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Su terraza es el escenario perfecto para iniciar este recorrido. Contemplar la silueta de las torres de la Basílica del Pilar desde este lugar, al otro lado del río Ebro, apetece en cualquier momento. Es muy soleada, así que a medida que se acortan los días, cuesta más encontrar mesa.
El cocinero y pintor Juan Carlos Callejas ha diseñado detalles gastronómicos para todos los gustos. A primera hora conviene acercarse a sus trabajadas tostadas; para el almuerzo, el plato del día mira a muchas partes del mundo (ramen, musaka vegetal, poke...); la tarde se puede dedicar a la repostería y las tartas caseras, para terminar por la noche con una hamburguesa cocinada a baja temperatura. Y, durante el Pilar, ha plasmado un menú festivo muy pinturero con su paleta de artista.
Keyla sigue una filosofía de vida que pasa por cuidar el cuerpo desde dentro, e invita a vivir una experiencia diferente alrededor del desayuno y el brunch. Son sus momentos gastronómicos, en los que merece la pena sumergirse probando las tostadas. Muy recomendable la Completa (queso cottage, aguacate, tomate y huevo poché).
Aquí elaboran las tapiocas con harina de yuca. Sorprende su sabor y, al igual que las tostas, se pueden montar al gusto. El açaí es una deliciosa fruta brasileña con la que prepara el bowl más popular. Suele hacerse con polvo de esta fruta, pero cuando se emplea la pulpa, como en este local, adquiere otra dimensión.
Novedad, amor y tradición. Este es el paraguas bajo el que Alberto Núñez y Noelia Gil protegen sus sanos y contundentes desayunos. Dulces o salados, pero siempre alrededor de un café de especialidad cuyas variedades cambian constantemente.
En el apartado laminero hay que probar la french toast, o lo que es lo mismo, un suculento brioche empapado en chocolate blanco, naranja y lima, con fruta asada y nata aromatizada. La aireada cheese cake japo no se queda atrás como delicado bocado, a medio camino entre una tarta y un flan. Del repertorio salado son imprescindibles el bikini de pastrami y los huevos Benedictine. De la combinación de unos y otros argumentos nace el brunch, otra opción altamente recomendable.
No hace falta que un establecimiento lleve mucho tiempo abierto para demostrar que puede convertirse en un Solete Repsol. Es el caso del que regentan Esther Alonso y Carlos Yagüe. Cocina con amor. De nuevo aparece este sentimiento. Es el que traslada su pequeña carta: todo casero y terminado al momento, así que tienen margen para tratar alergias o intolerancias.
A la mesa hay algunos imprescindibles a pesar de su corto recorrido: la ensaladilla de encurtidos y sardina ahumada con tostaditas de pasta wanton; la focaccia de verduras asadas con alioli de tomillo, y los jamoncitos de pato confitados y rustidos con salsa de cítricos y albaricoque. Se pueden disfrutar en pequeños bocados en un menú degustación que, para el Pilar, crece en intenciones.
A la hora del vermú se imponen los años de experiencia y la tradición. La llevan en vena Teresa Cabrera y sus dos hermanos, la tercera generación que dirige el rumbo de este antiguo despacho de vinos, donde se vendían a granel hasta hace diez años. De aquel oficio, hoy queda el recuerdo en forma de toneles.
La tasca está a punto de ser centenaria y aspira a llegar a esta cita con la anchoa en salmuera y el vermú con sifón como principales argumentos. Lo interesante es que el perfil de la clienta se ha rejuvenecido, sin necesidad de cambiar las señas de identidad de un aperitivo rápido y de calidad. En él también reinan el surtido de vinagrillos y una buena croqueta de bacalao.
De Zaragoza uno no se puede ir sin acercarse a esta pastelería con obrador propio. Este detalle, el que la tienda y la zona de elaboración estén al lado, es importante. Suma y se nota en la calidad del producto final. Guillermo Porta es el joven maestro pastelero de Cibus. Aprendió de Paco Torreblanca, y estas son palabras mayores. De él se le quedó grabada la fórmula del hojaldre, y así, en forma de milhojas, cada día reparte decenas de sonrisas. Durante el Pilar, de la mano de un milhojas con bizcocho de almendra, crema pastelera tostada y nata con vainilla.
Las tejas con harina de almendra y este mismo fruto seco en granillo no se quedan atrás; o la tarta de queso A nuestro estilo. Cremosa a más no poder. Hay una pequeña barra donde disfrutar de café arábica y de estas elaboraciones.
