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“La vida debería ser una fiesta constante”, decía Dalí y en el hotel ‘Kimpton Vividora’ (Barcelona) se lo recuerdan a sus huéspedes escribiéndolo con rotuladores de colores en el espejo del baño abierto en las habitaciones. Más que disfrutar de la vida, en este alojamiento se le invita al viajero a sentirla, a emocionarse y dejar que le traspase dejando a su paso historias y marcas indelebles. Y desde que se atraviesa la puerta y se contempla el recibimiento en Got Coffee & Cocktails, el bar de la entrada, con el mobiliario de colores cálidos y lámparas que evocan brillantes pompas de jabón en lo alto, uno tiene la certeza de que aquí se va a divertir.
Ubicado en el corazón del barrio Gótico, “el hotel está lleno de guiños a la cara más hípster y alternativa de la zona, que aquí queda representado con un longboard, por ejemplo”, explica Gabriel Pons, Marketing Manager de Kimpton, señalando ese detalle que encuentras y encaja en las esquinas más insospechadas de las estancias. La directora creativa de Kimpton y vicepresidenta senior de diseño, Ave Bradley, junto con el despacho de interiorismo catalán ‘El Equipo Creativo’ y el estudio de arquitectura ‘GCA’ se han encargado de la decoración, que sigue la nueva tendencia de hostelería: respetar el lugar en el que estás ubicado. El hotel es un viaje a la esencia misma de Barcelona.
Cuentan con 151 habitaciones cuya decoración intenta, una vez más, sumergirte en el eclecticismo del que presume la ciudad. Colores tierra se unen a otros neutros para silenciar el ruido visual que haya podido dejar un paseo por Barcelona, pero recordando el Mediterráneo con los azulejos azules de la ducha. Mobiliario hecho a medida por artesanos y obras de arte de artistas locales rematan un espacio que enamora con los detalles. En las suites, 10 en total, las terrazas privadas a las calles del barrio o los tejados de la ciudad, otorgan el placer de observar la urbe en soledad. Una maravilla que solo puede igualarse a un baño en la profunda bañera que preside el centro de cada suite. Aunque si se opta simplemente por una ducha con las alcachofas de chorro a lluvia también se cumple a la perfección el objetivo de salirse del mundo.
Bajo el lema 'Forgot it? We’ve got it!', cualquier artículo que se necesite, está disponible, y no solo los amenities, que aquí son locales de la firma Carner Barcelona, la historia va mucho más allá. En un acuerdo con la marca británica Anthropologie, Kimpton pone todos los accesorios a disposición de sus clientes (que luego, si les gusta, pueden incluso compralo). Además, "todas las habitaciones cuentan también con un paraguas y su yoga mat", explica Gabriel, por si los huéspedes desean asistir a las clases gratuitas de yoga que se imparten cada jueves por la mañana.
En ‘Kimpton Vividora’ empujan al huésped a que goce al máximo de la vida y, desde luego, le ayudan ofreciéndole todas las facilidades para que lo consiga. Cada día se celebra la hora social, un encuentro en la entrada en Got Coffee & Cocktails, donde se invita a una copa de vino a los clientes para que interactúen y se conozcan, una idea maravillosa para los viajeros solitarios. Pero si lo suyo es la bicicleta, se puede solicitar una en el hotel y recorrer la ciudad sobre dos ruedas como hacen los locales. También disponen de tablas de surf como recuerdan en el espacio donde se ubica la recepción que exhibe, precisamente, una tabla y una bici. “Porque desde aquí, estamos a 15 minutos del mar caminando”, subraya Gabriel haciendo hincapié en ese plus que suma Barcelona con su costa.
El hotel, que abrió sus puertas justo dos semanas antes de la pandemia, es el primer alojamiento en España de la empresa 'Kimpton Hotels & Restaurants'. Desde su nacimiento en San Francisco, en 1981, Kimpton ofrece su apoyo a la comunidad LGBTQ. “Barcelona no es excepción y ‘Kimpton Vividora’ pertenece a la asociación estadounidense IGLTA, líder mundial en la defensa del colectivo LGBTQ en empresas turísticas”, según explican sus gestores. Es una forma de recordar que aquí todo el mundo es bienvenido, además de apoyar eventos y actos que defiendan los derechos de la comunidad. Y si quieres venir con tu amigo del alma, también puedes: "Nosotros no somos solo pet frienly, somos más bien pet lovers”, se ríe Gabriel, quien asegura que aquí el lema es: “Si tienes una mascota que cabe en el ascensor, te la puedes traer contigo”.
La experiencia del hotel se completa con su parte gastronómica, porque uno no podría vivir la vida al máximo sin saborearla. Apuesta por tres proyectos bien diferenciados, agrupados bajo el concepto Casa de Vivi. “Queremos que nuestros clientes se sientan como en casa, y si no en la suya, en la de un amigo”, sonríe Jorge Masyebra, director del hotel, sentado en ‘Fauna’, restaurante cuyo diseño recuerda a una casa típica catalana con su despensa, sus suelos hidráulicos, sus espacios bien divididos... Algo que no solo consiguen con el diseño o la decoración, el personal de Kimpton es cercano sin ser molesto, atento sin ser impertinente. Practican una escucha activa lo que en todos los casos mejora la experiencia del cliente, porque son capaces de recordar los detalles que marcan la diferencia.
El chef Jordi Delfa se encarga de toda la apuesta gastronómica que se basa en evocar parte del recetario catalán, usar solo producto excelente y adaptar cada menú al espacio en el que se sirve dentro del alojamiento. En ‘Fauna’, la alta gastronomía sabe a temporada y a revisión de platos tradicionales con la delicadeza de los productos de la tierra, como los Fideos a la cazuela de presa ibérica de bellota, costillas de cerdo y cigalas o el Arroz a la milanesa de Ca l’Elena (un plato de la abuela de Jordi). En la Terraza de Vivi, ubicada en la azotea, la propuesta es más fresca e informal (como en Got), pero sus Tacos mexicanos de bogavante o su Ceviche de corvina salvaje recuerdan el buen quehacer del cocinero catalán. Y al ser ligero, lo requiere la pertinencia estival, siempre deja espacio para un desayuno que en ‘Kimpton Vividora’ quita el sentido.
El rooftop del hotel, donde está la Terraza de Vivi, es el colofón perfecto a un día por la ciudad perfecto (sí, aquí uno puede pensar que la perfección existe). Dispone de piscina para los clientes, pero son sus vistas 360º de la ciudad, desde donde se aprecia la Catedral, Santa María del Mar, Montjuic o el mar, son un regalo para desconectarse de la vorágine del mundo, especialmente si lo haces acompañado de un buen cóctel. Para quien lo conozca, no solo será su nuevo lugar favorito del hotel, sino probablemente también de toda Barcelona (ojo, acceso abierto a todos los públicos, no solo a los clientes del alojamiento).
Las impresiones, las sensaciones, las vistas de la ciudad y la emoción de empaparse de tanta belleza permanecerán con el viajero un tiempo después de haber regresado a casa. Incluso, muchos días después, un olor o un color traerán de vuelta ese recuerdo de haber vivido Barcelona desde otro lugar. Y el suspiro será: “¡Kimpton Vividora!”.