las mejores recetas de croquetas
Homenaje a la 'cocreta'
Dificultad
Fácil
Dificultad
Fácil
Es clásico que en muchos lugares de nuestro país se denominen estas maravillas cremosas, fritas y crujientes cocretas (frente a las formales croquetas). Los lingüistas afirman que la razón de la lengua para este cambio está en la dificultad de pronunciar la r después de la c en nuestro idioma, del mismo modo que decimos en castellano cocodrilo en lugar de crocodile, del latín crocodīlus y este del griego, como es en otras lenguas europeas, el francés o el inglés, por ejemplo.
Son, después del jamón ibérico y, en su versión diminuta, las piezas preferidas de los copetines, a cuya caza, aún a riesgo de hacer el ridículo, se aprestan los asistentes sin disimulo. Son uno de los manjares predilectos de las cenas infantiles, en sus tamaños estándares; también son una prueba o un testigo infalible de la calidad de la cocina de los bares y tabernas.
Mis trabajos, lecturas y reflexiones sobre las cosas del comer y su origen, a los que dedico desde hace muchos años gran parte de mi vida, me han llevado a situar el origen de la cocreta en Aragón occidental, Navarra y su región vecina por encima de los Pirineos, el condado del Béarn, hoy integrado en los Pirineos Atlánticos. Pese a que fue vasallo del ducado de Aquitania casi desde su fundación, siempre estuvo muy relacionado tanto con Aragón como con Navarra, incluso llegó a depender de Aragón en algunos periodos de la historia y a estar muy unido a Navarra en otros, lo que para nuestro propósito, el estudio de la cocreta, es fundamental.
El único lugar de Francia en el que hoy, si bien en lugares aislados, se encuentran cocretas semejantes a las españolas es éste. En el resto del país galo las croquettesson de puré de patatas, como en Italia lo son –aunque no se llamen así—de pasta o de arroz, con algún relleno de carne y queso, también exquisitas, todo hay que decirlo. Por cierto, en el Manuscrito anónimo del siglo XIII de la cocina hispano-magrebí, traducido por A. Huici Miranda, se encuentra una receta de estos fritos de pasta parecidos a los italianos de hoy recomendada para cuando quedaran sobras del plato de pasta servido. Las primeras recetas documentadas en el Mediterráneo y en el mundo de cómo amasar pasta de trigo duro y cómo cocerla son de este recetario monumental, anterior al nacimiento de Marco Polo y, claro está, de su viaje.
Se encuentran asimismo una especie de croquetones o cocretones de carne enormes en Holanda, heredados sin duda de los Tercios de Flandes de los que, pese al odio que aún hoy perdura, se aceptaron entonces las cocretas, lo que demuestra el buen gusto de los holandeses en cuanto a la comida. ¡Inventaron la salsa holandesa y el hojaldre invertido, no hay nada más que decir!
A la hora de hacer cocretas habrá que poner atención en respetar algunas reglas. La primera a no olvidar es que son una forma de alargar con harina y otros ingredientes de bajo coste una sobra escasa de alimento proteínico animal, siempre un lujo en la historia de la cocina para dar de comer a una familia completa —como otros muchos preparados, desde empanadas a soufflés-. En esa proporción reside la maravilla del invento de la cocreta, imaginada por cocineros anónimos formidables capaces de hacer de la penuria virtud. La cantidad de la base, en peso, siempre debe ser entre seis y cuatro veces superior al relleno –seis veces superior para carne o jamón picados y cuatro para huevo duro, mariscos o pescado picados, que son menos consistentes-.
La mejor harina es siempre la llamada flor de trigo flojo, es decir, una harina de grano muy pulido y, por tanto, con nada de celulosa, poco gluten y mucho almidón. La leche entera es la más conveniente a la cremosidad de la base y, si es pasteurizada, mucho mejor que UHT. Al cocer se pegará menos, pues la leche UHT contiene en muchos casos leche en polvo reconstituida. Si la base se va a hacer con caldo de carne, éste deberá estar completamente desgrasado.
El rebozo deberá ser lo más delgado posible pero todas las capas deberán cubrir por completo la cocreta. La primera capa será de harina, la siguiente de huevo y, la última de un pan rallado muy fino. Si el que se compre no es tan fino como sería deseable, habrá que triturarlo en la batidora de nuevo para refinarlo aún más. Un rebozo fino absorbe mucho menos aceite que uno grueso y es más delicado.
El aceite de fritura tendrá que estar bien caliente, no humeante –para que la cocreta se fría y dore en el menor tiempo posible— y el recipiente de fritura ser bastante hondo. Un cazo es el ideal, porque la misma cantidad de aceite alcanza mayor altura en un cazo que en una sartén equivalente, que tiene las paredes abiertas. Es importante que la cocreta quede cubierta del todo nada más caer en el aceite de fritura, para que no reviente por la parte aún blanda por no estar frita. El AOVE es, a mi modo de ver, el mejor, pero también se pueden freír en aceite de girasol orgánico.
Las recetas que se proponen son las más clásicas, tan básicas que servirán para que el lector invente sus cocretas a su gusto y añada a la base lo que se le ocurra:
De jamón · De carne y caldo · De pescado · De marisco · Medallones de Aragón
Para aquellas personas que tengan alguna alergia a los ingredientes habituales en las cocretas, se indicarán sustitutos adecuados.
ALERGIA AL HUEVO: Se puede sustituir el del rebozo por un engrudo muy ligero de harina hervido en un cazo durante 1 minuto, ni un segundo más, al que se añadirá más agua si, una vez frío, está aún demasiado espeso. Utilizar en sustitución del huevo.
CELIAQUÍA: Se puede elaborar la base con almidón de maíz. Poner al fuego 1 l de leche con sal y el aroma elegido y, cuando hierva, añadir 25 g de almidón de maíz remojado en 5 cucharadas de leche fría batiendo con las varillas. Cuando haya hervido 1 minuto, revolver con el relleno, dejar hervir otro minuto, retirar del fuego, añadir 50 g de mantequilla y 5-6 g de –3-4 hojas—gelatina remojada en agua muy fría y bien escurrida. Probar y rectificar. Se puede “empanar” con almidón de maíz, huevo –o engrudo de almidón que apenas haya hervido si existe alergia al huevo también—y copos de maíz machacados, no molidos, en lugar de pan rallado.
ALERGIA A LOS LÁCTEOS: Preparar la base con aceite y el caldo adecuado, en cuyo caso, la cantidad de harina será un poco mayor.