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Navafría

El cóctel perfecto

“¡Cómo mola! ¿Puedo lanzarme por él?”, pregunta un niño pequeño a su padre. Lo que él ve como un tobogán es El Chorro de Navafría, una cascada natural de 20 metros de altura que discurre en medio de un frondoso pinar, y la verdad es que, a la vista del salto, se comprende perfectamente el deseo del niño. Menos mal que cerca, ya casi en el pueblo de Navafría, uno puede hacer su deseo realidad y zambullirse en Las Charcas, unas piscinas naturales que crea el río Cega para uso y disfrute de vecinos y visitantes.
El Cega también era el encargado de nutrir de agua al Martinete, un molino batidor de cobre de mitad del s. XIX que sigue en pie, declarado bien de interés cultural y transformado en museo etnográfico. También continúa en su lugar la iglesia parroquial de San Lorenzo, una mezcla de estilos con una portada románica digna de pararse enfrente y contener el aliento. Precisamente en honor de ese santo celebra Navafría su fiesta mayor y cada 10 de agosto se puede ver a los habitantes del pueblo, bailando la jota segoviana para agasajar a su patrón por las calles de un pueblo que combina naturaleza, arte y tradición.
 

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