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Atresplayer estrena Las hijas de la criada, la esperada adaptación a serie de la novela de Sonsoles Ónega, Premio Planeta 2023 y uno de los grandes éxitos editoriales de los últimos años en España. Un drama histórico que sigue las vidas de Clara y Catalina, dos mujeres nacidas el mismo día en mundos opuestos, cuyos destinos quedan unidos para siempre por una venganza familiar.
Verónica Sánchez, Carlota Baró y Alain Hernández son los principales protagonistas de esta gran producción de Buendía Estudios con la participación de Atresmedia, que ha recreado la España de las primeras décadas del siglo XX (1900-1920) para trasladarnos al drama de la familia Valdés. Para levantar fielmente ese mundo, además de haber construido 2.000 metros cuadrados de decorados en plató, la producción ha rodado en 29 localizaciones diferentes, encontradas en maravillosos escenarios de Canarias, Madrid y, sobre todo, de Galicia.
Tenía que ser el verde y la costa de Galicia el centro de esta saga familiar porque es ahí donde se centra la historia que imaginó Sonsoles Ónega para su libro. Nos cuenta Jorge Fernández de Soto, responsable del diseño de producción de la serie, que, antes de ir a Madrid, se empeñaron en rodar primero tres semanas en Galicia. A pesar de los posibles inconvenientes climatológicos (la serie se rodó entre los meses de febrero y mayo), asegura que sirvió para “situarnos mejor en la historia” que contaba la novela.
Para saber dónde se rodó Las hijas de la criada hay que empezar desde el principio: en el ficticio pazo Espíritu Santo, el gran enclave rural y señorial que controlan don Gustavo y doña Inés Valdés, terratenientes de la zona y fundamentales en la trama. La localización de este lugar para la serie se encontró en el Pazo de Faramello, un imprescindible de la zona de Santiago de Compostela (A Coruña).
A lo largo de los 8 capítulos de la serie, se pueden ver distintos detalles y planos generales del exterior del pazo de Faramello, uno de los más conocidos de Galicia por estar abierto al público con reservas y también por su jardín asociado (O Xardín do Recordo), un parque de libre acceso. “Es un pazo muy característico, con un musgo y un verde increíble por fuera”, comenta Fernández de Soto, “y su interior parece un castillo”. El diseñador de producción define este lugar, que en sus orígenes fue una fábrica de papel, como “un sitio mágico”.
El pazo de Espíritu Santo se enmarca en la vida del pueblo de Punta do Bico, en la costa de Pontevedra. Para construir este municipio inventado por Ónega, la producción se esmeró en crear los dos mundos, divididos por clases sociales, que representan los personajes de Clara y Catalina.
Así que si buscas el ambiente humilde y popular que se ve en Las hijas de la criada, los encontrarás en las callejuelas de Combarro. Apreciable en una secuencia de procesión en la serie, en Combarro podrás disfrutar de sus famosos hórreos situados a la orilla del mar, además de casas conservadas de principios de siglo y un encantador ambiente marinero que encajaba perfectamente con lo que buscaba el equipo de Buendía Estudios.
Si, en cambio, lo que quieres es pasear por las zonas nobles de Punta do Bico, donde se codean los más acomodados, tendrás que andar por el centro histórico de la propia Pontevedra. Según Jorge Fernández de Soto, Pontevedra es una ciudad “sin mucha altura, con unos volúmenes y unos soportales estupendos para reflejar el pueblo grande y esas décadas que buscábamos”. Muchos reconocerán en la serie la Plaza da Leña, donde se construyeron algunos decorados para, por ejemplo, reconstruir un mercado o el camino al casino.
El mundo marítimo de Las hijas de la criada sigue en el que fue, junto al pazo, el otro gran escenario de la producción: el de la conservera La Deslumbrante, el negocio marítimo de los Valdés. Para crear esa zona de vida y trabajo pegada al mar, la producción se movió en la zona de playas de Muros (A Coruña). El centro de operaciones se colocó en la zona de la playa de Cabanas, donde se pudo encontrar también un edificio que hacía de las veces de exterior de la fábrica, mientras que cuando se producen encuentros en la playa, con una barca, estamos en la de Ancoradoiro. Otros podrán identificar en la serie también la de Area Maior.
Los municipios de Pedrouzos y Negreira completan las localizaciones gallegas de la serie, que se trasladó después a Canarias y Madrid para completar un rodaje de 15 semanas que movilizó a más de 70 intérpretes, 200 técnicos y 2.000 extras.
En el capítulo 2 de la serie, los personajes interpretados por Verónica Sánchez y Alain Hernández se mudan a Cuba como forma de alejarse de determinados problemas. Para recrear el país que acababa de dejar de ser colonia española, el equipo de la serie se trasladó a la isla de Tenerife (Canarias) y así dar forma a esta parte de la historia.
“Lo que buscábamos en Canarias era una arquitectura colonial y una zona donde poder transportar a la Cuba de principios del siglo XX sin tener que modificar por completo sus calles y que pudieran ser más o menos controladas sin tener que utilizar grandes recursos, tanto físicos como virtuales”, explica Jorge Fernández de Soto. Y encontraron una localización perfecta para eso en Icod de los Vinos, en la provincia de Santa Cruz de Tenerife.
Conocido por albergar el famoso Drago Milenario, la plaza, las calles, vegetación y casas del casco antiguo de Icod de los Vinos (declarado Bien de Interés Cultural) sirvieron para dar ese aire caribeño, habanero, a la serie. La azucarera que sirve como sustento de los Valdés se encontró en una impresionante platanera que hay en el Hotel El Patio, en el mismo municipio. “Entre las palmeras y las plataneras, el paraje es maravilloso”, asegura Fernández de Soto sobre este lugar.
Otro hotel que hizo de localización cubana de Las hijas de la criada fue el Hotel Buen Retiro, en Güímar. Rincones de Garachico y La Orotava completan este mapa canario, aportando plazas, fachadas y calles que permiten convertir Tenerife en una Habana de otro tiempo y sin salir de la isla. Tras el segundo capítulo, la Cuba canaria aparece solo en pinceladas, pero deja un poso reconocible en el imaginario de la serie.
Los platós y variados espacios que ofrece Madrid completan los escenarios de Las hijas de la criada. La serie se rodó en localizaciones de San Lorenzo de El Escorial y en la ciudad de Madrid. En la sierra, el equipo utilizó La Gracilla, una finca muy habitual en la ficción televisiva, donde rodaron la capilla vinculada al pazo y el exterior del aserradero cuando no fue posible hacerlo en Galicia. En la capital, se recurrió a espacios como el Colegio de Ingenieros y otros interiores institucionales para dar vida a despachos, pasillos y salones de la alta sociedad de principios de la época.
Así, se compone el gran drama histórico en 8 actos de Las hijas de la criada, una serie que busca estar a la altura de las palabras de Sonsoles Ónega también a través de lo que evocan sus escenarios. Disponible a partir del 30 de noviembre en Atresplayer y muy pronto en abierto en Antena 3.
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