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Elegir un enclave especialmente bello, sentarse a tomar algo y dejar pasar la tarde hasta que el sol se va escondiendo poco a poco es uno de esos lujos solo accesibles cuando tienes tiempo libre. Si ese mágico momento te pilla en Baleares, hay decenas de puntos para elegir donde la golden hour pocas veces decepciona pero los nuevos Soletes Guía Repsol marcan al menos, uno por isla. La paradisiaca playa de Fornells desde el ‘Isabella Beach Club’ (Tramuntana, s/n) en Menorca, la apabullante naturaleza de la Sierra de la Tramuntana desde ‘Café Deiá’ (Felipe Bauzá, 1. Deià) en Mallorca, el Faro de la Mola contra el mar azul oscuro que baña la costa de Sant Francesc de Formentera desde ‘Códice Luna’ (Carretera de la Sabina al Faro de Mola) o la calma de la cala de Port de Sant Miquel desde una de las mesas del ‘Chiringuito Pascual’ (Avenida Balanzat, 1. Sant Joan de Labritja) al norte de Ibiza muestran cuatro caras muy distintas y todas privilegiadas del verano balear.
Quizá sea en los archipiélagos donde encontremos algunos de los atardeceres más bellos del país y también se puede viajar entre islas de postal en postal a través de los nuevos Soletes del Verano en Canarias. Tenerife y su ‘Mirador de Benijo’ (Caserío Benijo, 1. Benijo) sobre los acantilados que rodean la playa de Canda en el Parque Rural de Anaga, La Palma y su ‘Balcón de Taburiente’ (Camino Cantadores, 2. El Paso) desde donde no se ve el océano pero casi tocas la Caldera que da nombre al restaurante; Lanzarote y la panorámica casi a ras del mar del sol despidiéndose desde Playa Honda que ofrece ‘Patagonia Grill’ (Avenida Playa Honda, 123. Playa Honda)... Todas merecen la visita y cada una hipnotiza a su manera.
Una vez recorridas las islas, toca empezar la ruta por la península, empezando por el extremo noroeste. En ‘Saburil’ (Praia de Nemiñá, 57. Muxía, A Coruña) puedes cenar un buen pescado observando cómo se acaba el día sobre el Atlántico, desde ‘La Terraza del Méndez’ (Reina, 1. Lugo) los tejados del casco histórico de Lugo van cambiando de color poco a poco por las tardes, y la puesta de sol desde ‘Bico Beach’ (PO-308. Sanxenxo, Pontevedra), sobre el acantilado de Pragueira con vistas a la isla de Ons, es directamente de anuncio. Allí, además, quien tenga suerte puede vivir la experiencia a ritmo de música reggae.
Siguiendo el Cantábrico hasta Luarca, estos Soletes regalan un plan casi obligatorio una tarde de buen tiempo: ir a ‘Cabo Busto’ (Busto, s/n. Luarca), comprar una caja de dulces elaborados por el célebre pastelero Jhonatan González y dar un paseo hasta el faro: media hora de tranquilidad y belleza. Otro lugar desde donde el mar norteño luce con otro brillo es ‘Bodega Bahía Santander’ (Diseminado Castañedo, 5. Ribamontán al Mar), ya en Cantabria, donde se puede tomar un vino de la zona observando la ciudad y su bahía desde las alturas. También ofrece una perspectiva diferente a la habitual de La Concha donostiarra ‘El Polvorín de Urgull’ (Mont Urgull Kalea. Donostia), y para despedir el día con ambiente marinero, se está muy a gusto en ‘Itxas Bide Taberna’ (Muelle Ereaga Kaia, 20. Getxo), no muy lejos de Bilbao.
También se pueden contemplar atardeceres de infarto en las zonas de interior y la ‘Taberna Bizarra’ (Medio, 68. Santa Eulalia Bajera) es todo un balcón al riojano Valle de Cidacos donde además cocinan y sirven ricas verduras de la zona. Los nuevos Soletes de Aragón, por su parte, llevan a los usuarios hasta los Pirineos a través sus bordas, como ‘Borda Bisáltico’ (Carretera Gabardito, km. 2 Hecho) en el Valle de Hecho, y también buscan los rincones más refrescantes de ciudades con altas temperaturas, como Zaragoza. Allí se encuentra ‘El Lago’ (Gastón de Bearne, s/n) y su terraza a orillas del Ebro, con una parte dividida en jaimas, perfecta para terminar el día.
También en el Pirineo pero en este caso en la parte de Lleida se encuentra la solvente cocina y la encantadora terraza de ‘Nabiu’ (Baciver, 3. Isavarre), en pleno Pallars Sobirà. Los parajes de montaña conviven en Cataluña con el Mediterráneo más deseado, y tampoco faltan en esta edición de Soletes interesantes enclaves en la Costa Brava. ‘La Brasa de Can Miquel’ (Passeig Platja, 7. L’Escala), por ejemplo, brinda un bonito panorama de la Cala Montgó, dentro del Parque Natural del Montgrí, les Illes Medes i el Baix Ter. ‘Ca La Nuri’ (Passeig de la Barceloneta) demuestra que aún hay lugares donde comer rico con los pies en la arena en la Barceloneta. Sentarse a cenar y ver el sol ocultarse y la icónica Vela puede hacerte sentir inmerso en una película rodada en la Ciudad Condal.
