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Desde la lejanía se observa la blancura de los cantos rodados y piedras que se ha convertido en la seña de identidad de esta cala. Aunque para llegar hasta aquí es necesario hacerlo por carretera, lo cierto es que muchas familias prefieren esta playa a otras de Calpe y hay que buscar el motivo en las alturas, donde se ubica 'Baladrar Beach Bar'. Se trata de uno de los chiringuitos más recomendables de la zona debido a su sombreada terraza, gracias a los pinos que le protegen, una carta con platos de calidad y una interesante programación musical que mejora cuando el sol comienza a caer y tiñe de tonos anaranjados la costa que une Calpe con Benissa.
La bandera azul que indica la calidad de la playa de Xeraco lleva más de 30 años ondeando, garantizando la idoneidad de este arenal de tres kilómetros de longitud y cien metros de ancho que se ha convertido en uno de los orgullos de la localidad. Sus amplias dimensiones hacen que decenas de familias puedan disfrutar de un día de playa a sus anchas y sin aglomeraciones, todo un lujo en una de las comarcas más turísticas de la península.
Pero aquí no solo se puede gozar a la orilla del Mediterráneo. La biodiversidad que habita en las dunas aledañas hace que un paseo recorriendo su perímetro se convierta en una auténtica clase de biología, sobre todo durante los meses de abril y mayo, época de anidamiento del chorlitejo patinegro, que comparte espacio con cormoranes, pardelas y alcatraces.
Además, los chiringuitos que se distribuyen a lo largo de la playa resultan de lo más apetecible para degustar tellinas o sardinas frescas o alguno de los arroces que bordan en este rincón valenciano.
Se trata de una de las playas más populares de la ciudad de Alicante debido a la facilidad de acceso en transporte público o privado y las dimensiones del arenal -unos 400 metros-. Plantar aquí la sombrilla implica estar a un paso de la cara más moderna y más histórica de la urbe, ya que el skyline dominado por los rascacielos solo se ve interrumpido por la silueta del icónico castillo de Santa Bárbara, aunque el legado de esta zona de la costa alicantina llega hasta época romana con la urbe de Lucentum.
Estamos ante uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de toda la Comunidad Valenciana y muestra el vínculo milenario de la población con el mar, ya que los antiguos viveros de sus habitantes se han convertido en una suerte de balsas donde refrescarse en aguas calmadas. Además, esta playa se ubica a pocos metros del Club Náutico Alicante Costa Blanca, donde quienes quieran iniciarse en los deportes acuáticos pueden entrar en contacto con el paddle surf, windsurf, vela o remo.
A pesar de que el nombre de esta cala pueda llevar a pensar en un acceso imposible, lo cierto es que, aunque el camino está acondicionado para facilitar la llegada, sí que es necesario contar con cierta forma física para poder extender la toalla en esta playa de ensueño. Hay que llevar un calzado adecuado y tener algún conocimiento sobre barranquismo para descender por las paredes de roca que preceden a la playa -entre 8 y 12 metros-. Una vez superado el camino, llega la recompensa.
Se trata de un entorno virgen flanqueado por acantilados y rodeado de bosque mediterráneo. Los aromas de la vegetación se mezclan con los de un Mediterráneo limpio y de aguas claras que contrastan con los de muchas playas vecinas. Sin duda, uno de los mejores arenales en los que pasar el día, incluso con la exigencia de la ruta.
Justo al principio del paseo ecológico que bordea el perfil costero de Calpe se ubica la cala del Mallorquí, una de las más bonitas del municipio. Para llegar hasta estas aguas cristalinas solo hay que bajar por las escaleras que parten del mencionado paseo y, una vez en el litoral, extender la toalla sobre la superficie de arena gruesa que caracteriza esta playa que, además, constituye uno de los mejores miradores al Peñón de Ifach de la zona.
El contraste natural con el resto de sus homólogas en Alicante se hace evidente nada más pisar la arena de Cantalar. Nos encontramos en una de las pocas playas salvajes que quedan en la ciudad -también de las pocas en las que está permitido el naturismo-, ejemplo del ecosistema autóctono de la Costa Blanca, donde su protección ambiental conserva especies vegetales terrestres y marinas como la siempreviva alicantina (Limonium furfuraceu) y la Posidonia oceanica. Su presencia en estas aguas, unida a los espigones naturales que han creado las rocas, convierte a este espacio en uno de los favoritos de los alicantinos para la práctica del snorkel.
