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Escapada Anento apertura

Escapada a Anento (Zaragoza)

El pueblo que volvió a la vida con sus propias normas

03/06/2025 –

Actualizado: 02/06/2025

Fotografía: Mónica Grimal

En apenas una hora de carretera, casi toda ella por autovía, se puede viajar desde Zaragoza capital hasta Anento. Esta localidad del valle del Jiloca es una especie de milagro en la llamada España vacía. Un milagro precioso, porque no solo ha vuelto a la vida, también lo ha hecho de forma esplendorosa. Una escapada perfecta para cualquier fin de semana.
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De caserío prácticamente despoblado a formar parte del selecto club de los pueblos más bonitos de nuestro país. Ese ha sido el devenir de Anento durante los últimos 50 años. Una historia que nos cuenta Rosa Fernández, quien está a cargo de la oficina de turismo local. “En 1976 se fue del pueblo la última familia”. ¿Cuántos años llevaba la gente emigrando? “Muchos. La vida aquí no era fácil. Poco a poco cerró la escuela, no llegaba la carretera, ni había agua corriente. ¡Y mira que andamos sobrados de agua”.

Escapada Anento plaza
A una hora de Zaragoza capital es ideal para hacer una excursión en el día.

El agua es uno de los motivos para acercarse hasta Anento, en el límite de la provincia de Zaragoza con Teruel a su paso por la Autovía Mudéjar. De hecho, el atractivo turístico más icónico es el precioso manantial del Aguallueve. Pero ese paraje a las afueras lo visitaremos más tarde. De momento nos quedamos con Rosa que nos invita a dar una vuelta por su pueblo.

Escapada Anento torreón
La combinación entre naturaleza y patrimonio es uno de sus puntos fuertes.

“Recorredlo a vuestro aire. No os perdáis lo que llamamos Ruta de los rincones con encanto. Pero tampoco hace falta seguir el itinerario a rajatabla. Callejead y perdeos, porque aquí casi cualquier esquina tiene magia y fotogenia”. Así que toca caminar por estas vías empedradas, donde por cierto pronto se siente la ausencia de coches. Son imposibles dadas las pendientes y las estrechuras, lo cual todavía multiplica el hechizo que miles de visitantes sienten cada año por Anento.

Escapada Anento señor
Anento es para pasear sin prisas y sin coches.

Con la iglesia y un gran retablo hemos topado

Ahora cuesta imaginar que todo pudo quedarse en desoladas ruinas. El abandono institucional y la necesidad de ganarse la vida provocaron que sus vecinos emigraran. Pero paradójicamente ellos mismos fueron quienes se dieron cuenta que perdían sus raíces, o sea, su patrimonio. Ya que más allá de cuestiones monumentales o artísticas, el patrimonio es aquello que heredamos de nuestros mayores.

Escapada Anento iglesia
La iglesia de San Blas y sus tesoros es imperdible.

“En mi caso no soy de aquí. Pero mis padres tenían casa en Anento y me vine siendo una veinteañera. Así que he vivido gran parte de la recuperación del núcleo, algo que comenzó en los 80”, recuerda Rosa. El detonante precisamente tiene mucho que ver con el patrimonio histórico. Por entonces Anento languidecía, así que el Arzobispado de Zaragoza quiso llevarse el gran retablo de la parroquial a otro lugar de su diócesis. Eso sentó muy mal a los anentinos repartidos aquí y allá. Es cierto que ya no iban a la iglesia los domingos, pero algo tenían que hacer para impedir que desapareciera semejante tesoro.

Escapada Anento entrada iglesia
El atrio de entrada a la iglesia de San Blas anticipa los tesoros de su interior.

“Pleitearon y discutieron con las autoridades eclesiásticas hasta lograr que el arte religioso de la iglesia se quedara. Y a día de hoy el templo de San Blas es nuestro gran monumento”. Lo es por su arquitectura fruto de dos épocas distintas de la Edad Media, pero su valor se redobla gracias a lo que cobija dentro. Bienes que van desde las pinturas murales de su bóveda hasta un púlpito hecho en yeso en el siglo XVI. Si bien lo más valioso es el enorme retablo que pintó a mediados del siglo XV el prestigioso artista Blasco de Grañén.

Escapada Anento arco
Los vecinos a lo largo de los años han embellecido cualquier rincón del pueblo.

Este autor alcanzó fama en su época y trabajó mucho en el Reino de Aragón, pero pocas obras suyas han llegado hasta nuestros días íntegras, casi intactas y ubicadas en su espacio original. Por eso es excepcional. Pero, además, el retablo de San Blas de Anento es valioso por su color magnífico y por la calidad pictórica de unas escenas que plasman la evolución del arte español en esos tiempos, yendo de las formas góticas a las novedades renacentistas.

Para gustos los colores

Contemplar esta maravilla del arte aragonés, tal y como lo califica cualquier historiador, solo es posible mediante las visitas guiadas que realiza Rosa al templo. Allí se detiene hablando de los mil detalles de la obra o de los santos a quiénes se representan, entre los que aparece Santo Tomás Beckett, un personaje mucho más vinculado con Inglaterra que con tierras españolas.

Escapada Anento casa roja
Cada vecino parece que compite en tener la casa más decorada.

