego, que en la época romana se alternaba con Egoba. Los habitantes de sus riveras tenían mucho “ego” o al menos Plinio el Viejo los llamaba los Egobarri. Bromas aparte, a Javier Martínez Mansilla le entusiasma esta vía verde: “El Eo dibuja la frontera entre Asturias y Galicia, se va deslizando desde los montes de la Sierra de Neira y el Valle de Lorenzana rumbo al mar Cantábrico. Es el extremo occidental del Principado, una zona solitaria, ajena a la fama y trajín de la vertiente oriental”. Una pasada de santuario natural para recorrer en bici.
Luarca es una de esas poblaciones que siempre se mencionan en Asturias como de obligada visita, pero se cita poco al río Negro, que la conforma en su entrada al Cantábrico. Es modesto, pero matón. Solo tiene 11,7 kilómetros de largo, pero su camino hasta el Cantábrico es accidentado, por los Picos de Europa. Nace en el Sellon, en el concejo de Villayón. Aunque pequeño, solo en Luarca tienes siete puentes para cruzar el río Negro, decenas de locales de hostelería y, por supuesto, embarcaciones que contemplar.
Subiendo el pueblo, el barrio de El Cambaral preserva los orígenes de Luarca, con calles estrechas y antiguas que te conducirán hasta el espectacular cementerio, con unas vistas impresionantes. También verás la Mesa de Mareantes y Navegantes, con un azulejo de cerámica que narra la historia épica de sus marineros, y la Ermita de la Blanca. En Luarca nació el Premio Nobel de Medicina Severo Ochoa, del que puedes visitar la casa natal y una exposición permanente.
En Valdepeñas de Jaén, el agua ha sido desde siempre un regalo que nunca ha escaseado gracias al río Vadillo. Un sendero discurre junto al río que se extiende a lo largo de un kilómetro, rodeado de árboles frutales y más cultivos de regadío. Bajo la sombra también de la vegetación silvestre Lara Villanueva hizo la Ruta de las Chorreras, una de los principales recorridos a pie de la provincia de Jaén. El que se anime tiene que visitar también, el Molino de Santa Ana, que funciona desde el siglo XVI.
Los Picos de Europa y el Camino Lebaniego son una de las debilidades de los periodistas que escriben la guía. Y los afluentes del Deva, como el Quivieso por Potes, encabeza ese vicio, como capital de Liébana . La “villa de los puentes” del Quivieso es un reducto medieval de estrechas calles de pavimento empedrado, de fachadas con balcones de madera, de galerías portaladas y monumentos como la Torre del Infantado o la antigua iglesia de San Vicente. Este templo está declarado como Monumento Histórico Artístico y toda la villa de Potes como Conjunto Histórico (Bien de Interés Cultural) desde 1983. Es uno de los destinos preferidos de Cantabria para los amantes del montañismo e importante parada en el Camino de Santiago y la Ruta Lebaniega. Entre sus callejuelas encontramos coquetas tiendas donde comprar productos de la zona como la miel de flores o licores como el de orujo, la crema de café o el aguardiente de la tierruca.
El río Nansa nace en la Sierras de Peña Labra y Peña Sagra cuya cumbre, que supera los 2.000 metros, es conocida como Cuernón de Peña Sagra. Empiece desde ahí o desde Tina Menor, recorrer su margen va a ser siempre una sorpresa para el paseante, como lo fue para Ana Cañil. Conviene prestar atención a las cuevas, como la de El Soplao o la de Chufin, con sus pinturas prehistóricas protegidas, y a los embalses como Palombera, donde han creado una escalera para que los salmones puedan seguir río arriba. En Muñorrodero se encuentra el inicio de la senda fluvial y merece la pena darse un paseo por las cuidadas calles de Celis y Celucos. Para tomar un café y un sobao en un verdadero punto de encuentro entre jóvenes que llegan a hacer SUP, sabios de la zona y peregrinos, hay un buen lugar en Tina Mayor: ‘La Barca’.
El Miera tiene poco más de 4 kilómetros de camino hasta el Cantábrico, pero en Liérganes saben muy bien todo lo que le deben. Además de los paisajes, durante siglos ha dado vida a los pueblos que se han asentado en sus orillas y eso los pasiegos lo conocen de sobra. Ferrerías, molinos, pastos que se benefician de su ímpetu. “Nace a más de 1.250 metros de altitud en el Pico del Fraile, en pleno Portillo de Lunada; en medio de un valle glaciar por el cual sus aguas descienden entre estrechos desfiladeros. Tras bajar encajonado por San Roque y Miera, en su tramo medio el río se abre y ensancha en Rubalcaba, ya en el municipio de Liérganes” dice el ayuntamiento, que presume todo lo que puede del Miera.
En su recorrido por territorio de Liérganes te toparás con puentes y presas. Y con antiguos molinos. Siempre verde, siempre cantando. La villa está ligada a la leyenda del hombre pez, que como todas las leyendas tiene algo de real (su protagonista, Francisco de la Vega) y algo de ficción (su variado final). Francisco de la Vega nació en la localidad en 1.660 y, tras arrojarse al río Miera, desapareció en el Cantábrico. Cuentan que fue localizado años después, perdida la razón y el habla, en la bahía de Cádiz.
