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Todo es onírico en la villa de Teguise. Sonsoles López y Eduardo Riestra lo vieron. “Veníamos todos los años a Lanzarote en Navidad y nos decidimos. Estuvimos un año manteniendo el negocio en Madrid y viviendo aquí, donde no teníamos nada. Solo el colegio de la niña y los muebles de camino”. Pero todo se dio.
El prólogo a este matrimonio aventurero habla de Heidi Bücher, la prestigiosa artista suiza cuyo focus siempre giró en torno a los espacios arquitectónicos, cuya obra expuso en puntos como el MOMA o el Pompidou. “Un día conocimos al dueño de esto, era el hijo de Heidi. Nos hicimos muy amigos”. Sonsoles y Eduardo le proponen crear un hotel en torno al encanto de la isla conejera.
“Viajando por el mundo habíamos conocido sitios con este karma. Pero aquí al principio no creían en el proyecto. Nosotros, sin embargo, nos lanzamos”. Un hotel-palacio sin piscina. “Ya hay playas fantásticas, así que quisimos hacer algo distinto. Hoy podemos decir que ‘Palacio Ico’ fue el primer hotel emblemático de la isla”. La gente viene aquí interesada por conocer los alrededores. “Mucho francés que antes iba a Marrakech o Túnez y, tras el COVID, descubrieron Lanzarote. Encima ellos traen consigo la cultura del chateau. Pero, en definitiva, el que viene aquí es una persona tranquila, que huye de las masas”.
El entorno provee de este mood: refugio de pintores, escultores y artistas varios, Teguise es un pueblo de casas antiguas e iglesias, de conventos y casonas señoriales que llevaron en el siglo XV a esta villa a ser capital de la isla. También un pueblo de patios enormes. “Mucha gente hace la vida en sus patios. Nos recuerdan un poco a la vida que desprenden los de los riads. También hay mucha gente relacionada con el yoga”.
Esto es Teguise, dentro de los Pueblos Más Bonitos de España, que deja corta a esta etiqueta. El blanco encalado de sus fachadas contrasta con la madera de tea de vigas y balconadas y con el verde de cactus y palmeras. Todo impregnado de esas leyendas guanches que salpican el archipiélago canario. “La que hay detrás de ‘Palacio Ico’ habla de la princesa homónima, hija ilegítima del rey aborigen Zonzamas, que iban a quemar en una cueva para demostrar si por sus venas había sangre real. Pero al final salió viva”, cuenta Sonsoles mientras sus hijas, Minerva y África, juegan en el patio libres de semáforos y tráfico.
Aquí la paz es la principal anfitriona. “Hace poco vi un vídeo nuestro en el que las palmeras del patio eran todavía pequeñas”, rememora romántica. “Recuerdo cuando decidimos movernos aquí. Eduardo y yo nos miramos y dijimos vamos a cumplirlo”. Australia o Costa Rica fueron la inspiración, pero la meta esperaba en esta casa solariega canaria, que data del siglo XVII.
Nueve habitaciones (cinco suites y cuatro dobles), todas distintas, discurren a lo largo de su patio eterno. “Los espacios los hemos adaptado. En la 9, por ejemplo, podíamos haber hecho dos habitaciones, pero mantuvimos el espacio original. También apostamos por lavabos de piedra en los baños, todo vinculado con artistas locales”. Y, cuando se trata de esto, todo lleva al inmortal César Manrique, lanzaroteño de pro que hoy habita el hotel a través de una serie de fotografías hechas por Linus G. Jauslin, fotógrafo suizo amigo suyo. “También veréis cuadros de Ildefonso Aguilar, el mejor artista de Lanzarote junto a César Manrique”.
Toda la casona está llena de rincones a los que siempre se quiere volver: una biblioteca con libros de viajes y arte donde llevarte el té de media mañana, buganvillas por doquier en el jardín principal, así como en los jardines traseros de alguna de sus habitaciones… Una atmósfera, entre lo natural y lo arty, a la que Eduardo acuña con un término. “Quisimos impregnar cada rincón de la filosofía wabi sabi, cultura zen japonesa que se basa en la belleza de la imperfección por el paso del tiempo”.
Suelos de tea, techos artesonados de más de cuatro metros de altura, anchos muros de piedra, balconadas de madera… ‘Palacio Ico’ bien podría protagonizar cualquier novela exótica, solo que desde Teguise. “César Manrique incluyó este inmueble en su libro Lanzarote, arquitectura inédita, de 1973”. Una construcción tradicional conejera, dentro de un inmueble catalogado como patrimonio histórico, que se completa con un corazón gastronómico.
Nueva cocina canaria, como la definen por aquellos lares, que firma Víctor Valverde, madrileño embriagado de la tierra lanzaroteña. “Me formé en Martín Berasategui y en el ‘Hotel W’, en Londres, estancia que me influyó especialmente. Allí conocí la cocina asiática, que es lo que marca la línea de mi cocina”. Se nota en el tartar de ceviche vegetariano. Porque sí, aquí adaptan los platos a gusto del hedonista. “Lleva frutas tropicales marinadas en limón, jengibre y aguacate. Para los omnívoros, el ceviche hoy es de cherne”. También Asia está muy presente en el plato de tartar de atún rojo de Lanzarote con puré de aguacate, rabanito, salsa de soja, jengibre y lima. Hago una cocina muy fresca, muy alegre y natural”.
