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05/04/2017 –
Actualizado: 10/04/2025
·Debe ser tan antigua como el pan. Quiero decir que es una forma muy buena de aprovechar las sobras de pan duro. En todas las culturas culinarias de países trigueros hay preparados semejantes, dulces o salados.
Remojarlas en leche para darles la jugosidad que han perdido y luego freírlas le da al pan una nueva vida, ahora dulce. Y como la receta es tan antigua, se han hecho de mil maneras. En Castilla-La Mancha a veces las torrijas se remojan en suero de queso, el líquido que queda después de hacer el queso y de hervirlo para preparar los requesones, que son como el segundo queso, el requeso, tan delicioso.
También se han remojado en el suero de la mantequilla, el líquido que deja libre la nata una vez que se le ha extraído su grasa. En España se conserva al natural, no se fermenta para alargar su conservación. Después de remojadas se pasan por huevo batido y se fríen en aceite. Al final se bañan en un almíbar de miel y palo de canela o se rebozan en azúcar revuelta con canela en polvo.
Por su capacidad de renovar energía en los organismos agotados por el esfuerzo, gracias a la leche o a los sueros y la miel o el azúcar, en la cultura sefardí se conocen con el nombre de rebanadas de parida. No hará falta explicar la razón.
En las recetas que siguen se van a explicar los pasos para hacer unas torrijas tradicionales, cuyo único secreto consiste en buscar un pan blanco de calidad y de miga con cierta consistencia, no muy ligera, pero tampoco muy cerrada. También hay que cuidar la calidad de la miel, de la leche y del aceite. Por lo demás, no presentan muchas dificultades.
Hace tiempo, hablando con el chef Paco Morales ('Noor', 3 Soles Guía Repsol) sobre cómo hacer unas torrijas un poco novedosas, me sugirió que las hiciera con una brioche de harina de algarroba que, por su sabor a cacao y su color oscuro, podían resultar diferentes. Así lo he hecho. Tras varias pruebas he conseguido una brioche muy suave de algarroba que está deliciosa con quesos azules o de sabor fuerte. En esta receta, el dulzor propio de la salsa de la torrija se lo da un merengue italiano cuajado con miel hirviente. Gracias a la miel resulta brillante y apetitoso.
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