A pocos kilómetros de su nacimiento, el gran río, el Ebro entra en una comarca poco conocida en el corazón de la península. Valderredible -el nombre es literalmente, a las orillas del Ebro- tiene 53 pueblos, nacidos a lomos de las aguas del poderoso caudal que reparte vida de Oeste a este de la península. Hace más de mil años, ermitaños, eremitas o ascetas -todos los nombres valen-, cansados del ruido y previendo las peleas que se avecinaban entre nuestros reyes visigodos y los árabes, escogieron la la comarca de agua abundante para una vida secreta, sin alharacas. Recorrer los pueblos por la orilla, descubrir -porque aquí se descubre aún- es un regalo para quien te acompañe.
En Balmaseda se habla de chocolates, de olla ferroviaria, del buen comer o del puente medieval, pero menos del río al que debe tanto, el Kadagua o Cadagua. Y eso que cuando baja contento, hasta arriba de agua, desborda y es un espectáculo notable. Escrito con C o con K, todo depende de quien lo describa. Nace en la provincia de Burgos (a unos metros de un pueblo llamado Cadagua) pero a su llegada a Balmaseda, en tierras de Vizcaya (Bizkaia) en Euskadi le escriben con K. Cosas de la geografía y riqueza de la península.
El río, que no sabe de esas cosas, tiene su fuente de origen bajo la peña de La Magdalena (871 m), a unos centenares de metros del pueblo burgalés de Cadagua, a unos 430 m. de altitud, dominado por las cresterías calizas y por debajo de un bosque de hayas. Hay una ruta de más de dos horas, recorriendo sus orillas por Balmaseda, que da salud para mucho más que una semana. Ojo, que además de comer y chocolatear, también tiene pasión por el caudal unas pocas veces al año.
Ya lo contó Yasmina Jiménez: un poco antes de abandonar este país para entrar en Portugal, el Tajo se coloca una diadema que le viene como anillo al dedo en su exhibición de elegancia natural, el Puente Romano de Alcántara. A la altura de esta localidad cacereña, el río se adentra en su propio parque natural para despedirse de España y saludar al país vecino. Desde la obra romana hasta las construcción de la Orden de Alcántara, se trata de un pueblo perfecto para viajar en la historia, y también es una buena oportunidad para disfrutar de un crucero transfronterizo: “Lo bonito es que estás navegando por un lugar en el que en una orilla ves un país y en la otra, otro; y en cada uno son zonas protegidas, con toda su fauna y flora”, explicaba Mónica Vázquez, monitora del centro de interpretación.
El Camí del Riu es un recorrido de poco más de 40 kilómetros por el cauce de los ríos Mediona-Bitlles, Lavernó y Anoia, que serpentean por seis municipios del norte de la comarca del Alt Penedès: Mediona, Sant Quintí de Mediona, Sant Pere de Riudebitlles, Torrelavit, Subirats y Sant Sadurní d'Anoia, "la capital del cava". Los viñedos, sobre todo de xarel·lo, macabeo y parellada, nos acompañarán en esta ruta por el tramo más vegetal y húmedo, donde turistas y locales suelen refrescarse en primavera y verano. A Eduardo Sánchez y Alfredo Cáliz les encantó, sueñan con volver. Ya sea con familia o pandilla de amigos, Les Deus de Sant Quintí son un valor seguro. Si además te instalas al resguardo de chopos, olmos y fresnos, la parte más húmeda y vegetal del Camí del Riu, este espacio fluvial del Ampordán despeja la sensación de falta de agua.
“De la HBO a Los Ángeles Times, nadie que haya pasado por Besalú ha dejado de rendirse a sus encantos. Un primoroso pueblo medieval a 35 kilómetros de Girona espera al viajero, con una agreste naturaleza que invita a encastillarse ante la llegada del frío”. O eso es lo que cuenta Natalia Araguas cuando escribe de Besalú, cuyo núcleo urbano comenzó a prepararse como monumental allá por el siglo X. Mucho se habla de la villa, de su puente y su muralla. Pero como en los otros casos, no sería gran cosa sin el río Fluviá. No es corto (70 kilómetros) y nace en las montañas del Collsacabra (Falgars d'en Bas) y desemboca en el Mediterráneo en las Marismas del Ampurdán, cerca de la localidad de San Pedro Pescador, tras hacer camino por La Garrocha y Alto Ampurdán. Tiene personalidad marcada, con orígen de emperador. Los romanos le llamaron Clodianum, al parecer derivado de Claudius. El parque natural de la zona Volcánica de la Garrocha le debe mucho.
