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15/12/2020 –
Actualizado: 26/12/2020
·José Romero lleva años elaborando panettones artesanales. Lo que comenzó siendo un juego, se convirtió en un reto y después en una obsesión. El cocinero y profesor de la prestigiosa Escuela de Pastelería del Gremio de Barcelona (EPGB) es todo un maestro de este dulce italiano "mágico y adictivo", cuya complejidad en su elaboración hace que no esté al alcance de cualquiera.
El cocinero nos cita en el viejo convento del siglo XVII que alberga las aulas de esta escuela dirigida por Olivier Fernández. En una de sus cocinas, José coloca varias cajas rojas y doradas sobre una mesa. Son las que se utilizan para los panettones del concurso que la escuela organiza cada año en busca del Mejor Panettone Artesanal, en la que participan maestros panaderos y pasteleros artesanos de toda España, y que en su IX edición (celebrada el 5 de noviembre de 2024) reconoció los que elaboran en las pastelerías 'Canal' y 'Madeleine by Ferrieres', ambas en Barcelona. "Hay varias pistas para saber si estamos ante un buen panettone artesanal: la primera es que la textura sea como el algodón, que no se rompa ni se desmigue; la segunda es que a los 10 días de elaborarlo siga igual de tierno y sabroso", desvela este cordobés que se crió en Barcelona.
Ya con la mesa despejada, José saca un paquete envuelto en tela de lino y apretado con unas cuerdas. Es el gran secreto de la excelencia de un buen panettone: la masa madre. "Hacer un panettone no es una ciencia exacta", cuenta el cocinero. "Un día te puede salir de una forma y otro día de otra: depende de la temperatura, de la humedad del ambiente... La masa madre son levaduras vivas y bacterias fermentando. Es el starter, el motor para que el panettone funcione".
Una vez que la masa madre ya ha fermentado durante casi 10 horas, y en la que ha crecido 3 veces su tamaño, José recorta la masa hasta obtener medio kilo. Al igual que hicimos al principio, hay que seleccionar la parte central de la masa y descartar los lados donde hay más levaduras muertas.
"Yo recomiendo coger entre 400 y 500 gramos de levadura por kilo de harina". Ahora llega el primer amasado en el que se añaden azúcar, harina y agua durante unos 15 minutos. En este punto, el gluten de la masa tiene que formarse bien para poder añadir las grasas, que son la mantequilla bien fría –1 kilo por cada 2 de harina– y la yema de huevo –unos 750 gramos–. "Si el gluten no se hace bien, el panettone tendrá un sabor más ácido y avinagrado", recalca.
José sostiene la masa entre sus manos y la estira. "Aquí vemos la extensibilidad de la harina, si estuviera mal formado se rompería. La clave del pannetone es hacer un buen gluten", insiste. Se deja enfriar en la nevera durante una hora. Hacemos un segundo empaste añadiendo de nuevo harina (750 gramos) y amasando 15 minutos. "Queremos formar un nueva malla de gluten para que pueda absorber fácilmente todos los ingredientes que van después, todos naturales y sin químicos ni aditivos: miel, azúcar, yemas, mantequilla, sal, pasta de naranja y las frutas (o el chocolate).
"Es muy importante incorporar el azúcar en tres veces para que no se desgarre la masa por el peso. El truco es ir echándola junto a la yema para que se disuelva mejor", aconseja el chef, que comenzó en 2007 a dar clases en esta escuela de repostería considerada la más prestigiosa de toda España. Después va la sal y una pasta de naranja que confita él mismo con mantequilla y vainilla, "es la identidad de nuestro panettone de frutas". La mantequilla se incorpora también en tres veces y con un amasado más rápido.
Llega el momento de añadir la fruta (o el chocolate, si es el caso). José tiene preparadas pasas de corinto que ha hidratado durante una noche entera, limón siciliano (cedro) y naranja confitada y cortada en pequeños cuadros de 6x6 milímetros aproximadamente. Se añade a la amasadora y se mezcla a velocidad más baja durante unos 4 minutos. Ya está listo el empaste definitivo del panettone con frutas.
Colocamos el bollo en la mesa para que repose entre 20 y 60 minutos y poder dividirlo en los moldes. El resultado es una "malla" de masa resistente donde se han integrado a la perfección todos los ingredientes. Cada molde es de 1 kilo, pero José solo rellena 950 gramos de masa para dejar los 50 gramos restantes a la glasa, la capa que decorará y dará esa capa crujiente al panettone. Una vez pesada y dividida, el cocinero voltea entre sus manos la masa para darle "tensión", lo hace con movimientos circulares, de fuera hacia dentro, lo que ayudará a que fermente mejor. Le da un golpe de frío en la nevera durante 5 minutos y vuelve a untar la mesa de mantequilla para amasar de nuevo, respetando siempre la suave y tersa piel que se forma.
Ya dentro de los moldes, José echa la glasa con una manga pastelera. "Lo mejor es hacerla el día anterior", recomienda el maestro. Para elaborarla utiliza almendra de Reus –que tuesta a 160 grados durante 30 minutos–, azúcar lustre o en polvo, maicena, sal, vainilla y clara de huevo. Y lo mezcla todo con unas varillas. "La clave es que no quede ni demasiado líquida ni demasiado densa, que tenga un punto de caída suave, que se deje deslizar". Sobre ella echa el azúcar volado y un poco de azúcar glass.
Y al horno: los panettones estarán a 160 grados durante 45-50 minutos. Antes de sacarlo, el cocinero comprueba que la temperatura del dulce sea de 95 grados y con una varilla lo atraviesa en la base para dejarlo enfríar al menos 8 horas colgado boca abajo, para que toda la carga en grasas –mantequilla y yemas– se asiente. Cuando su interior se haya enfriado y alcance los 26 ºC ya se puede descolgar. El último consejo de José: probar el panettone el tercer día, cuando los sabores y aromas se han asentando mejor.
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