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La música de Jairo Zavala (Madrid, 1973) lleva impregnado el sonido de la multiculturalidad. Su viaje sonoro comenzó oficialmente hace más de veinte años –en 1995–, cuando arrancara la carrera de La Vacacul, su primera banda de renombre. Y desde entonces, ha recorrido el mundo como guitarrista de, entre otros, Amparanoia, Calexico y con su propio proyecto personal, Depedro.
Si hace pocos meses editaba su quinto disco, El pasajero (Warner Music Spain, 2016), ahora acaba de estrenar Casamance. The soundtrack of a journey, un documental dirigido por Paloma Zapata y grabado durante 2014 en el que el músico recorre Senegal en un viaje a las raíces de la música. Aprovechamos para hablar con el artista sobre música, comida, viajes y vida, en uno de sus días de descanso en mitad de su extensa gira de presentación del disco. Todas las (numerosas) fechas y recintos se pueden consultar en su página web.
Sobre todo enriquecedor. Ha sido un privilegio vivir de primera mano el encuentro con músicos de Senegal y oír sus historias y pensamientos de primera mano. En 2014 fuimos a Rodar a Senegal en un viaje que nos llevó desde Dakar a la Casamance. En ese camino, siguiendo la pista de un griot –un narrador de historias del África occidental– llamado Lamine Konté, hicimos encuentros con gente que le había conocido o había llegado a tener alguna relación con él. Esta búsqueda nos sirve de excusa para hacer encuentros musicales y dar pinceladas de la personalidad de sus gentes.
Desde luego la comida durante el rodaje fue fantástica. Recuerdo pescado a la brasa... o el mafé, una suerte de diversos alimentos cocidos regados con una maravillosa salsa de cacahuete. Este plato lo he disfrutado en casa muchas veces de mano de mi madre. Y muchas más cosas, a cuál más deliciosa.
En casa pisas tierra, eso es cierto. Pero mi familia es aventurera culinaria como yo, y me deja experimentar con nuevos platos a menudo.
Pues últimamente me gusta acércame a comer a 'La Ruca', en Becerril de la Sierra (Madrid), donde tienen un excelente horno de leña y platos a la brasa.
'Takos Al Pastor', en la calle de la Abada, 2. Una taquería con calidad y muy bien de precio que, estando en el centro de la capital, hace que te transportes a México en un momento.
Pues en unos 23 años girando, imagínate. Alguno que otro sí que ha habido.
Yo lo suelo hacer en casa después de la vuelta. Aunque, para qué mentir, a veces en "el ácaro dorado" o "el chinche feliz" también surgen ideas y anécdotas que pueden acabar en la letra de una canción.
Soy más de levantarme pronto, buscar un buen café y darme un paseo para localizar un sitio para comer como excusa para conocer más el sitio en el que estoy.
Quizá uno en autobús que hice desde Lima a Arequipa por la Panamericana. Había trozos de la carretera sin asfaltar, y en un momento dado el autobús se averió. Nadie se alarmó ni hizo ningún aspaviento, simplemente esperamos unas cuantas horas en medio del desierto. Al final, el conductor consiguió reparar el vehículo con la ayuda de unas personas que encontró literalmente en la nada. Reanudamos la marcha y llegamos al destino como si nada hubiera pasado. Ahí empecé a aprender el significado de la solidaridad en la mágica América latina.
Me encantaría conocer mejor África en general. Es un continente que actúa como imán para mí. En concreto me gustaría empezar por Bamako, en Mali.
Me viene a la memoria el festival Portamérica. En los alrededores hay una oferta inigualable en cuestión de calidad. ¡Galicia es única!
Como madrileño, os recomiendo ir a 'La Mancha', en la calle Miguel Servet número 13, en el barrio de Lavapiés. Y en carretera, si vais a Barcelona desde Madrid, parad en 'El Navarro', ¡que después de Zaragoza no hay mucho más donde hacer un alto en el camino!