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La capital cuenta con varios espacios verdes en los que admirar la espesura en todo su esplendor o una transición vegetal que atrapa con su cromatismo, aunque uno sobresale por encima de todos: El Retiro. El icónico parque es el lugar predilecto de los madrileños para disfrutar de un paseo a la orilla de estanque entre especies autóctonas y exóticas, atractivos a los que se suman la gran cantidad de artistas que entretienen a los transeúntes y edificios únicos como el Palacio de Cristal o el Vivero de Estufas. Es probable que el huerto del Retiro se encuentre inmerso en los preparativos para el cambio de temporada, así que siempre resulta edificante solicitar una visita guiada por los cultivos. Además, para los intrépidos que les gusten las historias de miedo, existen tours específicos en los que el parque es protagonista y las sombras de sus árboles y arbustos refuerzan la atmósfera tenebrosa.
Las parejas de enamorados tienen en El Capricho el fondo ideal para sus selfies más especiales. El jardín, único construido bajo los parámetros del Romanticismo en Madrid, rodea la que fue segunda residencia de María Josefa de Pimentel, duquesa de Osuna, una mujer adelantada a su tiempo que formó parte de e las Cortes Constituyentes de Cádiz y se inspiró en Versalles a la hora de planificar este espacio. Y vaya si lo consiguió. Los senderos que surcan el jardín están flanqueados con flores de mil colores y enormes árboles que forman túneles naturales, además de un buen número de fuentes ornamentales y esculturas. Más reciente, en cambio, es el búnker construido en 1937, cuando se trasladó hasta aquí el Alto Estado Mayor, hasta 1939. Construido de ladrillo y hormigón con acero, no existe documentación sobre si en algún momento tuvo que soportar la fuerza de los bombardeos de los sublevados. De lo que sí hay constancia es de que Paul Naschy rodó El Gran Amor del Conde Drácula en la sala de máquinas del refugio, la cual se pintó de negro y aún se puede observar rastros de la pintura.
Menos conocidos por los madrileños, pero con el mismo potencial para disfrutar de un paseo otoñal, asoman la Quinta de Vistalegre y la Quinta de Torre Arias. Ubicados en el barrio de Carabanchel y en el de Canillejas respectivamente, los terrenos de estas casas de campo de vinculadas a la nobleza del siglo XIX mantienen a día de hoy sus puertas abiertas para el disfrute de todos. La estética de la Quinta de Vistalegre está más vinculada a los estilos palaciegos que se desarrollaban en la época, con hermosos parterres y avenidas ajardinadas alrededor de los estanques del parque. En el caso de la Quinta de Torre Arias, aquí se puede observar un estilo más rústico en sus especies vegetales y una de las mejores construcciones de estilo mudéjar de toda la comunidad.
Son muchos los escritores que se han visto atrapados por el magnetismo del céntrico Paseo del Prado. Los museos distribuidos por la avenida, estatuas de monarcas e ilustres de la cultura española y las bonitas fuentes que se ubican en su recorrido muestran una de las caras más hermosas de Madrid. De hecho, ya en 1818 el bostoniano George Ticknor, profesor de Harvard y precursor de los estudios hispanistas en Estados Unidos, dejó escrito que “este es el cuadro en movimiento más sorprendente del mundo”. Un fantástico recorrido que, gracias a su paso por la estación de Atocha, queda al alcance de todos los madrileños para aprovechar los días soleados del otoño.
Otros puntos de la capital, como el barrio de Argüelles y el Parque del Oeste, están ligados a una de las autoras más importantes de la Generación del 27: María Teresa León. La que fuera esposa del poeta Rafael Alberti y perteneciente al grupo de Las Sinsombrero cuenta con uno de los recorridos más interesantes de las letras en la capital a cargo de la empresa Rutas Teatrales, que guía a los asistentes a la visita por los lugares que marcaron la obra y personalidad de la intelectual española. Las líneas de Simone de Beauvoir se alejan del centro para sumergirse en el barrio de Vallecas durante su visita a Madrid en la posguerra y reflejan la realidad que experimentaba el distrito en La fuerza de las cosas. La referente del movimiento feminista escribía que “las calles servían de vertederos, se respiraba un olor de fábrica, pero había la misma desnudez; las mujeres lavaban andrajos en el umbral de sus chozas; vestidas totalmente de negro, la miseria endurecía sus rostros a tal punto que parecían casi malvadas” en referencia a las circunstancias que allí se vivían.
