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Reus, situada a 10 kilómetros de Tarragona, es una ciudad sorprendente que durante el siglo XIX fue un foco cultural, artístico y sobre todo industrial en Cataluña. Entre los siglos XVII y XVIII esta ciudad producía el 60 % de aguardiente de toda Cataluña y a partir del año 1892 comenzó a comercializar el vermú. Aquí fue donde se elaboró este licor por primera vez en España y pronto se extendió al resto del país. A finales del XIX, Reus, una ciudad de 30.000 habitantes, contaba con más de 30 bodegas y 50 marcas de vermut. Hoy quedan tres, pero son muy potentes: 'Iris', 'Yzaguirre' y 'Miró'.
La curiosidad de Joan Tàpies por la historia del vermú en su ciudad y por la estética modernista de aquella primera botella le llevó a investigar y recorrer mercados y anticuarios buscando botellas hoy desaparecidas. Y la colección fue creciendo. Mucho. Hoy en día está formada por más de 6.000 objetos diferentes que incluyen 1.800 botellas, carteles publicitarios, ceniceros, albaranes y facturas, etiquetas, vasos, chapas y mucho más. Es una colección tan variada y original que François Monti, autor de El gran libro del vermut y una de las personas que más saben de este licor en el mundo, la visita con asiduidad: "El museo de Joan es un ejercicio de generosidad. Muchas personas apasionadas del vermut tienen colecciones privadas pero él decidió hacerla pública", cuenta.
Pero lo mejor del Museu del Vermut es que, además de museo, es un restaurante y un bar, lo que te permite comer y beber rodeado de imaginario vermutero. Este singular espacio forma parte de la ruta del vermut de Reus, pero también de la ruta modernista (Es la ciudad natal de Antoni Gaudí), ya que está situado en un edificio catalogado de 1860 que fue fábrica de sombreros. Desde 2014 acoge este restaurante-bar-museo conservando los suelos, los forjados, las ventanas y porticones originales de marcado carácter industrial.
La vermutería del Museu del Vermut cuenta con 118 referencias de esta bebida venidas de todo el mundo. "He escrito un libro sobre el vermut y cuando visito el museo, puedo probar uno que aún no conozco", confiesa François Monti. Para hacerlo más fácil, la carta se estructura por origen: Reus, Cataluña, España, Italia, Francia, Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos. Aconsejamos empezar por el vermut de la casa, el Cori, disponible de grifo el negro, y en botella el blanco y el negro. Cuenta con varios premios y lo elabora la casa 'Miró' a partir de una receta de Joan Tapias y su hijo. Se trata de un vermú muy fácil de beber, equilibrado en amargor y macerado en piel de naranja, lo que le aporta un interesante toque cítrico. En definitiva, un vermut que entra muy bien.
Además de la vermutería, el museo cuenta con una terraza y cuatro comedores llamados como cuatro grandes marcas de vermut: Espacio Martini, Espacio Miró, Espacio Yzaguirre y Espacio Iris –De Muller–. En cada uno de ellos se exhiben objetos y carteles de esas marcas o compañías asociadas, algunas de valor incalculable: "No olvidemos que las marcas de aperitivos en general y las de vermut en particular fueron, al menos en Europa, las marcas pioneras del arte publicitario –recuerda Monti–. Martini por ejemplo, encargaba sus carteles a los mejores artista de la época y podemos ver estos originales aquí. Yo creo que solo por eso ya es una visita imprescindible".
Estos comedores funcionan como mesas del restaurante y también pueden reservarse para eventos privados. La cocina de autor, mediterránea y de proximidad, se puede disfrutar al mediodía desde las 12.00 y por la noche desde las 19.00. Y en el bar, sus combinados de enlatados con vermut arrasan los fines de semana. La visita al museo es libre y gratuita, pero es difícil no pararse a degustar un vermut.
"Cuando me propuse abrir un restaurante-vermutería, algunos me tildaron de loco –cuenta Tàpies junto a la vitrina que exhibe aquella primera botella que le regaló su padre–, porque la mayoría lo veían como algo desfasado. Hoy, siete años más tarde, vuelve a estar de moda y me gusta pensar que hemos puesto nuestro granito de arena para reivindicar el vermut de Reus". Para Tàpies, los vermús de Reus se distinguen por su procedimiento artesanal: "Se elaboran como en 1870-1880, ya que las producciones son relativamente pequeñas, se maceran en roble inglés o francés cuatro o cinco semanas y se remueven cinco veces al día. Eso hace que tengan mucha fama, incluso en Italia".
Y es que, aunque Italia acapare el foco mundial del vermut, para Joan Tàpies no hay nada como uno de Reus: "Torino se supo vender muy bien, pero aquí hay una historia muy bonita que no se supo comunicar". Por suerte, gracias a su tesón y su empeño, hoy esa historia es un auténtico museo del disfrute.