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Desembocar en el Caribe tras dejar atrás el bosque balear más característico, eso es lo que ofrece la cala Escorxada. Su ubicación, inserta en un Área Natural de Especial Interés, hace que según se avanza a través de la masa forestal formada por pinos, acebuchales y brezos se llegue a una cala protagonizada por el añil de sus aguas, un paraíso virgen en el que la calma y la intimidad están garantizados.
La falta de una carretera que llegue hasta el arenal hace que la mayoría de quienes deciden pasar unas horas en este rincón del sur de Menorca lo hagan a pie, aunque también es habitual encontrar algunos barcos fondeados en el entorno de la cala. En cualquier caso, aquí se encuentra una de las imágenes que han convertido a la isla en una de las referencias del turismo del archipiélago.
El núcleo de Es Grau, perteneciente al municipio de Mahón, ha sabido combinar la esencia marinera propia de los pueblos de las Islas Baleares con una oferta de locales de ocio y souvenirs a la altura. Como complemento al turismo urbano que caracteriza al pequeño pueblo se destapa su playa, a solo unos metros de los límites edificados y ya en territorio del Parque Natural de s’Albufera des Grau, regalando uno de los atardeceres más bonitos de la isla con la isla de Colom como fondo idílico.
Se trata, sin duda, de uno de los espacios naturales más hermosos de Menorca. El entorno que rodea cala Calderer destaca por mantenerse como uno de últimos reductos vírgenes de toda la isla, una postal natural que deja poso en el recuerdo de quienes se zambullen en este rincón del Mediterráneo balear.
A pesar de pertenecer al municipio de Es Mercadal, lo cierto es que es necesario dar un buen paseo hasta llegar a la cala, un esfuerzo que merece la pena para dejarse embelesar por el paisaje. Conviene ir bien pertrechado de todo lo necesario para disfrutar de la jornada, ya que, al tener un grado de protección especial, en esta cala no existe ningún servicio habitual en otros espacios de la isla.
Esta cala es una de las más populares de Menorca debido a su cercanía con Mahón y la facilidad de acceso al arenal. Sa Mesquida condensa los clásicos atractivos de la costa de menorquina al unir a sus aguas turquesas el legado británico de la isla en forma de torre de defensa y una orografía que encierra la playa con la colina de Es Pa Gros. Una foto que rezuma identidad isleña por los cuatro costados.
Apenas separadas por unas decenas de metros, las calas de Binidalí y Biniparratx parecen hermanadas por sus características. Ambas ponen fin con su arena blanca al barranco que las precede, desembocando en aguas cristalinas ideales para la práctica del snorkel. A pesar de ser playas relativamente estrechas, no suelen estar masificadas, ya que están alejadas del circuito turístico habitual y son los vecinos de la zona quienes más frecuentan este rincón de Menorca.
Ubicada en el norte de la isla, aquí solo el azul característico del Mediterráneo menorquín se mantiene con respecto a la imagen más extendida de las playas de la isla. En este caso el arenal se torna rojizo y con un grano grueso. Al estar inserta dentro de la Reserva Marina del Norte de Menorca, sus propiedades de terreno virgen hacen de este un rincón idóneo para la práctica del snorkel o para disfrutar de una ruta senderista por el litoral. Un paraje natural idílico dentro del municipio de Es Mercadal.
Cerca de la concurrida Ciutadella de Menorca se ubica Cala Pilar, una de las referencias del naturismo en la isla. Para llegar hasta este arenal es necesario caminar un buen trecho a través de una fantástica senda rodeada de vegetación autóctona, el complemento ideal para sentir el contacto con la naturaleza que se busca cuando uno se quita la ropa nada más llegar a la playa.
Los pequeños islotes que se distribuyen por las aguas de cala Pregonda la hacen una de las más peculiares de Menorca. Por un lado, garantizan un mar en calma al hacer de freno del oleaje; por otro, su silueta parece la de una mujer rezando, pregando en balear, lo que da nombre a la cala. Al igual que sucede en otras playas del norte de la isla, el blanco de la arena se sustituye por los tonos ocres y rojizos. En cuanto a los islotes, se puede llegar nadando hasta ellos para disfrutar de una dosis extra de privacidad o para realizar algún salto desde lo alto.
El carácter familiar es el que impera en la cala Binibèquer, muchas de ellas atraídas tras una visita al bonito poblado de Binibèquer Vell, perteneciente al municipio de Sant Lluís. La poca profundidad de las aguas hasta bien entrado en el mar y un área bancos a la sombra de los pinos la hacen ideal para disfrutar de la costa menorquina con niños.
Siguiendo el barranco que comienza en Sant Climent se llega hasta esta cala flanqueada por acantilados. Se trata de un espacio en el que los bañistas que posan su toalla en la arena se mezclan con aquellos que se lanzan desde las embarcaciones que habitualmente fondean en la cala, dando ese toque de glamour que caracteriza a las imágenes de la isla.
De entre las calas que pueblan el sur de la isla destaca Son Bou, en el término municipal de Alaior. La facilidad de aparcamiento y la longitud de la playa la hacen ideal para las familias que buscan pasar un día para recordar y, de paso, aprovechar para hacer snorkel en las claras aguas que bañan el litoral. Además, los alrededores están conformados por el sistema dunar más grande de Menorca, un espacio caracterizado por la facilidad de avistamiento de las aves autóctonas que habitan en la zona.
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/09_Krudo.jpg.transform/rp-rendition-lg/image.jpg "La barra fresca, ácida y picante de Bérgamo y Correa")