Como icono de la literatura del siglo XIX, las letras con las que Benito Pérez Galdós plasmó la vida de su tiempo en la ciudad son referencias a nivel narrativo e histórico. A pesar de su origen canario, el escritor se consideraba a sí mismo un madrileño más, llegando a sentenciar con un “nací en Madrid a los 18 años” su vínculo de pertenencia a la capital. Decenas de librerías distribuidas por todos los barrios de la ciudad acercan muchas de estas obras al gran público, pudiendo encontrar algunas especializadas en temáticas concretas o aquellas que rescatan tesoros para volver a poner en circulación volúmenes singularísimos. Solo hay que establecer el itinerario adecuado y hacer un hueco para visitarlas entre monumento y monumento.
Los peludos de la familia merecen una jornada de diversión y Madrid cuenta con lugares privilegiados para ellos. La Casa de Campo es uno de los preferidos tanto para los canes como para sus dueños por la libertad que ofrece el enorme parque. A lo largo de la Senda Botánica los olores del campo atraen su agudo olfato, devolviendo aromas que algunos perros que viven en entornos urbanos no tienen familiarizados. Además, al ser una de las referencias para este tiempo de calidad entre mascota y familias, es fácil que puedan coincidir con otros de su especie y pasen un buen rato jugando y revolcándose en compañía.
Ya en el centro, la remodelación de los Jardines de Sabatini son uno de los reductos más buscados para el esparcimiento perruno sin tener que salir de la ciudad. Gracias a la normativa vigente y el amplio horario de apertura del parque, durante todo el día se puede observar como can y dueño pasan horas bajo la sombra compartida del Palacio Real y los árboles. También se puede agendar algún tour por la ciudad en el que los cuadrúpedos son bien recibidos o visitar tiendas especialmente indicadas para ellos, comprando un regalo que siempre será bien recibido por su parte.
Malasaña es otro de los barrios perrunos que puedes disfrutar con tu mascota. son muchos los locales petfriendlies que te permitirán tomarte un café o ir de tiendas con tu perro. Hay muchos negocios, como la tienda 'El jardín de Kika' (Pez, 12), el centro de peluquería canina 'Nicolás Herrero' (Marqués de santa Sana, 30 o la guardería 'El dog de Mayo' (Palma, 15), que harán que tu can se sienta como en casa.
Como la gran capital europea que es, Madrid cuenta con espacios imprescindibles para tomar el pulso a la ciudad y descubrir sus particularidades. A pesar de encontrarse a cientos de kilómetros de Andalucía, la ciudad cuenta con varios trablaos flamencos en los que acercarse a este arte. Sin embargo, hay uno que destaca por encima de todos ellos por méritos propios: ‘El Corral de la Morería’ (3 Soles Guía Repsol). Un lugar que fue capaz de atrapar a John Lennon durante una madrugada en 1965 y que, actualmente, es una de las grandes referencias gastronómicas de Madrid gracias a una cocina de producto exquisito y un tesoro único en forma de bodega de vinos generosos. Una combinación que garantiza degustar algunos de los mejores platos que se pueden probar en Madrid al tiempo que se queda hipnotizado a base de taconeos y palmas flamencas.
A nivel cultural, la programación de Matadero Madrid es una de las más completas de la capital. Sus altas cifras de asistencia respaldan su apuesta por las diferentes artes y el talento emergente en uno de los espacios con más personalidad de la ciudad, resultando una gran adaptación del edificio mudéjar que sirvió como matadero hasta finales del siglo XX. Además, conviene entrar en ‘La Cantina del matadero’ (Solete Guía Repsol) a probar alguna de sus pizzas, ensaladas y bocadillos en una sala de aire industrial que pide a gritos una foto para Instagram.
