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El castillo impone desde la peña sobre la que está construido.

Pueblos bonitos de Jaén

11 pueblos que atesoran la belleza de Jaén

20/10/2024 –

Actualizado: 14/09/2023

Escenario de excepción de algunas de las disputas más relevantes entre árabes y cristianos durante siglos, la provincia de Jaén cuenta por decenas sus múltiples castillos y fortalezas herederas de este periodo. También presume de la obra de algunos de los mejores maestros del Renacimiento español y, por si fuera poco, muchos de sus pueblos más bonitos combinan esa dosis de historia y cultura con un entorno natural en el que bosques y ríos compiten en belleza con sus famosos mares de olivos.
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1. Úbeda

Úbeda atrapa al visitante nada más llegar, en cuanto comienza ese primer paseo por sus calles, donde rápidamente se entiende por qué han inspirado a ilustres vecinos de la localidad como Joaquín Sabina o Antonio Muñoz Molina. Declarada como Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2003, la tierra sobre la que se asienta lleva observando la evolución de las civilizaciones desde hace 6.000 años, lo que la convierte en la ciudad más antigua de Europa occidental. Prueba de ello son los restos prehistóricos encontrados en la plaza Vázquez de Molina bajo la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares, cuya necesidad de restauraciones desde su construcción en el siglo XIII han hecho que se la conozca como La Maldita y albergue diversos estilos arquitectónicos.

Úbeda

La basílica de Santa María de los Reales Alcázares tras del tren turístico que recorre Úbeda. Foto: David Fernández

Es en esta plaza donde se erigen los principales argumentos monumentales que hicieron que la localidad se integrase dentro del catálogo de maravillas de la UNESCO. Aquí se pueden observar obras maestras como el antiguo Pósito, la cárcel del Obispo, el Palacio Vázquez de Molina, el Palacio del Deán Ortega y la Sacra Capilla del Salvador. Este último inmueble es una de las obras más destacadas del Renacimiento español y gran orgullo de los ubetenses, pues supone la primera capilla funeraria privada construida en la península (1536), albergando los restos de Francisco de los Cobos y Molina, secretario de estado de Carlos I y gran impulsor del arte en la comarca.

Úbeda

Los campos de olivos forman estos paisajes en los alrededores de Úbeda. Foto: Roberto Ranero

2. Cazorla

Sobre la Peña de los Halcones y a la vera del curso del río Cerezuelo se levanta uno de los pueblos con más encanto de los montes que componen el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas. El Castillo de la Yedra domina la estampa de este pueblo blanco y recuerda a los visitantes los tiempos en los que los almohades eran quienes gobernaban en esta parte de Jaén. Además, la leyenda de la Tragantía, aquella que recuerda a la princesa árabe que acabó tornándose en un ser mitad mujer y mitad lagarto en la mazmorra bajo la Torre del Homenaje, aporta la dosis de misticismo que toda fortaleza que se precie merece.

Castillo la Yedra Cazorla

Las vistas del Castillo de la Yedra desde la carretera que lleva hasta su puerta. Foto: Roberto Ranero

3. Baeza

La visita a Baeza es obligada para quienes tienen en su itinerario descubrir algunos de los mayores tesoros arquitectónicos de la provincia. Se trata de una de las localidades con mayor trascendencia de Jaén, con elementos que indican su poblamiento desde la prehistoria y uno de los grandes núcleos ya en tiempo de los íberos, como demuestra la Fuente de los Leones. Declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad en 2003, el conjunto monumental renacentista que rodea la plaza de Santa María -donde se ubica la fuente homónima-, el palacio de los Cabrera, el Seminario San Felipe Neri y la Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza son los grandes argumentos de la ciudad para formar parte de esta categoría.