Una buena ración de migas nunca cae mal, especialmente, en otoño o invierno. Los hermanos Javier y Carlos Martín han repartido miles en los 26 años que llevan de andadura. En la actualidad, ofrecen más de 30 variedades y están abiertos a incorporar más. “Habitualmente lo hacemos -comentan-, la gente nos sugiere ideas, probamos y si nos gustan, adelante”.
En el top de las más demandadas está las de queso, foie y huevo, pero si se quiere ir a lo seguro hay que decantarse por las de longaniza y uva. Y, como dulce colofón, dejarse seducir por las migas de chocolate y naranja. En cualquier caso, hay vida más allá de esta elaboración. Dos opciones muy recomendables son las alcachofas con virutas de foie o jamón, y el revuelto de borrajas con langostinos.
“Aquí huele mucho a queso”. Suele ser el comentario más repetido al entrar en este bar que regenta José Carlos Díez. Hasta que llegó la pandemia era un sitio muy rockero. Hoy es más formal y así seguirá hasta que no regresen las barras. Los quesos fijos son alrededor de 40, pero todas las semanas entran novedades. Artesanos, de leche cruda y con una curación larga. Son los preferidos. Jamón, ahumados y tablas de curados y patés completan el muestrario, en el que también aparecen las suelas. Las más populares son las de paté de Jabugo con escabeche y piquillos, y de bacalao ahumado con parmesano y tocino ibérico.
A Ciriaco Yáñez le motiva especialmente “hacer cosas con amigos para ofrecérselas a amigos”. Para llevar a cabo esta idea creó la ‘Vinatería Yáñez’, un espacio lleno de rincones que emocionan. Casi un museo.
Primero empezó a trabajar alrededor de los vinos, luego de los destilados y, más tarde, de las cervezas. No tardaron en llegar las sidras de cerveza y, lo más reciente, los licores de ginebra. Todo cabe en el universo Yáñez.
Los números de lo que ofrece abruman, así que mejor quedarse con una cifra: los 36 vinos del mundo que comercializa. Su amplia carta está en Amazon y en otras plataformas virtuales, pero hay que acercarse a la tienda para entender y sentir de verdad el juego que da esta vinatería. Cuesta adaptarse a tantos estímulos visuales.
Todas sus tapas son caseras y muy elaboradas. De ello presume este gastrobar mostrándolas en una vitrina-expositor como si fueran modelos a punto de salir a desfilar. Raquel Marcén, Ángel Díez y Silvia Marcén -los tres socios-, también han diseñado una carta de raciones donde los Destrozados Meli -su particular visión de unos huevos rotos con foie o jamón ibérico- ganan por goleada. Además, hay una versión vegetariana. El ‘Meli’ mira mucho a los ingredientes de cercanía. Esto se traduce en propuestas como pan dulce de Leciñena con tomate, champiñones y panceta de Guijuelo. El ternasco de Aragón se esconde en una patata asada rellena que está muy trabajada.
En este recorrido por los Soletes zaragozanos tenía que haber una opción de pescados y mariscos, que representa muy bien a este establecimiento. Ángel Jarque se mantiene fiel a la carta que creó hace nueve años, pero no deja de introducir novedades. Por ejemplo, las calderetas: de rape, merluza o choco en su tinta.
Entre las raciones, la de gambas listadas que se rebozan como si fueran calamares da mucho juego, como la gyoza rellena de langostino con base de alga wakame. Otro plato que borda es el Bienmesabe, o lo que es lo mismo, cazón adobado, un clásico del recetario del sur.
Terminar este recorrido comiendo una pizza puede resultar raro, pero es que este fast good tiene mucho nivel. Cristian Georgita es su cabeza visible. Todos los secretos de la pizza los aprendió en Roma de maestros como Lecci Bonci, y no ha dejado de formarse para transformar esta popular receta en un argumento gastronómico sabroso y saludable.
Las harinas que utiliza son de una pureza superior, el tomate, San Marzano, y, como curiosidad, la patata es uno de sus principales ingredientes. Así nació en Roma la pizza al taglio. Dos recomendaciones: la tre patata piccanti y la mille foglie di patate. Para las fiestas del Pilar, Cristian ofrece una novedad: pizza de ternasco, piquillos y patata. Y como capricho dulce, el tiramisú es una apuesta segura.