Siguiendo con el carácter identitario madrileño, el popular Rastro del barrio de Embajadores forma parte de ese ADN de la ciudad. Casi cualquier artilugio tiene una sede en alguno de los puestos del mercadillo dominical, ya sean libros, prendas de segunda mano o reliquias de anticuarios. Conviene ir sin prisa para no perder un detalle de los productos que aquí se venden y que es difícil encontrar en otros lugares. Además, las calles aledañas también cuentan con un buen número de tiendas especializadas en alguna materia como ‘Replay’, dedicada a los juegos de mesas y con espacio suficiente para disfrutar de una partida mientras se merienda en su cafetería.
Aquellos que quieran empaparse del ambiente madrileño durante la tarde, deberían planear su agenda dejando un hueco libre para disfrutar del atardecer desde el Templo de Debod. Ubicado en las inmediaciones de la Plaza de España, se trata del templo egipcio de mayores dimensiones fuera de su país de origen, un regalo que el país de los faraones realizó a España en 1972. Un edificio único que durante el crepúsculo se tiñe de rosas y morados y que, a falta de pirámides, tiene en los rascacielos su particular fondo de altura.
El Museo de La Neomudéjar es otra sorpresa para descubrir en la capital: una cápsula del tiempo que preserva parte del pasado ferroviario de Madrid y es uno los espacios expositivos de arte actual más potentes de toda la ciudad, con su propia cafetería, librería, y terraza.
La identidad propia de la que se enorgullecen los vallecanos ha hecho que incluso el nombre de su barrio sea reconocido con una modificación en su nomenclatura para convertirse en Vallekas. Uno de los distritos obreros por excelencia de la capital, aquí conviven vecinos de decenas de nacionalidades en un entorno en el que el legado cultural de principios de siglo se da la mano con nuevas tendencias de moda y gastronomía. Aquí tiendas históricas con azulejerías de museo comparte callejero con la ‘Compañía de Cervezas Valle del Kahs’, regalando uno de los paseos con mayores contrastes de toda la comunidad.
Circunstancias similares se observan en el barrio en el que Elvira Lindo ubicó a uno de sus personajes más populares: Manolito Gafotas. Carabanchel, puerta de salida del centro capitalino por el sur, destila ese multiculturalismo propio de los distritos de la periferia de las capitales al tiempo que ha visto crecer proyectos artísticos de rápido arraigo. Ese es el caso de ‘Teatro Tarambana’ y salas de grabación de música ‘El Observatorio’, ‘Matilda’ o ‘Círculo Ipanema’, demostrando que no es necesario traspasar la M-30 para disfrutar de una buena dosis de cultura.
Siguiendo el camino hacia el sur y ya fuera de los límites de la ciudad asoma Getafe, una de las ciudades dormitorio que ha conseguido envolverse de elementos propios para atraer al turista de escapada. Tradicional núcleo agrícola del centro de la meseta, el auge de las diferentes industrias que se establecieron en la periferia madrileña atrajo a miles de hijos del éxodo rural. En la ciudad se han hallado restos que indican su poblamiento desde los tiempos del Imperio romano, siendo su gran insignia arquitectónica el Hospitalillo de San José, del siglo XIV, y la renacentista Catedral de la Magdalena. Actualmente son los espacios verdes y culturales los que mayor número de visitantes atraen hasta este rincón de la Comunidad de Madrid, contando con un buen número de restaurantes como 'La Trasiega' (1 Sol Guía Repsol), ‘Casa de Pías’, ‘Errazki’ o ‘Aderezo’ en los que degustar cocina de producto y cargar energías.
Pacífico es otro de los barrios madrileños que merecen la pena descubrir durante un puente. Una auténtica perla oculta entre Atocha y Vallecas que ofrece lugares tan intersantes como un centro cultural con pasado militar, un majestuoso panteón y museos que conviven con colegios, talleres mecánicos, supermercados y Soletes súper apetecibles.