Baeza

La plaza de de Santa María acoge muestras exquisitas del Renacimiento español. Foto: David Hernández

Este último es el edificio religioso más icónico del municipio. Construido sobre una antigua mezquita musulmana, en la combinación de elementos góticos y rasgos renacentistas se puede encontrar la firma del arquitecto Andrés de Vandelvira y el legado del platero Gaspar Núñez de Castro. Como apunte para los amantes de las letras, no se puede abandonar el pueblo sin intentar dejarse caer por el IES Santísima Trinidad, heredero de la antigua universidad y donde el poeta Antonio Machado impartió clases de Francés y Literatura. Aún quedan objetos del ilustre en el edificio renacentista, como su perchero y su brasero, que recuerdan su trabajo lejos de tierras castellanas tras la muerte de Leonor.

Baeza

El Palacio de Jabalquinto también es símbolo del patrimonio de la ciudad. Foto: David Fernández

4. La Iruela

La Iruela se ha convertido en uno de los destinos predilectos para los amantes del cicloturismo al estar inserto en los Bosques del Sur, una inmensa masa boscosa cuyos caminos resultan de lo más apetecibles cuando de dar pedales se trata. Sin embargo, su patrimonio cultural no va a la zaga del natural, con su antigua alquería árabe como principal exponente.

Castillo La Iruela

El castillo impone desde la peña sobre la que está construido. Foto: Robero Ranero

Sede de los templarios cuando cambió a manos cristianas tras la conquista por parte del Arzobispo de Toledo, Don Rodrigo Jiménez de Rada, siguió experimentando episodios bélicos durante la Guerra de Independencia contra las tropas napoleónicas, que redujeron a ruinas la iglesia de Santo Domingo de Silos, ubicada junto a la fortaleza. Además, los amantes de la música que se dejen caer por el pueblo serrano durante el mes de julio podrán disfrutar del Festival de Flamenco Fusión, que se celebra en el anfiteatro colindante.

El anfiteatro romano que se ve desde el castillo se construyó en los años 90.

El anfiteatro que acoge los espectáculos está junto al castillo y la iglesia. Foto: Roberto Ranero

5. Valdepeñas de Jaén

Historia, entorno natural y gastronomía componen los tres pilares sobre los que se cimenta la identidad de Valdepeñas de Jaén. Una combinación indivisible para entender cómo la abundancia de agua propia de este lugar, entre los ríos Vadillo y Ranera, ha sido clave para la proliferación de molinos harineros, desde tiempos de la época musulmana, y la evolución poblacional del territorio gracias a un alimento básico desde la antigüedad como es el pan.

Valdepeñas de JAén

El protagonista del paraje de Las Chorreras son las aguas del río Vadillo. Foto: Juan Carlos Toro

La mejor forma -y más fresca, todo hay que decirlo- de entender cómo las múltiples cascadas que caracterizan esta parte de la Sierra de Valdepeñas han posibilitado la construcción de estos molinos es recorrer la Ruta de las Chorreras, muy cerca del casco urbano. Se trata de un sendero rodeado de vegetación que sigue el cauce del Vadillo, que cada pocos metros se desploma en forma de catarata, imprimiendo la fuerza necesaria para que los engranajes del molino se pongan en funcionamiento y triture el grano. El Molino de Santa Ana, construido en el siglo XVI y al cargo de la familia de Serafín Parra desde hace 150 años, es el mejor ejemplo de este pilar económico de la zona y el responsable de algunos de los mejores panes que se pueden degustar en todo Jaén.

4. Alcalá la Real

Cruce de caminos y culturas a lo largo de los siglos, Alcalá la Real se convierte en un rincón de la Sierra de Jaén en el que su carácter esento, término que aquí emplean a modo de sinónimo de inquieto y travieso, se respira en cada momento y en cada conversación con los vecinos. Pasear por sus calles con acento castellanoandaluz -aquí reconocen la influencia que tuvo el Reino de Castilla-, lleva de forma inconsciente al castillo sobre el cerro de la Mota. Ya en la parte llana se observa el legado arquitectónico de tradición andaluza en el Palacete de la Hilandera o el Palacio de la Veracruz, reconvertido en un pequeño hotel-boutique, los conventos de San Francisco y de la Trinidad y la iglesia de San Blas, además de los arrabales de Santo Domingo, San Bartolomé y San Sebastián, que se crearon a raíz de la expansión fuera de los límites del cerro y su castillo.