Víctor atiende, café en mano, en una mañana de sábado preinvernal, solo que en las Islas Afortunadas nunca deja de ser verano. Sonsoles y Eduardo cuentan su historia bajo las palmeras del patio. “Víctor vino como caído del cielo. Él había tenido un restaurante en Lanzarote y, cuando empezó a crear sus platos para nosotros, la propuesta de ‘Palacio Ico’ ya se cerró a nivel 360 º”, cuenta ella. “Creo que mi fetiche es lo que me aporta la isla. Y de lo que no nos podemos nutrir de Lanzarote, miro al resto de las islas. Diría que soy kilómetro 0 a un 75 %, pero también traigo algunas cositas de Península”.
Sale el almogrote conejero, que aquí hacen con queso fresco de Uga, pueblecito legendario de Lanzarote cerca del Parque Nacional de Timanfaya. De Uga también es el afamado salmón, que aquí ahúman para darle el toque Lanzarote. Lo acompaña un arroz crunchy y salsa chipotle. El salmón sale en una vajilla que es territorio puro, elaborado por Eguzkine Zerain, artista nacida en Vitoria asentada en Teseguite, que elabora lo que ella llama cerámica viva. “Desde pequeña me interesó el barro como material expresivo, pero fue hace 24 años, al llegar a Lanzarote a vivir, cuando comencé mi trayectoria con la cerámica y el arte”. Experimentó, viajó, estudió y hace nueve años abrió su taller en la localidad, abierto a visitas. “A través de estos encuentros con la gente, comienzo una aventura creativa viva. Realizo piezas únicas, utilitarias mayormente, con materiales que no perecen en el tiempo”.
Eguzkine diseña porcelana, limoges y barros refractarios de diferentes colores para los diferentes platos del restaurante ‘Ico’. El mar para el salmón, por ejemplo, pero esta vajilla también tiene carácter volcánico para creaciones como la burrata con tomate de Tinajo o el pulpo cocido en su propio jugo con salsa de batata blanca del Jable, tirabeques, jalapeños y tomatitos con salsa chipotle. “Me inspira la propia necesidad para ir surfeando en torno al producto”.
Y ya que esto va de mar, imprescindible es la gamba de La Santa, que acompaña joyas como el aguacate de La Palma, al igual que el plato en el que salen consigo mismas. Sólo unas escamas de sal como acompañamiento. “La Santa está cerca de la playa surfera de Famara. Es un pueblito de pescadores que recolectan la gamba y el carabinero. Los Olivera las capturan con nasas, unas redes que no son de arrastre. La servimos poco hecha, para que disfrutéis del sabor”. Llegaron ayer, las sirven hoy, todavía con el sonido del Atlántico en el plato.
El capítulo vinícola lleva por nombre a Iván Monreal, sumiller canario que viene de ‘Bodegas Vulcano’, subcampeón de España de sumilleres en Salón Gourmet 2021. Lo cuenta con respeto el propio Víctor. “No tenemos una carta extensa en vinos, pero sí que queríamos que fuera característica de Canarias”. Aquí hay mucho terroir que repasa los vinos del archipiélago. “Aquí, en Lanzarote, predominan los vinos del año. Generalmente, al ser vino blanco, la calidad esta más aquí, pero también te diré que en la isla hay mucho tinto que está por descubrir, con la listán negro como variedad prioritaria”.
Sin ir más lejos, en carta aparece el coupage de esta variedad con la syrah de ‘Bodega Los Perdomos’, la 100 % listán negro de ‘Bodegas Vulcano’ (ambas D.O. Lanzarote) o la negramoll de ‘Bodega Viñátigo’ (D.O.P. Islas Canarias). En blancos tinerfeños, reseñable es su ensamblaje de moscatel de Alejandría y Diego de ‘Bodega Los Perdomos’, que también cuenta con un 100 % malvasía volcánica, o el vino SOCO de ‘Bodega Puro Rofe’, que embotella un baile de malvasía, listán Blanco y Diego, una variedad más seca y ácida que la malvasía. “También vendemos las botellas, que están expuestas a la entrada. O las llevamos a las habitaciones si nuestros clientes lo requieren”.
El bienmesabe sobre sirope de fresa con helado de lima, galleta de chocolate y almendras garrapiñadas da las buenas noches, anticipando un desayuno épico que ya se ha convertido en un must entre los vecinos y gentes de la zona. “Una clienta, que se había alojado aquí, nos dijo un día que le gustaría venir con las amigas a desayunar al hotel. Así que, a partir de las 10:30 horas puede venir la gente a tomar el brunch o el desayuno”, cuenta Eduardo.
Comenzar el día en ‘Palacio Ico’ habla de panes artesanales de masa madre, incluyendo un brioche con romero que quedará para el recuerdo. Panes que se prestan a unas mermeladas caseras hechas por María José, que también hace los bizcochitos del desayuno y unos zumos que causan un auténtico oleaje. Granolas, quesos de la isla, tarta de zanahoria, fruta del día, mojos… Todo hecho a diario, todo con amor lanzaroteño, acompañado de una playlist musical que desvela la melomanía de Eduardo y Sonsoles con vinilos repartidos por el restaurante y la biblioteca.
Y esas postales. “Están hechas por un ilustrador americano. Las regalamos a los clientes cuando se van; es otro proyecto que tenemos en marcha con el hotel. Nos las distribuyen ahora unos chicos, de modo que ahora las tenemos repartidas por todos los centros turísticos. No hay muchas en la isla, más allá de lo típico”. Maletas cargadas para dejarse atrapar por el imán de esta isla volcánica. Una postal real como el mejor recordatorio para volver.
‘PALACIO ICO’ - Rayo, 2. Teguise, Las Palmas. Tel. 928 59 49 42.