Pero Rosa no sólo revela la excelencia artística y el mensaje religioso de la obra. La guía incide en el valor que tuvo y tiene para los vecinos. Cómo se movilizaron para impedir la marcha de estas pinturas y cómo eso significó el comienzo para la recuperación del municipio. Un empeño en el que se involucraron todos los vecinos, comandados desde hace más de 30 años por el mismo alcalde.

Escapada Anento pareja en muro
Los detalles ornamentales por el pueblo son de lo más caprichoso.

“Hemos querido devolverle la vida a Anento pensando en nosotros, los anentinos. Es decir arreglando las calles, los alumbrados, los temas de agua y todo lo básico para nuestro día a día”. A partir de ahí ya se empezó a embellecer el lugar para que los vecinos se sintieran a gusto. “No se ha tratado de restaurar las cosas tal y como fueron. No. Aquí hemos acuñado nuestras normas propias, las que nos gustan a nosotros. Eso sí, no puede hacer cada cual lo que quiera. Hay que seguir unas reglas de colores, tamaños o materiales. Está todo hecho con gusto, con nuestro gusto particular”, explica Rosa.

Escapada Anento calle
Sean macetas o arbustos la vegetación da color a las calles de Anento.

El resultado salta a la vista. Y dada la afluencia turística, la guía asegura que no lo han hecho tan mal. “De vez en cuando, alguien nos critica porque no atendemos a criterios históricos o académicos. Así que me gusta explicar que hemos recuperado nuestro pueblo como hemos creído oportuno. Pasamos de ser un lugar en el que no había nadie o como mucho pernoctaba algún pastor de la zona, a tener picos de 3.000 visitantes en un día. No lo habremos hecho tan mal. Es para estar orgullosos. Lo de ser tan visitados ha venido después”.

Más cosas que ver y hacer en Anento

La verdad es que no faltan motivos para visitar esta localidad de la comarca Campo de Daroca. Al paseo por los rincones encantadores y al goce del arte de primera categoría que alberga la parroquia se le suman otras razones para poner rumbo a Anento. Por ejemplo, merece la pena acercarse hasta los restos del torreón celtíbero. No solo porque son unos vestigios con más de 2.000 años de historia, también por las vistas que proporciona del pueblo y el entorno. E igualmente, a Anento hay que llevar botas para el monte y así acercarse a sus ermitas pasando junto a los peirones que flanqueaban las sendas antaño.

Escapada Anento castillo
El castillo con su foso, sus torreones y parte de su muralla es imponente.

Por supuesto también se debe visitar el castillo. Viendo el lienzo de muralla y las torres que se conservan a día de hoy, nos podemos imaginar el vigor esta fortaleza allá por el siglo XIV, cuando fue bastión defensivo durante la Guerra de los Pedros, o sea, entre Castilla y Aragón. Lo curioso es que este imponente castillo, de aspecto tan fiero, se asienta en un promontorio bastante blando. De hecho, entre las casas del pueblo y el castillo en las alturas hay un terreno perfecto para horadarse y abrir cuevas, algunas de ellas convertidas en viviendas.

Escapada Anento torre en bosque
Antiguos peirones se descubren junto a los senderos.

No hay que olvidar que parte del subsuelo del término de Anento es un laberinto kárstico. Y ahí, su más bello exponente es el manantial, o mejor dicho los manantiales del célebre Aguallueve. Su nombre no puede ser más descriptivo. Se trata de un roquedo por el que corren siempre hilitos de agua, como si lloviera constantemente. Un agua que se precipita cargada de cal y tallando incesante las rocas que baña. Mientras que la humedad constante facilita el desarrollo de brillantes musgos, helechos o plantas de menta.

Escapada Anento bosque
Varios senderos recorren el municipio y unen todos sus lugares atractivos.

El agua que mana del Aguallueve parece poca, pero da para llenar una balsa justo enfrente. Por cierto, esa balsa puede parecer una piscina natural y en las jornadas de más calor invita a refrescarse en ella. Pero está prohibido bañarse ahí. ¿Por qué? Tanto por motivos de seguridad como por razones de conservación del medio natural. Al fin y al cabo, esta es otra de las joyas del patrimonio de Anento.

Escapada Anento cascada
El Aguallueve con sus hilitos de agua parece un lugar de otras latitudes.

El paraje es uno más de esos valores que han facilitado esta singular resurrección. Un diminuto pueblo que ha vuelto a la vida y que se ha convertido en destino para el turismo rural en Zaragoza. Para los venidos de fuera poco a poco se han ido abriendo nuevos servicios. Al principio estaba el tradicional restaurante 'El Horno', pero también se ha sumado 'Gastroteca La Mur'. Y en cuanto al alojamiento, crece paulatina y de forma variada. Está el 'Hostal Los Esquiladores', un albergue o las casas rurales 'El Refugio de Sol' o el 'Capricho de Rosa'.

Escapada Anento balsa
En la balsa frente al Aguallueve no está permitido el baño, pero es ideal para pasar un buen rato.

Así que si lo más habitual es ir a pasar el día a Anento, no es descabellado disfrutar ahí de alguna que otra noche. Entre otras cosas así se respira la esencia local, tranquila hasta el infinito conforme se van los turistas. Y además es una acogedora base de operaciones para descubrir otros encantos del valle del Jiloca como la monumental ciudad de Daroca, la singular Laguna de Gallocanta o las sorprendentes Hoces del Río Piedra.