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El Altar de Muertos de la Casa de México es cada año un espectáculo. En esta edición, ya abierta al público, el altar cuenta con más de 300 flores de cempasúchil de papel, hechas a mano por artesanos que han trabajado en ellas más de un año. Decoran la entrada y dan forma a dos arcos amarillos y uno morado, que revelan de nuevo el sincretismo que atraviesa esta tradición: el morado es un color con una fuerte carga espiritual en el catolicismo y el amarillo es el color del sol, que guía a los muertos de regreso a la tierra de los vivos en la cultura prehispánica.
Un camino de flores es el sendero que lleva hacia el altar de la Casa de México. La vía está marcada por un tapete de aserrín pintado que desemboca en un muro en el que cuelgan 130 cráneos de barro, hechos por artesanos en Oaxaca. Entre todos los cráneos, el del centro destaca porque porta un tocado de flores que recuerda a Frida Kahlo.
"Esos cráneos nos recuerdan que todos somos iguales, todos somos mortales", explica Fátima Cabañas, diseñadora de la edición 2021 del altar en la Fundación Casa de México en España, (Madrid). "Todos los que tenemos a una persona que se nos adelantó, encontramos en esta tradición una salida maravillosa para volvernos a acercar a ellos, para tenerlos presentes y para que estén vivos en nuestro recuerdo", explica Cabañas.
El diseñado por Cabañas es impresionante, pero todo aquel que quiera sumarse a esta fiesta de conmemoración puede hacerlo a su manera, construyendo su propio Altar de Muertos con una serie de ítems indispensables. "En un altar no pueden faltar los elementos que representan a la naturaleza: el agua, el aire con el papel picado, el fuego con las velas, las flores y los frutos de la tierra. La fotografía del difunto es muy importante para saber a quién se le ofrece el homenaje", apunta Cabañas.
Las flores de cempasúchil de color amarillo sirven para mostrar el camino hacia el altar. Son las flores típicas de la temporada y no hace falta que sean naturales, "las puedes sustituir con creatividad e imaginación", asegura la diseñadora. Haz tus flores en unos cuantos pasos con papel de seda de color amarillo:
1. Corta 6 círculos pequeños de papel de seda.
2. Colócalos uno sobre otro.
3. Únelos todos por el centro -con ayuda de aguja e hilo-.
4. Levanta el borde de cada papel y arruga, uno por uno, hacia el centro.
Como dice el dicho, "para todo mal, tequila, y para todo bien, también". Deja una botella de tequila o de la bebida que más le gustaba al difunto.
Frutos de la tierra como verduras, legumbres o frutas -no hace falta que esté cocinado, es sólo una representación-.
El aire se representa con el papel picado, que al moverse nos anuncia la llegada de los difuntos. Puedes hacer el papel picado con varios colores de papel de seda.
1. Dobla el papel en cuatro partes.
2. Corta ondas en los bordes.
3. Con un cúter, corta rombos en algunas esquinas.
4. Corta tres picos justo en el doblez, para que al extenderlo se vea una flor o estrella en el centro.
Las velas, cirios o veladoras iluminan el camino de las ánimas.
Recuerdan que la muerte es parte de la vida. Pueden ser de azúcar, de chocolate o de barro.
Las culturas mesoamericanas marcaban una cruz de sal para representar los cuatro puntos cardinales, para así guiar al muerto. Debido a la fusión con la cultura española, la cruz representa la redención.
La dedicatoria de la ofrenda se identifica por una imagen de uno o varios de los difuntos que se homenajean. Los objetos personales son claves en la honra, se deben emplear las cosas que le gustaban o que usaba el difunto, como puede ser un libro, una prenda de ropa, unas gafas, etcétera.