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El Castillo de Santa Catalina junto al Parador que lleva su mismo nombre.

Hotel Castillo de Santa Catalina: domir con un fantasma en Jaén

La primera reclamación por las molestias de un espíritu

Actualizado: 24/10/2016

En los registros oficiales de Paradores consta una curiosa reclamación: un cliente se quejó porque un fantasma se pasó toda la noche molestándole con golpes en la puerta. Según los empleados y muchos huéspedes, en las habitaciones 22 y 23 del torreón del Castillo de Santa Catalina se perciben ruidos y movimientos extraños. El que esto escribe se pasó toda la noche en vela en uno de estos cuartos...
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"Yo ni creo, ni dejo de creer... Pero son muchos los empleados y clientes de nuestro Parador que durante años han relatado experiencias extrañas vividas en estos pasillos y habitaciones". Javier Manzano lleva apenas desde el inicio del verano como máximo responsable del Parador de Jaén y todavía no ha tenido oportunidad de encontrarse con alguno de estos ilustres huéspedes que se alojan desde hace décadas sin pagar.

"Al poco de llegar yo, este pasado junio, una de las empleadas que estaba haciendo la guardia de noche me aseguró que vio una luz muy potente detrás de ella cuando caminaba por el pasillo. La luz le pasó por un lado y la perdió de vista al girar hacia otro pasillo...", asegura entre sonrisas Manzano. Está muy acostumbrado a que los huéspedes y curiosos le pregunten por estas historias, todavía más desde que un conocido programa de televisión dedicado a los fenómenos paranormales emitiera un reportaje hace año y medio sobre este hotel.

La misteriosa habitación 22.
La misteriosa habitación 22.

"Son muchos los que se interesan por alojarse específicamente en las dos habitaciones del torreón", admite Antonio, empleado de recepción. Y es que son en las habitaciones 22 y 23 del torreón del Parador Castillo de Santa Catalina donde se dice que se han vivido las experiencias más extrañas. Muebles que cambian de posición, maletas que aparecen abiertas, sombras deambulando, golpes en la puerta y ventanas, llantos de mujer... "Hombre, miedo no; pero sí que da un poco de reparo ir sola a limpiar o hacer la vigilancia nocturna por estos cuartos", reconoce una empleada, a la que tampoco se le han presentado los fantasmas.

Aquí casi todos tienen sus anécdotas. Martín, uno de los trabajadores más jóvenes del Parador, comparte la suya: "Hace unos meses se alojaron en la habitación 23 unas personas muy atraídas por estos fenómenos y llenaron toda la escalera del torreón con aparatos de psicofonías. Lo que no tuvieron en cuenta es que los huéspedes de la 22 iban a ser madrugadores y al salir del cuarto se dispararon todos los sensores y se montó un espectáculo de aupa con los cazafantasmas".

Castillo de Santa Catalina, junto al Parador.
Castillo de Santa Catalina, junto al Parador.

El Palacio ha sido objeto de muchas leyendas a lo largo de los siglos, en una ciudad muy mística. Quizá este fantasma sea la joven musulmana amante de Miguel Lucas de Iranzo, condestable de Castilla durante el reinado de Enrique IV. El profundo amor que se profesaban ambos despertaba las envidias y celos de los súbditos, que pensaban que la muchacha hacía que el gobernador desatendiera sus funciones públicas. Un día, aprovechando la ausencia del condestable, un grupo de hombres asaltó el castillo y prendió fuego a la mujer, que se encontraba embarazada. Hay quien piensa que fue en este torreón donde la mora encontró tan terrible muerte y que son sus lamentos los que algunos dicen oír, mientras arrastra y golpea los muebles.

Retrato del condestable Iranzo, en el salón principal del Parador.
Retrato del condestable Iranzo, en el salón principal del Parador.

Otra historia de amor y muerte es la que protagonizaron el gobernador Omar y su esposa Zoraida durante la época musulmana. Una tarde, el hombre fue requerido en Jayyān (Jaén en árabe) para resolver unas cuestiones, como era habitual. Sin embargo, aquella noche no regresó al alcázar y su mujer, angustiada salió en su búsqueda al amanecer. A escasos metros de donde hoy se levanta el Parador, Zoraida encontró el cuerpo apuñalado de su amado, al que se abrazó llorando desesperadamente. Cuando los soldados de Omar trataron de separarla del cadáver, se percataron que la mujer también había muerto pero que sus lágrimas seguían sin cesar, formando un manantial que en la actualidad se llama la fuente de Caño Quebrado. Cuentan en Jaén que en las noches de febrero se ven las almas de ambos regresando abrazados al castillo.

La habitación número 13 de De Gaulle

Pero en realidad lo que más atrae a los visitantes a este Parador es su inmejorable ubicación sobre el cerro de Santa Catalina, lo que le convierte en el gran balcón de Jaén. Fue construido en 1965 sobre los restos de un antiguo alcázar morisco, junto a las ruinas del Castillo de Santa Catalina, del siglo XIII, que aún se conservan en perfecto estado -a pesar de que las tropas napoleónicas lo quemaron antes de abandonarlo- y pueden ser visitadas. Del edificio levantado por el arquitecto José Luis Picardo en los años sesenta destaca su espectacular salón principal, con unos arcos cruzados a 20 metros de altura, y la decoración medieval de sus habitaciones y salones, muy apreciada por los turistas extranjeros.

Habitación donde se hospedó Charles De Gaulle. Foto: Paradores.
Habitación donde se hospedó Charles De Gaulle. Foto: Paradores.

Entre todos estos miles de huéspedes destaca un nombre: Charles De Gaulle. Quien fuera presidente de la República Francesa, símbolo de la resistencia ante el nazismo, se alojó en la habitación número 13 de este Parador durante cinco días de junio de 1970 para concluir sus memorias. Se enamoró de este hotel, al que regresaba todas las noches tras visitar las distintas provincias de Andalucía. "Solicitó una cama especial, de 2,10 por 2 metros, lo que obligó a confeccionar sábanas y cubiertas a medida. Además, es la única cama con dosel -lo pidió la mujer del dirigente galo para poder dormir mientras su marido escribía- y está sobre un alto, lo que provocó que De Gaulle se tropezara y se diera de bruces contra el suelo al levantarse una medianoche", explica el director del Parador. A pesar de este percance, que no llegó a mayores, De Gaulle dejó clara su valoración de esta experiencia en el Libro de Oro: "Excelente estancia en Santa Catalina".