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Cruzar el arco de medio punto que lleva al patio principal del 'Zoëtry Mallorca' es como traspasar una puerta a otros tiempos. Viajas por un instante siete siglos atrás, al año 1369, cuando esta finca bautizada como Sa Torre ya era una de las más distinguidas de toda la isla. Habitada por varios linajes, fue morada de la familia Villalonga, poderosos terratenientes de los siglos XIX y XX que ya forman parte de la historia de Mallorca.
El halo del pasado envuelve cada rincón de la finca: desde sus muros de piedra seca cubiertos ahora de cuidadadas enredaderas, a los arcos abovedados de los salones, los capiteles góticos, los escudos de leones rampantes -símbolo de la familia- o esos muebles restaurados que hoy decoran algunas de sus 101 estancias. También hay inscripciones mercantiles, rúbricas y escudos de otros nobles que la habitaron y que siguen hablando del pasado de esta finca reconvertida en hotel en 2010.
Con aires de fortaleza, el edificio principal alberga las habitaciones nobles, las más espectaculares de todas, donde ese encanto rural de las casas de campo mallorquinas convive con el lujo de las lámparas de araña, los cabeceros de madera artesanales, las camas con dosel o las réplicas de obras de Picasso, entre otros detalles que cargan de personalidad cada estancia.
La más espaciosa es la Villalonga Exclusive Suite con sus casi 100 metros cuadrados; la Tornamira Elegant Suite sorprende con su chimenea de piedra frente a la cama; en la Net Elegant Suite, su baño de mármol invita a relajarnos; mientras la Febrer Elegant Suite ocupa el antiguo comedor noble de la familia. Hay terrazas que miran hacia los jardines, otras se asoman hacia el final de la sierra de Tramuntana, el cerro Puig de Randa o la iglesia de Llucmajor. No se ve el mar, pero tampoco se echa de menos. Aún para quienes deseen un chapuzón, las playas de Es Trenc, Ses Covetes y Cala Pi se hallan a tan sólo diez minutos en coche.
Además de las grandes suites, también hay estancias más modernas y minimalistas, esas que ocupan las antiguas caballerizas y cuyas terrazas envueltas en la vegetación de la finca invitan a una tarde relajada entre las páginas de un buen libro. Federico Fernández, segundo jefe de recepción del hotel, nos guía por esta finca histórica donde dos piscinas -una para familias y otra sólo para adultos- proponen un refrescante baño. Su pool bar, 'Es Clot', es ideal para tomar un cóctel mientras picoteas algo sin quitarte las chanclas. Los ceviches o las brochetas de pescado son dos hits de su carta mediterránea.
Para ponerse en forma, encontramos dos pistas de tenis con césped artificial -de uso gratuito para huéspedes-, un sendero de footing de campo a través donde caminar o correr a lo largo de sus 1,4 kilómetros y un campo de fútbol acreditado por la FIFA, “uno de los cinco campos que existen en Mallorca con césped natural”, apunta el uruguayo, que lleva 20 años en la isla. Y para el relax total, ofrecen un circuito de spa con sauna, baños turcos y duchas sensoriales que puede completarse con una carta de masajes y productos Naturá Bissé. Difícil resistirse.
El paseo depara más sorpresas, como el reloj de sol barroco en una de las fachadas laterales, un antiguo molino de viento harinero que aún conserva parte de la maquinaria -hoy sólo decorativo-; varios aljibes y pozos; o la imponente capilla neogótica cuya cámara octogonal mide nueve metros de diámetro y se construyó con piedra de s´Águila y des Puigderrós, dos fincas vecinas.
“Data de 1872 y fue un regalo de Mariano de Villalonga a su mujer, Catalina Zaforteza, agradeciendo a Dios el nacimiento de su primer heredero, tras cuatro intentos”, cuenta Federico. Aunque no está consagrada, en este singular espacio se celebran bodas, eventos y clases de yoga donde la luz que se cuela entre las vidrieras orquesta una atmósfera única y mágica. Su bóveda principal está inspirada en la iglesia de San Juan de los Reyes, de Toledo; y como anécdota, en su tejado se instaló el primer pararrayos de una iglesia en Mallorca.
Varios túneles de vegetación sirven de atajo entre las higueras, olivos, lavandas y almendros que visten la finca junto a varios árboles centenarios. Al atardecer es fácil ver corretear algún conejo que intenta colarse en el huerto plantado por Andreu Genestra, el chef que acaba de trasladar su restaurante gastronómico a este edén malllorquín. Su propuesta de alta cocina desnuda el producto de la isla para mostrar un Mediterráneo muy personal cargado de autenticidad.
Su apuesta por los productos de kilómetro cero le permiten dar forma a una cocina imaginativa con fuerte identidad balear modelada bajo su personal prisma. Esta temporada, destacan platos como el mejillón de Cala Fornells (Menorca) a la naranja y las mollejas de pato; la galantina de conejo con papada de cerdo negro y pistacho, salsa de guisantes verdes y mostaza, taco de sardina ahumada y un arroz seco de hierba; el calamar de pota con mayonesa de algas y tacos de cecina de cerdo negro; o la codorniz a la melaza rellena de verduras, finas hierbas y sus interiores.
El momento del desayuno es una gozada. Servido en el restaurante 'Es Mercat' -acogedor y solo abierto para cenas-, se exhibe un auténtico festín de quesos locales y embutidos mallorquines, bollería casera, mieles, zumos naturales, frutas, varios tipos de panes, sales de Ibiza, ensaimadas, sobrasada y distintos tipos de empanadas. Todo para acompañar un buen café o un té con leche mientras recibes el nuevo día en su terraza al aire libre. Un rincón mágico que por las noches se ameniza con música en directo mientras va cayendo el sol y despides un nuevo día.
'ZÖETRY MALLORCA'. Camí de Sa Torre, 8, 7. Llucmajor. Mallorca. Tel.: 971 07 08 73