¡Cuántas alegrías nos ha dado en las últimas décadas la comarca de Las Merindades!. No nos cansamos de regresar. Merece la pena entrar por Puentedey y mirar al Nela con mucho cariño. Su cauce es el escultor de pueblos de la comarca bellísimos. El conjunto pertenece a la Asociación de Pueblos Más Bonitos de España. Uno descubre por qué nada más encontrarse el puente sobre el Nela. El esfuerzo del agua por consumir la roca ha ido creando con el paso de los años esta gigantesca pasarela natural de piedra, que protagoniza buena parte de las instantáneas de Puentedey. Además de cruzar el puente, es un placer caminar por las callejuelas de esta localidad de tan solo 50 habitantes. A saber, la geografía oficial (Agricultura) asegura con razón que “es uno de los cauces más bellos de la provincia de Burgos. Nace en las proximidades de Busnela, en los Montes de Somo, en el término municipal de Merindad de Valdeporres”. Tiene 75 kilómetros de belleza hasta que llega al Ebro.
A Beatriz Vigil le fascina viajar con sus hijos haciendo planes. Por eso las Hoces del río Duratón se convierten en un plan perfecto para pasar el día: hacer kayak en este parque natural con la mayor colonia de buitres leonados de Europa es todo un espectáculo. Durante 27 kilómetros el río Duratón discurre por un cañón con caprichosos meandros y paredes de hasta 100 metros de altura. Es una imagen perfecta para colgar en Instagram pero, además, este paisaje se ha convertido en el hogar de más de 400 especies de aves, entre las que destaca el buitre leonado, el águila real y los halcones peregrinos. Estamos en Segovia, accediendo al Parque Natural de las Hoces del río Duratón desde el municipio de Sepúlveda. Los otros pueblos del Duratón, donde se respira paz, son Villar de Sobrepeña, Villaseca y Aldehuelas de Sepúlveda.
Castronuño tiene dos partes. La urbana, elevada sobre una loma, permite contemplar el eterno horizonte de la meseta y constatar el cambio de paisaje según la mirada va de izquierda a derecha, o viceversa. A la derecha, el río Duero serpentea desde la lejanía atravesando campos amarillos, hasta que empieza a ensancharse al tomar una curva y dirigirse hacia la cercana presa de San José. A la izquierda, el cauce entra en un carril verde, entre frondosa vegetación, para detenerse ante los muros del embalse. Como cuenta Juan N. Garcia, la Reserva Natural Riberas de Castronuño, en Valladolid, ofrece al visitante paseos por una hermosa senda a través de la naturaleza y paisajes cambiantes todo el año. Y una forma de abordar un gran río como el Duero.
Poco hay que recordar de este monstruo alegre, porque lo que reza la geografía oficial es muy cierto: sus más de 890 km lo convierten en el tercero más largo de la Península y en una de las cuencas hidrográficas esenciales para nuestro ecosistema. El Duero inicia su recorrido a 2.160 m de altitud, en la parte meridional del pico de Urbión, en el término municipal de Duruelo de la Sierra. Parte de su recorrido discurre por Portugal, y desemboca en la ciudad de Oporto, a orillas del océano Atlántico. En España, su cauce atraviesa las provincias de Soria, Burgos, Valladolid, Zamora y Salamanca. Poco más que añadir, salvo que si preguntas en España por un río y un poeta, el Duero y Antonio Machado ganarán la partida.
Este afluente del Guadiela, creador de un paraje que es orgullo de la provincia de Cuenca y que forma parte de la cuenca hidrográfica del Tajo, es pequeño, pero soberbio en todas sus facetas desde que asoma entre la roca con nula timidez. “Te encuentras en la barrera travertínica del Nacimiento del río Cuervo. Por ella se precipita el agua, conformando el punto más visitado y fotografiado del recorrido: las cascadas”, reza el cartel que se lee tras la primera impresión. Pasado el rato de examinar de frente, por un lado y por otro, falta explorar todo lo que esconde esa barrera que se deja atravesar por el agua entre roca, líquenes y alguna piedra no tan fácil de penetrar. “El Cuervo baña algo menos de un tercio de esa barrera. El resto se encuentra escondido bajo una masa de pinar”. El hecho de que sea uno de los nacimientos de río más famosos y pequeños es un motivo más para ser muy cuidadoso en su paseo.
La imponente situación geográfica de Ronda es sin duda uno de sus aspectos más célebres. En una cornisa de gran belleza, el río Guadalevín fluye por un profundo tajo y divide el pueblo en dos partes, unidas por el famoso Puente Nuevo. Terminado a finales del siglo XVIII por el maestro Jose Martín de Aldehuela, este puente conecta el barrio antiguo –La Ciudad– y el más moderno, fundado a raíz de La Reconquista. El Mercadillo. Ronda no es solo monumental y torera, también es muy paisajística, con un carácter muy peculiar. Una de las panorámicas más espectaculares y olvidados puede contemplarse desde el conjunto rupestre de la Virgen de la Cabeza, una ermita excavada en la roca y a menos de tres kilómetros de la ciudad. El Guadalevín tiene su cabecera en la increíble Sierra de las Nieves, más concretamente en la cañada del Cuerno, núcleo del pinsapar de Ronda.
Pueblos con ríos