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Más bonito que ninguno
Como una de esas bolas de cristal que guardan en su interior la maqueta de una diminuta aldea, idílica y protegido por siempre del exterior. Así es Fornalutx, un municipio mallorquín que se ha ganado el sobrenombre de ‘el pueblo más bonito de España’ y suele estar entre el top de los premiados en la isla por su labor de defensa de la Naturaleza y el mantenimiento de su villa.
Ciertamente, Fornalutx lo reúne todo: un emplazamiento natural privilegiado, sobre el valle de Sóller, en medio de la sierra de Tramuntana, y, al tiempo, una salida propia al cercano mar mediterráneo, por la desembocadura del Torrent de na Mora. Pero aparte de resolver el dilema de ‘¿Playa o montaña?’, y ser punto de partida para mil rutas, el propio casco urbano de Fornalutx acumula méritos de sobra para seducir al viajero. Sus calles son vías impolutas, que nos regalan la vista con una sucesión de cuidadas villas y casas de mampostería, fincas señoriales y alguna que otra sorpresa, como esa iglesia gótica que data de 1639. Un entorno que combina a la perfección con las palmeras, naranjos y cactus que salpican sus calles de adoquines y con los verdes montes que las rodean, visibles desde casi cualquier punto del pueblo.
No hará falta ponernos un rumbo en nuestro deambular por Fornalutx, porque cada cuesta arriba es una excusa para llenarse los pulmones de aire limpio serrano, y las numerosas terrazas, que nos saldrán solas en el camino, la mejor razón para hacer un alto e ir pensando qué puntuación le damos a este pequeño edén en nuestra web de viajes favorita.
/09_Krudo.jpg.transform/rp-rendition-lg/image.jpg "La barra fresca, ácida y picante de Bérgamo y Correa")
