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Magia medieval sobre el río Alberche
No se sabe exactamente cuándo se construyó el castillo de Escalona, dominante en un cerro que se asoma al río Alberche, norte de Toledo, pero hay conocimiento de su existencia desde hace casi 1.000 años. Lo mucho que hoy todavía queda en pie, en todo caso, aún deja percibir la suntuosidad y la importancia que tuvo. Apoyados en la fortaleza inexpugnable del recinto, cuatro hombres (el infante don Juan Manuel, el condestable don Álvaro de Luna y los marqueses de Villena y duques de Escalona Juan Pacheco y Diego López Pacheco) convirtieron Escalona en el señorío más importante del reino de Castilla durante 200 años.
Don Álvaro de Luna fue el protagonista, a mediados del siglo XV, de la Edad de Oro del señorío y del castillo, con más poder casi que el rey Juan II, y el que mandó construir un fastuoso palacio dentro de la fortaleza. Un siglo antes, protegido por sus muros, don Juan Manuel (infante, guerrero y amante de las letras) había escrito allí su gran obra, El Conde Lucanor. Toda aquella magia aún puede percibirse en el castillo de Escalona, declarado Bien de Interés Cultural y reclamo principal del pueblo, pero no único.
Porque si el viajero pone atención todavía percibirá, por ejemplo, numerosos restos del lienzo de muralla que protegía la villa en la Edad Media. En la parte alta del trazado urbano, los Miradores del Alberche dan una idea excelente de una parte de lo que espera en la visita: desde allí se obtiene una gran panorámica del castillo, pero también de la Torre del Agua (antiguo depósito del pueblo), de los restos de muralla, del Camino Real de Castilla que sube hacia Escalona, de los bosques de ribera, del arenal de los Reyes, del paseo fluvial…
Intramuros, muchos más puntos de interés. El principal, probablemente, la plaza del Infante Don Juan Manuel, testigo de los siglos y flanqueada en dos de sus lados por soportales porticados apoyados en columnas de granito. Declarada Bien de Interés cultural toda la plaza, en lugar prominente destaca la Casa del Concejo, sede del ayuntamiento desde 1448, con un anchísimo soportal de madera que se apoya en unas impresionantes columnas de ocho caras, provenientes del castillo. Además, la columna de la esquina protagoniza la escena en la que el Lazarillo de Tormes se libera de su amo ciego haciendo que se golpee contra ella. Es clásico el rito del Cabezazo entre los visitantes de Escalona: golpearse suavemente en la columna para liberarse de los demonios y fantasmas personales.
Completado el ritual, el casco urbano ofrece aún muchos lugares que convendría visitar: la iglesia de San Miguel (convertida en colegiata en el siglo XVII, única superviviente de las cuatro iglesias que hubo en Escalona), el arco de San Miguel (puerta norte de la villa y salida del Camino Real y del Camino de Santiago), el convento de la Encarnación (siglo XVI, Bien de Interés Cultural), la plaza de San Vicente, el arco de San Ramón… Rincones todos que guardan para siempre la magia de Escalona.