Alcalá la Real
Un 'selfie' con el castillo de fondo es uno de los recuerdos más típicos de Alcalá.

Como cabeza de comarca en la actualidad y su pasado como puerto seco, desde sus albores, Alcalá la Real ha sido un enclave comercial fundamental en la provincia. Mercancías que iban y venían desde Córdoba y Granada rumbo a Castilla fueron dejando una serie de oficios y formas de hacer que se conservan en la actualidad, sobre todo en el apartado gastronómico. Muestra de ello son las particulares chacinas que se alboran en ‘Casa Montañés’ y que tienen en el restaurante del hotel ‘Mirador Tierra de Frontera’ uno de los mejores espacios para degustarlas. Además, los responsables del alojamiento también apuestan por la producción de cervezas artesanas de calidad, un maridaje perfecto para la maravillosa vista que se tiene del castillo desde su terraza.

Alcalá la Real
La terraza de 'Mirador Tierra de Frontera' domina el cielo de Alcalá.

7. Segura de la Sierra

El paso de la cultura musulmana por Andalucía dejó una gran impronta en Segura de la Sierra. El castillo construido en el siglo IX, las tres murallas levantadas por Abul Asward y los baños árabes son los ejemplos mejor conservados de su presencia durante siglos en este rincón inserto en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Unas estructuras que han llegado hasta nuestros días en parte por su utilización tras la conquista cristiana del territorio, con la Orden de Santiago como principal dinamizador de la localidad. De hecho, Rodrigo Manrique, padre del poeta Jorge Manrique, vivió aquí al formar parte de la orden religiosa como maestre.

Una camino con 88 peldaños lleva a la entrada del castillo.

Una camino con 88 peldaños lleva a la entrada del castillo. Foto: Roberto Ranero

Este privilegiado entorno es otro de los argumentos que esgrime el municipio para atraer a decenas de turistas que buscan la tranquilidad del rural jiennense. La Sierra del Segura, donde se sitúa la mayor parte del terreno virgen del parque natural, no solo cobra relevancia por las virtudes ambientales, sino por ser el origen de algunos de los platos más populares de la comarca como el ajo pringue, el guiso por excelencia del invierno de los segureños, elaborado con carnes de caza y tortas finas.

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El castillo construido en el siglo IX. Foto: Roberto Ranero

8. Hornos de Segura

Dos mares se encuentran en los límites de Hornos de Segura: el verde, de los olivos que cubren los campos del municipio, y el azul, de agua dulce y navegable, que supone el inmenso embalse de El Tranco. La mejor perspectiva para apreciar este contraste de tonos se encuentra en la terraza del castillo que domina el pueblo y desde la que, nada más traspasar los muros de la fortaleza, se entiende por qué la Orden de Santiago eligió este enclave como punto de vigía de la zona.

Pantano el Tranco

Así son las vistas del pantano de El Tranco desde el castillo. Foto: Roberto Ranero

Se trata del gran baluarte arquitectónico del municipio y uno de los mejores ejemplos de cómo dar una nueva vida menos beligerante a estos inmuebles, ya que los límites de la fortaleza acogen el Cosmolarium del castillo. Este es un espacio de observación astronómica que aprovecha la escasa contaminación lumínica de la que se disfruta en esta sierra para la investigación.

La fortaleza alberga un centro de divulgación astronómica.

