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Es reconocido por series como El internado o la más reciente Las chicas del cable, pero el actor Yon González estrena películas últimamente. Lo hizo el año pasado con Campanadas a muerto y ahora presenta Érase una vez en Euskadi, una dramedia familiar que se estrena este viernes 29 de octubre.
González ha podido jugar en casa con estos dos últimos trabajos. Ambos rodajes pasaron por el País Vasco, una comunidad más que conocida por este guipuzcoano afincado en Madrid. Ahora nos invita a dar un paseo con él por su tierra, desvelándonos sus playas favoritas o el mejor sitio para ir a la montaña.
Nací allí, mis padres emigraron a la zona siendo muy niños. Siempre lo he dicho, el País Vasco es un lugar increíble a esas edades. Mi infancia fue muy bonita, muy tranquila, muy segura. Luego estaba la historia del terrorismo que se ve en la película y que se respiraba en el ambiente, esa tensión, pero que también se vivió a nivel estatal. Independientemente de eso, del olor a quemado o de las manifestaciones, que sí que había, mi infancia fue como vivir en Hobbiton, con todos viviendo en armonía. Así es como lo recuerdo de cuando era pequeño.
Me quedo con un sitio espectacular: el monte Karakate, en Placencia de las Armas, un pueblo donde rodamos la película y que está al lado del mío, Vergara. Siguiendo la senda de la carretera y subiendo a la cima, cuando está nublado por la mañana, puedes ver todas las nubes por debajo de ti, con todos los picos.
Sí, es que desde ahí también se puede ver el mar, que se despeja antes. Si miras para un lado ves el mar de verdad, y si miras para el otro, ves el mar de nubes. Es precioso el sitio. Cada vez que estoy allí, intento ir. Como soy de madrugar, me subo ahí por la mañana un rato tan tranquilo y es un gusto.
Podría ser Urbía, una zona de montaña a la que se llega desde Oñati, subiendo por una carretera. Ahí hay una ermita preciosa y solo puedes subir andando por el bosque, no pueden pasar coches. Cuando llegas allí parece el sitio donde vivía Heidi, es un prado enorme. Y luego sigues y hay más montaña. Me parece uno de los sitios más bonitos del País Vasco y no es tan conocido para la gente de fuera.
Me encanta hacer kitesurf, entonces por ahí soy más de mar, aunque es verdad que aún no he podido navegar en esa zona. La montaña me gusta muchísimo también, la verdad.
La de Zarautz, por ejemplo, que me parece un pueblo precioso y con unas olas maravillosas. Además, se come muy bien: allí está 'Karlos Arguiñano' (Recomendado por Guía Repsol) en el paseo de la playa. También me gusta mucho la Playa de Getxo, en Bilbao, o el Ratón de Guetaria, donde hacen surf en una playa pequeñita, pero muy bonita. La verdad es que toda la costa del País Vasco es preciosa para ir de pueblo en pueblo y de bar en bar, para ir viendo el mar, el sitio y comiendo pintxos.
Claro, es por el microclima que hay ahí también. A mí la humedad me sienta muy bien, mejor que el ambiente seco de Madrid. De hecho, cuando llegué, la primera semana me despertaba a las cuatro de la mañana sangrando por la nariz de la sequedad. Es verdad que para eso en el País Vasco llueve 170 días al año, pero también es la calidad de vida que tienes: está todo muy vivo, muy fresco.
La que más me gusta es Bilbao, me parece la más cosmopolita y en la que se encuentra más de todo. Entre las tres grandes (Bilbao, San Sebastián y Vitoria), es mi favorita. Es verdad que es también la ciudad en la que más experiencias he vivido: mi hermano (Aitor Luna) estudió allí (Artebi, Ánima Eskola) e iba a verle muchos fines de semana para estar con él y su gente.
Es muy complicado quedarse con solo uno, es un poco cruel (risas) porque en el País Vasco no es como en Madrid, con todo el respeto porque me encanta, que te encuentras un poco de todo. Ahí si abres un restaurante o un local donde vas a servir comida, da igual la categoría, tienes que tener unos mínimos de calidad que son bastante elevados en comparación. El nivel gastronómico es alto, la gente está muy bien acostumbrada.
Si tengo que elegir uno, tiro para casa y me quedo con el 'Sirimiri', en mi pueblo (Barrenkaelea, 3. Vergara), que está muy bien. Pero creo que en general es mejor ir de ruta, de sitio en sitio. Puedes irte a cualquier caserío, que tienen todo ahí en el prado, y comerte un chuletón exquisito en cada sitio. Es maravilloso. La gente allí tiene mucho arte para eso.