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Ni Día de Todos los Santos, ni Halloween. Como se conoce popularmente en México a esta festividad es Día de Muertos. Tal cual. Sin eufemismos ni paños calientes. Lejos de ser una efeméride lúgubre, espeluznante o terrorífica, como se estila en otros sitios, se trata más bien de una tradición familiar, bonita, llena de buen humor y colorido. "El carácter del pueblo mexicano es muy alegre, y el color es una expresión de nuestra cultura y esa forma de ser, así que también queda plasmado en esto", explica Rubén Pizá, responsable de comunicación de la recién inaugurada Casa de México, que ocupa un reformado palacete cerca de la Glorieta de San Bernardo de Madrid.
Para celebrar esta cita tan importante todo el edificio de Casa de México se ha vestido con sus mejores galas. La decoración de su fachada es solo un aperitivo. Con una ambientación floral que simula flores cempazúchitl, típicas de este día, y calaveras pintadas en sus ventanales, obra de la artista Betsabeé Romero, el transeúnte ya puede hacerse una idea de lo que encontrará dentro. El plato fuerte llega tras cruzar sus puertas, al final de la escalinata blanca de la entrada. Hablamos del Altar de muertos, una exposición llena de color y gran significado que se puede visitar con guía e incluso dejar tu propia ofrenda.
"Además de ir al cementerio a velar, lo más típico en esta fecha es montar en las casas un altar de muertos, que, simbólicamente, se hace para dar de comer a los seres queridos que ya no están y que los días 1 y 2 de noviembre vuelven a reunirse con su familia. Por eso, además de la foto de esa persona, en la ofrenda se ponen vasos de agua, su comida o bebida favorita –¡hay quien pone tequila!– y, junto a todo ello, flores cempazúchitl y velas, que sirven para guiarles en su camino de vuelta", detalla Rubén.
El acapulqueño añade: "también es tradición colocar un pan dulce, llamado pan de muerto, y calaveritas de azúcar que se pintan de colores". Además del altar y la decoración exterior, la Casa de México ha preparado una serie de actividades abiertas a todo aquel que quiera acercarse a conocer de primera mano cómo viven ellos esta singular y simbólica tradición.
El programa para el Día de Muertos incluye la proyección de varias películas, como La voz de un sueño, el documental Gigantes descalzos y la maravillosa Coco. Todas ellas se podrán ver en el pequeño cine ubicado allí mismo. Para los más pequeños, los talleres prometen mucha diversión. En uno de ellos, los niños podrán decorar con acuarelas las calaveras, convertidas en todo un símbolo de la iconografía mexicana, y llevárselas a casa. En otros, podrán demostrar sus dotes artísticas haciendo flores cempazúchitl de papel (los talleres son de 7 a 13 años y requieren inscripción previa). El resto de actividades programadas también son gratuitas, están abiertas hasta completar aforo y se irán sucediendo hasta el 10 de noviembre.
Aprovechando la visita, uno se puede perder por las diferentes estancias de la institución y por los pasillos, que aún huelen a nuevo. Aquí y allá se encuentran las piezas de artesanía local que conforman la muestra Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano.
"Casa de México pretende ofrecer una visión contemporánea de nuestra cultura en todas sus facetas, pero además fomentar el emprendimiento y otro pilar que también es muy 'padre', como el de los proyectos sociales", cuenta el mexicano. De esta manera, recorrer los 2.700 m2 del edificio supone sumergirse en las distintas caras de la cultura del país, ya sea a través del arte, el cine, las letras, la creatividad local, los sabores de su gastronomía…
En la misma planta donde se encuentra el cine, está la librería del Fondo de Cultura Económica, especializada en títulos en español de ciencias y humanidades, y la tienda 'MIMA' (Made in México con Amor), repleta de prendas y piezas de arte utilitario realizadas por artesanos y diseñadores de distintas regiones. "Es un lugar de talento mexicano", puntualiza Alejandra Díaz, dueña de este espacio donde también han montado su propio altar de muertos.
En la planta de exposiciones es posible visitar, hasta el mes de enero, la muestra Tres Siglos de Pintura en México. Colecciones privadas, compuesta por 36 obras de pequeño y gran formato, entre las que no falta una del mismísimo Diego Rivera.
Y para acabar con buen sabor de boca, a partir del 30 de octubre 'Puntarena' abrirá sus puertas en la planta de abajo. "Será un restaurante que ofrezca una visión contemporánea, con algún toque internacional pero manteniendo las raíces tradicionales mexicanas, tanto en la cocina, como en la ambientación del local", concluye Rubén, ilusionado por la nueva apertura.