Siguiendo la costa mediterránea hacia el sur nos encontramos con el comedor acristalado de ‘Cala Bandida’ (Muelle Pesquero, s/n. Jávea) y confirmamos: se ve distinto el mar desde la escollera del puerto de Jávea, con una buena fideuá sobre el mantel. Igualmente bello con un estilo distinto es el mirador a las montañas del Parque Natural Desierto de Las Palmas en Benicassim que supone ‘Desierto’ (Bajo Partida. Desert de Les Palmes, Benicassim). Almorzando al aire libre por primera vez en esta terraza abierta en 1967 muchos pensarán que Benicassim tiene mucho que ofrecer, más allá del FIB y sus kilométricas playas de arena fina.
Siguiendo el camino pero sin cambiar de rumbo llegamos a las puestas de sol que ofrece la Región de Murcia. ‘El Sombrerico’ (RM-D15, 39, 30889 Calabardina) de Julio Miralles en Águilas, sobre la playa del Hoyo, ofrece una visión agreste y brillante de Cabo Cope. El río Mula refresca una de las zonas más áridas de la provincia, y justo enfrente, la terraza ‘Thermae El Pozo’ (Los Baños, 6. Los Baños) es un buen sitio para pensar qué hacer el día siguiente, recién salido de las aguas termales. A quien quiera cenar en un Solete de Cartagena, este listado le ofrece dos perspectivas distintas del querido Mar Menor: ‘La Oliva’ (Rosales, 1. Mar de Cristal) y ‘Maloca’ (Playa de los Alemanes, 57. La Manga).
Llegamos a Andalucía, concretamente a una de las provincias más aplaudidas -también literalmente- cuando llega el ocaso. En ‘Cantina El Titi-El Bartolo’ (Playa de la Casería, San Fernando), gaditanos y turistas llevan desde 1934 observando cómo se acaba la jornada sobre la Bahía de Cádiz y, si la marea lo permite, con las piernas en el agua. También puede ser refrescante ‘La Mesa Segureña’ (Postigo, 2. Segura de la Sierra): ese ajopringue con vistas al Pico Yelmo y al pueblo enclavado en el Parque Natural de las Sierra de Cazorla, Segura y las Villas quizá sea uno de esos recuerdos de los que tirar en las tardes de invierno.
Las azoteas andaluzas suelen tener su aquel y las croquetas Carmela Morales, la piscina infinita y la panorámica de la ciudad de Almería son las tres patas en las que se asienta ‘Ático by Olivencia’ (Tenor Iribarne, 2. Almería). Si las vistas de la ciudad de Córdoba desde ‘Añil’ (Mayoral, 21. Córdoba) no distraen en exceso, los que lleguen recordarán que para cenar conviene pedir bacalao, que preparan en diferentes versiones, y en Huelva también hay buenas vistas lejos del mar. En ‘Mirador Don José’ (Avenida de las Minas, 53. Cortegana) los platos de Fernando Cativelli se superan observando cómo dice adiós al sol uno de los castillos medievales mejor conservados de España.
Abandonamos el mar para no volver de momento y allí los Soletes también señalan terrazas agradables donde darse un respiro. El norte de Castilla-La Mancha merece una oportunidad incluso en verano y, por ejemplo, raro es que no sorprenda la terraza de ‘Plazería’ (Bajada de San Miguel. Cuenca), desde donde entretenerse con los destellos del agua en plena hoz de Júcar. Solo el lugar ya valía el paseo pero es que además su carta ofrece una interesante propuesta de productos conquenses con guiños asiáticos. Del mismo modo hay dónde observar Toledo desde un lugar alejado del circuito turístico: ‘Finca El Greco’ (CM-4000, km.0,7. Toledo): la orilla del Tajo y una buena foto de la ciudad de las tres culturas. Castilla y León y sus temperaturas algo más frescas -al menos de noche- puede ser atractiva para muchos: quien elija León debe apuntarse ‘Hotel Camarote’ (Dámaso Merino, 1. León), vista imponente de una catedral espectacular.
Para terminar, toca contemplar el atardecer extremeño, o mejor dicho, cacereño. ‘La Abadía’ (García Paredes, 20. Trujillo) ofrece desde el antiguo monasterio que lo alberga un crepúsculo monumental, sobre uno de los pueblos más bellos de la provincia. ‘Los Naranjos’ (Doctor Jimenez, 28. Santa Cruz de la Sierra) es un enclave idóneo para un atardecer donde respirar profundo e incluso cerrar los ojos un segundo: no todos los días tienes un día libre sumergido en la naturaleza de la Sierra de Santa Cruz.
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