Este arenal de cantos rodados y flanqueado por acantilados ofrece la oportunidad de adentrarse en el Mediterráneo desde una caverna, la Cova dels Arcs. Una combinación de playa y espeleología en la que las aguas claras y limpias permiten la práctica del snorkel en cualquier momento del día. Eso sí, para adentrarse en la cueva es recomendable hacerlo con el calzado adecuado, ya que se trata de rocas muy resbaladizas en las que es fácil perder el equilibrio.
La playa urbana de Villajoyosa es una de las cuenta con más personalidad de toda la Comunidad Valenciana. Los marineros de la villa chocolatera decidieron pintar sus casas cada una de un color diferente, pudiendo distinguirlas cuando faenaban en el mar. Esta decisión ha hecho que la perspectiva desde el agua sea una suerte de pantone que anima la panorámica del paseo marítimo.
Alejada del núcleo de Cullera, en el conocido como El Mareny, se extiende la playa del Dossel, un arenal de casi dos kilómetros de largo en el que destacan su sistema dunar y la escasa saturación de veraneantes. El encanto natural del entorno, al formar parte del Parque Natural de la Albufera, se ve acrecentado por la presencia de varios chiringuitos entre los que sobresale ‘El Mayo’ (Solete Guía Repsol), un auténtico templo de los arroces y la gastronomía tradicional valenciana que, además, cuenta con una sugerente carta de cócteles y una programación musical en directo que anima las noches del norte de la localidad.
Esta playa es una de las preferidas por las familias debido a la tranquilidad de sus aguas, siendo ideal para dejar a los niños a su aire. Su espigón protege la cala de las corrientes y los más pequeños pueden chapotear sin miedo. Además, aquí se ubica ‘L’Espigó’, uno de los chiringuitos más atractivos de la zona debido a una carta basada en la gastronomía mediterránea -especial atención a sus arroces- unida a una oferta de coctelería y música en directo que redondeará la jornada.
El kilométrico arenal que componen las tres playas del Grao de Castellón -la del Pinar, la del Gurugú y la del Serradal- se ha convertido en uno de los más buscados por las familias que prefieren la tranquilidad al bullicio de otros destinos vecinos como Benicàssim o Peñíscola. Sus cuatro kilómetros y medio de longitud son ideales para plantar la sombrilla y extender la toalla sin preocupaciones, además de disfrutar del entorno dunar desde el respeto a la naturaleza. Además, existen varios chiringuitos en los que darse un homenaje gastro o disfrutar de un cóctel tumbado en la hamaca y escuelas donde atreverse a practicar deportes acuáticos.
Estandarte del turismo de sol y playa, aunque con muchos más atractivos como su legado histórico vinculado a la familia Borgia y su gran oferta gastronómica, los arenales de Gandía atraen cada año a miles de turistas de todo el país. No es para menos, ya que la calidad y los servicios de su Playa Norte -incluidas sus zonas de baño adaptado para personas con movilidad reducida- llevan generaciones conquistando los veraneos familias al completo.
La cercanía a grandes urbes a veces lleva aparejado el daño al ecosistema que lo rodea. Un riesgo al que supieron poner freno los valencianos que reivindicaban el valor ecológico de la dehesa del Saler, límite costero del Parque Natural de La Albufera de Valencia. Se trata de un espacio en el que la naturaleza ha podido absorber a los fanáticos de la tranquilidad a pie de playa, pues aquí el respeto al entorno y a las preferencias de cada uno son lo primordial, por ello cuenta con algunas playas nudistas de referencia como la de la Garrofera y sobre todo la del Casal d’Esplai.
Aprovechar para recorrer el bosque de pinos, que prácticamente desemboca en el mar, antes o después del baño es una de las actividades favoritas de los habituales de El Saler, al igual que deambular por los límites del dunar y observar cómo su aspecto ha cambiado aunque hayas estado allí la tarde anterior.
A poco más de un kilómetro del núcleo urbano se encuentra una de las playas más especiales de la costa alicantina. El nombre no le viene grande, ni mucho menos, ya que los tonos turquesas de sus aguas bien pueden recordar al Caribe o los arenales menorquines. Pero no, la platja del Paradís del Villajoyosa ofrece esta imagen bucólica en plena península y cuenta con el incentivo de algunos de los chiringuitos más amenos de la comarca La Marina Baixa como ‘Yorkos Paraíso’ o ‘Paradise Beach’. No hay que dejar escapar la oportunidad de subir hasta su mirador para sacar el mejor selfie de toda la escapada.
Esta es una de las playas con mayor encanto de Benissa. Sus características -cantos rodados y placas de roca que precisan del uso de escarpines- hace que sea menos concurrida que otras de la localidad, siendo una de sus grandes virtudes, ya que ofrece una mayor dosis de privacidad y tranquilidad. Además, desde aquí se puede contemplar una de las puestas de sol más bonitas de toda la localidad.
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