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Fuentes del Altozano, del paseo de San Onofre, del Judío, del Cañaveral, del Pilarito, de la Fontanilla, de Valdegallina… Con semejante cantidad de manantiales, era lógico que el pueblo acabara llamándose Fuentes. El ‘de León’ llegó después, al quedar bajo la Encomienda Mayor de León de la Orden de Santiago, responsable de su reconquista a los árabes en 1247. Algunas de estas fuentes vierten al Guadiana y otras, al Guadalquivir. En 1833, al establecerse las provincias españolas, varios pueblos ‘apellidados’ de León que había por esta zona se dividieron: Cañaveral de León y Arroyomolinos de León pasaron al lado andaluz y a Segura de León y a Fuentes de León les tocó ser provincia de Badajoz.
Pero la provincia pacense es la más amplia de todo el mapa nacional. ¿Dónde se ubica entonces este pueblo? Bajo las faldas de un cerro conocido como ‘La patada de Dios’, lo que da una pista de su gran separación con las capitales. De hecho, está a la misma distancia de Sevilla que de Badajoz o de Mérida (115 kilómetros) y a 143 kilómetros de Huelva, eso sí, por una carretera curvilínea no apta para personas que se marean.
A pesar de estar lejos de las grandes ciudades y enclavado en un lugar intrincado, Fuentes de León es un pueblo muy vivo poblado por 2.300 personas. Cuenta con una cooperativa olivarera y varias empresas transformadoras de productos del cerdo. La chacina del pueblo goza de singular fama, hasta el punto de que, según cuentan hosteleros de la zona, en la Zarzuela se suelen degustar los jamones que elabora una empresa fonteña. Habladurías aparte, su vasta dehesa, repleta de encinas y alcornoques, es el hábitat natural del cerdo ibérico, siendo la ganadería la principal actividad de la población. El estar a casi 800 metros de altitud proporciona a los ibéricos una curación gloriosa. Y esta altura, además, ofrece una estupenda panorámica desde su castillo ‘El Cuerno’.
Esta fortaleza llegó a contar con cinco torres, aunque el paso del tiempo ha reducido el conjunto a una sola. Durante años se pensó que databa del siglo VIII, hasta que la aparición de altares visigodos permitió situarlo en el siglo VI. Fue un castillo de vigilancia: a 30 kilómetros en línea recta se divisa el de Aracena (Huelva), con el que mantenían comunicación visual. Sierra Morena es la frontera natural entre Andalucía y Extremadura. Del pueblo hasta esta construcción militar hay una ruta senderista de diez kilómetros, de dificultad media-alta, que atraviesa encinares, olivares y alcornocales, y donde no es raro avistar buitres leonados, cigüeña negra, garza real o milanos.
Al margen del entorno natural, el casco urbano reúne varios edificios singulares que merecen una visita por sí mismos. Uno de ellos es el cine San Vicente, llamado así por su antigua vinculación con la cofradía homónima y hoy de titularidad municipal. Levantado entre los siglos XIX y XX, cuenta con tribunas y palcos que forman el gallinero, las plateas y el patio de butacas, con capacidad para 375 espectadores. De estilo neomudéjar, sigue siendo escenario de conciertos, teatro y, por supuesto, de los carnavales, sumamente arraigados en la localidad. Se restauró en 2006 y en 2011, y en una de estas reformas se encontró en el frontón una pintura de Cervantes -de autor desconocido- que había permanecido oculta hasta entonces. También destaca la plaza de toros, ubicada junto al cuartel de la Guardia Civil. De planta elíptica y con espacio para 2.500 aficionados, fue inaugurada en 1885 por El Espartero de Sevilla.
Además de los carnavales y los toros, la fiesta más importante para los fonteños es la del Corpus Christi, declarada de Interés Turístico Regional. Se trata de una marcha ejecutada por un tamborilero y siete danzantes que bailan la Danza Vieja, traída por los franciscanos desde León; y la Danza Nueva, llegada de América. Es un baile hipnótico y místico con reminiscencias derviches: danzantes varones tocando castañuelas, con cascabeles en los tobillos y un clavel en la boca danzando sin parar en medio de una procesión de 16 imágenes, una cruz y el Santísimo. Es tal el orgullo de los vecinos que en 2021 colocaron en el centro del municipio la escultura de un danzante en honor a esta fiesta.
Si alejamos un poco nuestros pasos, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles, de estilo gótico mudéjar y levantada entre los siglos XV y XVIII, sobresale en el skyline del pueblo. En su interior conserva un órgano de 1777 y retablos barrocos de gran interés. Se suman las ermitas de Santa Ana y San Onofre y varias mansiones señoriales de los siglos XVIII y XIX, para conformar un conjunto armonioso donde conviven la alegría del agua de las fuentes, la arquitectura religiosa y civil y la diversidad del paisaje. Este equilibrio justifica que Fuentes de León forme parte de la red de Pueblos Mágicos de España, un distintivo que reconoce a los municipios que destacan por su conservación, autenticidad, hospitalidad y proyección turística.
La joya de la corona —y lo que ha impulsado el turismo en la localidad— son sus cuevas, declaradas Monumento Natural en el año 2001. Situadas a siete kilómetros del pueblo, forman parte de un paraje protegido de 1.020 hectáreas cuyo desarrollo ha seguido de cerca Marisa Giles, guía y vigilante desde los inicios. En estos 25 años, ha sido testigo de cómo se han creado el centro de interpretación y el resto de infraestructuras. Conoce cada recoveco y cada lectura posible de las formas caprichosas que aparecen en las cavidades. “Los niños ven enseguida la trompa de un elefante, una sirena, las alas de una mariposa…”, comenta.
Estamos ante un conjunto kárstico de entre 450 y 500 millones de años de antigüedad. Marisa señala que hay muchas más cavidades de las que hoy se conocen, aunque por ahora solo están catalogadas ocho cuevas y dos simas. La última apareció este verano durante los trabajos arqueológicos anuales que se realizan en julio, aunque el primer ‘explorador’ fue un zorro que la utilizaba como guarida. La coincidencia hace gracia en el pueblo, donde a los vecinos se les llama coloquialmente zorros, pero la cavidad aún no tiene nombre oficial.
Las tres cuevas abiertas al público son Masero, los Postes y la del Agua, aunque esta última permanecerá cerrada hasta primavera por unas filtraciones que se están reparando. Las visitas deben reservarse por teléfono (924 72 41 74). El precio es de cinco euros para adultos y tres para niños. A veces hay que esperar varias semanas hasta conseguir plaza. La razón es que solo hay tres guías —Marisa, Eulogio y Lourdes— y cada uno dirige un único grupo diario de quince personas. Es decir, en total, solo 45 visitantes pueden acceder cada día a las cavidades.
Otro punto icónico del pueblo es el convento San Diego Alcalá, fundado por frailes franciscanos con la aportación de todos los vecinos y abierto en 1603. Tras pasar a manos privadas, se utilizó hasta hace poco para fines agrícolas -como molino de aceite- y ganaderos. Hoy funciona como hotel boutique, conservando gran parte de su carácter histórico.
La propia Oficina de Turismo es también un edificio emblemático. Hace medio siglo albergaba un casino, luego fue una caja rural y desde principios de diciembre de este año se ha convertido en el centro neurálgico de la actividad turística del pueblo. El artista fonteño José Pablo González la ha reformado y pintado respetando la estética original, ofreciendo un espacio que, como todo Fuentes de León, combina historia, cultura y naturaleza en un recorrido memorable. Y es que, haciendo honor a su ubicación, podemos afirmar que Dios la colocó lejos, de una patada. Pero qué bonita le quedó.
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