La fortaleza alberga un centro de divulgación astronómica. Foto: Roberto Ranero

9. Martos

El origen de Martos se remonta hasta la Prehistoria, cuando las tribus que habitaban la zona encontraron en el peñón sobre el que se desparrama la localidad un asentamiento ideal desde el que observar la zona. De hecho, hay constancia de que este fue un enclave en disputa durante años entre los lusitanos que poblaban estas tierras y los romanos. Al igual que otros pueblos de la provincia, la ciudad cambió de manos árabes a cristianas durante el proceso de Reconquista, motivo por el que la Orden de Calatrava fue la encargada de erigir el castillo que corona la peña sobre la antigua fortaleza romana.

Vista de Martos con su Castillo de la Peña al fondo. Foto: Agefotostock
Vista de Martos con su Castillo de la Peña al fondo. Foto: Agefotostock

Además de la estructura defensiva de Martos, merece la pena pasear por su casco histórico, declarado como Bien de Interés Cultural en 2003, y descubrir lugares como la Real Iglesia Parroquial de Santa Marta, icono de la localidad por su mezcla de estilos gótico y renacentista y las imágenes y pinturas que alberga la Capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Otro de los imperdibles durante la visita es la antigua Cárcel y Cabildo, sede del Ayuntamiento hoy en día, ejemplo de la arquitectura manierista andaluza y cuya fachada lateral cuenta con inscripciones en latín, datadas en la época romana, en su zócalo.

10. Quesada

Quesada es uno de esos pueblos en los que la apuesta por una escapada integral de cultura y naturaleza resulta un acierto. Como muestra del legado histórico de la localidad aún se pueden observar algunas partes de la muralla que rodeó la ciudad cuando estaba bajo dominio árabe y el característico plano laberíntico de su casco histórico. Más reciente es otro de los espacios destacados en el apartado cultural del municipio como es el Museo del pintor Rafael Zabaleta y el Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa, ubicado en el mismo edificio, donde se encuentran obras y objetos personales del escritor custodiados por su esposa, natural de Quesada, debido a la represión de la dictadura .

Cascada Cueva del Agua de Tíscar. Jaén
Cascada Cueva del Agua de Tíscar. Foto: Agefotostock

En cuanto a su atractivo natural, su privilegiada ubicación en el Parque Natural de la Sierra de Cazorla lo ha convertido en uno de los lugares más buscados por los aficionados a los deportes al aire libre y los viajes en autocaravana. Entre esos paisajes que te dejan con la boca abierta está la Cueva del Agua de Tíscar y su cascada, situada junto a un Santuario y el Castillo de Peñas Negras.

11. Baños de la Encina

La ventajosa orografía sobre la que se asienta Baños de la Encina ha favorecido el poblamiento de este enclave jienense desde la Edad de Bronce. Para muestra el yacimiento de Peñalosa, correspondiente a la Cultura del Algar, que aprovechó los acantilados del valle como protección natural frente a otros grupos y la riqueza mineral del terreno como fuente de recursos. Sin embargo y en cuanto a cuestiones defensivas, el castillo califal que domina la panorámica del municipio es una auténtica joya. Construido en el siglo XII, apenas ha necesitado reformas hasta 2007 debido a su gran estado de conservación, una proeza digna de elogio ya que, además de su cometido como fortificación cuando aquí gobernaba la civilización árabe, la fortaleza también ha servido como cementerio local.

Pueblos de Jaén Baños de la Encina castillo
El castillo califal, del siglo XII, se encuentra en un magnífico estado de conservación. Foto: La Encina Turismo

Extramuros podemos encontrar una de las mejores obras del Rococó en Andalucía. Se trata del camarín de la ermita de Jesús del Llano, un espacio que abruma con la belleza de sus yeserías de motivos vegetales y religiosos, que abrigan la imagen del patrón de la localidad. Además, merece la pena caminar por las calles empedradas del pueblo para llegar hasta el molino de viento, donde la exposición Historias del viento detalla cómo se han aprovechado estos mecanismos para trabajar el cereal desde el Neolítico hasta la actualidad.

Pueblos de Jaén Baños de la Encina camarí ermita
El camarín de la ermita del Cristo del Llano es una de las mejores obras del Rococó en Andalucía. Foto: La Encina Turismo