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Olot

Una copa de volcán, museo y turismo

Capital de La Garrotxa (o Garrocha), los volcanes han hecho históricamente de Olot su ciudad, y la ciudad gerundense ha hecho de la naturaleza su razón de ser. Una urbe enmarcada por el río Fluvià, cuyo paisaje va sorprendiendo a cada paso, ya sea por su zona volcánica latente en el Parque Natural de los Volcanes de La Garrotxa, en el Parc Nou o en los parajes de La Moixina; también por las calles y plazas de su casco antiguo, o por las notables casonas descubiertas en el recorrido, que trazan buena parte de sus rincones, como la Casa Sor'a-Morales o la Ventós.

Una no desdeñable cantidad de recursos turísticos aspiran a entretener y dar conocimiento al mismo tiempo, tal es el caso del Museo Comarcal de La Garrotxa en el Hospicio, el Museo de los Volcanes e incluso la Casa-Museo Can Trincheria. Es imposible no dedicar un tiempo a los cráteres que, aunque inactivos, vuelven su mirada de lava hacia la villa y más allá de los Pirineos, como hacen los de Montsacopa, la Garrinada y Montolivet. Incluso la gastronomía se ha imbuido del espíritu de esos gigantes que modelaron el paisaje y la marca 'Cocina volcánica' puede leerse por toda la villa. Olot conserva monumentos de épocas anteriores, como el Claustro del Carme, del s. XVI, o como la iglesia de Sant Esteve o el santuario de la Mare de Déu del Tura, del s. XVIII.

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