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Visitar bodegas y viñedos es una opción turística que va en aumento. Nuestra cultura del vino cada vez es más madura y variada, y posiblemente también influye como factor de demanda la actual tendencia sociológica a poner en valor la vida en el campo, el slow living y el contacto con la naturaleza. El enoturismo satisface a muchos y muchas: no solo a amantes y aficionados al vino; también a aquellas personas que disfrutan contemplando paisajes atípicos, aprendiendo de los procesos de elaboración, o simplemente apreciando la historia y el patrimonio cultural.
'Can Marlès' es mucho más que una bodega, de hecho es en sí mismo un proyecto enoturístico. Su directora y socia, Lucía Pombo, explica que se han propuesto "ofrecer algo diferente, una expresión, una cara amable de qué es una bodega con una granja y un proyecto enoturístico dentro de un paraje natural".
La finca ocupa 300 hectáreas del Parque Natural del Montmell en el Penedès y en 2016 Lucía decidió criar alpacas. "Somos amantes absolutos de los animales y las alpacas tienen mucha nobleza, son muy inteligentes y tranquilas. Las elegimos pensando que podíamos ofrecer la experiencia de conocer un animal de granja muy diferente al que normalmente se puede ver en nuestro país", cuenta. Entonces llegaron seis y ahora ya hay quince alpacas penedesencas correteando por allí. Son uno de los principales atractivos de esta visita, que empieza con un paseo por el paraje en que están diseminados los alojamientos turísticos. Se trata de tres masías catalanas, algunas con más de 500 años de historia, que han sido restauradas con mimo y respetando la arquitectura y los materiales tradicionales.
"Cuando adquirimos la finca había ocho masías catalanas derruidas en ella –explica Lucía–. Al verlas, el visitante se da cuenta de hasta qué punto el vino forma parte de la tradición del Penedès, ya que en todas ellas se elaboraba vino. Hemos recuperado las tinas en las que se almacenaba y conocemos algo de la historia de las personas que vivieron allí". La visita continúa por la zona donde pastan las alpacas, que se pueden tocar (la fibra de alpaca de su pelo es realmente curiosa) e incluso alimentar. Tras la vendimia, las dejan pastar entre viñas para que abonen y limpien el terreno, en un ciclo que marca el carácter de esta bodega de pequeña producción de vinos ecológicos monovarietales.
El proyecto enoturístico de 'Can Marlès' ofrece también otras experiencias muy creativas como visitar las viñas conduciendo segways de ruedas todoterreno e incluso sobrevolar el valle y las viñas en globo aerostático para verlos desde una perspectiva completamente diferente.
De forma periódica durante todo el año la bodega 'Alta Alella', que pertenece a la D.O. Alella, en la costa barcelonesa del Maresme, programa uno de sus hits: la visita teatralizada La uva inquieta. Se trata de una obra de teatro que explica de forma amena y entretenida todo el proceso de elaboración del vino pensando especialmente en un público familiar. La experiencia recorre las viñas, la bodega, los espacios de fermentación y crianza y acaba en su impresionante terraza con vistas al mar donde los peques podrán catar diversos mostos. "Es una de las propuestas que más éxito tienen –afirma Valérie Valleiux, responsable de comunicación de 'Alta Alella'–. Es una actividad educativa pero entretenida, de esta forma toda la familia se ve inmersa en la cultura del vino".
El Parque de la sierra de la Marina del Maresme es el escenario de lujo de otra de las actividades más exitosas de 'Alta Alella': sus sesiones de yoga entre viñas. Se trata de una aproximación a esta disciplina milenaria que tiene lugar al aire libre, con vistas al mar. Al terminar, se realiza una cata de los vinos y cavas ecológicos y naturales de 'Alta Alella'. "Es una degustación más consciente, intensa y agradecida de nuestros vinos", afirma Valérie. Y desde luego, mente y cuerpo se encuentran en estado óptimo para saborearlos y analizarlos.
Colera es un diminuto pueblo al norte de la Costa Brava, tocando a Francia, Allí, Edu Hugas, gerente y propietario de las bodegas 'Hugas de Batlle', decidió en 2002 recuperar todas las fincas familiares diseminadas por el pueblo para volver a elaborar vino, como ya hizo su abuelo muchos años antes. "Mi abuelo fue un superviviente como la gente de pueblo de antes, con su viña, su huerto, su barca y su escopeta", cuenta Edu. "Cuando dejaron de ser rentables, las arrancó, pero muchos años más tarde yo quise recuperar los terrenos y replantar las viñas. Mi padre me autorizó y entre los dos montamos este proyecto, inspirándonos en las viñas balconadas del Priorat, y mantenemos una agricultura y una viña regenerativa que ha acabado integrándose en el paisaje", añade.
Las viñas ocupan cuatro parajes diferentes, todos con vistas al mar. "Están a 30 o 40 metros de la costa –prosigue Edu Hugas–, y un día se nos ocurrió que sería una gran idea verlas desde el mar". La propuesta surgió hablando con su amigo Pau Calero, que gestiona una empresa de navegación. Así nacieron las rutas en kayak que bordean las viñas Hugas de Batlle. El recorrido es fácil y corto, amenizado con anécdotas sobre la fauna marina y la orografía de la zona, y acaba en la playa de Garbet, donde se degustan los vinos en la misma playa con vistas al Cap de Creus. Esta experiencia marítima se realiza cada sábado durante el verano y en primavera y otoño con cita previa.
La D.O. Penedès es bastante extensa, y 'Parès Baltà' tiene sus viñas dentro del territorio protegido del río Foix. Se trata de un entorno espectacular con un bosque de más de 600 hectáreas en el que encontrarás el río, los estanques del Foix, los restos de un castillo medieval y unos yacimientos íberos de más de 2.000 años. "Al menos una vez en la vida se tiene que visitar este paraje, dice convencida Marta Rafols, que forma parte del equipo de la familia Cusine, los artífices de la bodega 'Parès Baltà'. "Por el tipo de cultivo que hacemos en casa, el biodinámico, estas viñas se encuentran en el lugar ideal, en medio de la biodiversidad, formando una única unidad que se autoequilibra por ella misma", puntualiza.
Con su propuesta Terroir Tour se exploran a fondo todos estos tesoros en un 4x4. Al final, cómo no, se realiza una cata de vinos y cavas. "En 2013 encontramos un yacimiento íbero que funcionaba como trabajo dedicado a la creación de ánforas con la arcilla del parque del Foix", explica Marta Ràfols, "así que decidimos recuperar ese patrimonio y hacer nuestras propias ánforas con esta misma arcilla, en el que fermentamos algunos de nuestros vinos naturales".
Historia, paisaje y patrimonio vertebran esta propuesta en el corazón del Penedès. La experiencia se puede redondear con una visita al Museo de Avinyonet del Penedès, que interpreta las excavaciones y la tradición vinícola íbera, y el Vinseum, el museo de las culturas del vino, en Vilafranca del Penedès.