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‘BAR TROITA', 'CHIRINGO DO FONFORRÓN' Y 'CHIRINGO AS FURNAS' (BARBANZA, A CORUÑA)

#Galifornia: 3 sitios 'mindfulness' para empaparte de mar copa en mano

Actualizado: 24/08/2018

Fotografía: Sofía Moro

La belleza salvaje del paisaje ocupa por completo tu mente mientras acercas la copa a los labios y relativizas todo lo demás. Si en algún lugar de España se practica a rajatabla el mantra tan de moda de 'vivir el momento', ese es Galicia. Imbuidos por esta filosofía compartimos estos tres descubrimientos de la ría de Noia ('Bar Troita', 'Chiringo do Fonforrón' y 'Chiringo Surf As Furnas'), donde el selfie con el hashtag #galifornia es inevitable.
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'Bar Troita' (Playa de Boa Grande)

¿Un Aperol Sprizt, un Negroni o un Margarita? ¿Aquí? Según lo lees en la carta, miras a tu alrededor buscando la cámara oculta. Puede que en el Mediterráneo la lista de cócteles sea más larga que un rollo de Scotex, pero estamos en una ría donde encontrar algo así solo puede tratarse de una maravillosa extravagancia.

Bar Troita (Playa de Boa Grande): un cóctel en la terraza
Ante la ría de Muros y Noia, con un Aperol Sprizt y un Margarita en la mano.

Los culpables de que exclames ¡por fin! son los hermanos Santiago y Guillermo Avilés –hijos del reconocido poeta gallego Antón Avilés de Taramancos-, que paseando por la escondida playa de Boa (A Coruña) en mayo de 2017, se toparon con un cartel de ‘Se alquila’ y desde entonces han convertido este bar playero en el único lugar en el que salir del sota, caballo y rey de esta parte de la ría Noia. Aquí hay tomates extraordinarios (de las pequeñas huertas de alrededor frente al mar) con el untuoso queso fresco de Cebreiro, ensalada Boavista de melón, pepino, rábano, hojas y grana padano, y una escalivada afumada con queso Prestes ahumado muy lograda.

Bar Troita (Playa de Boa Grande): sala, terraza y carta
El ‘Troita’ te encandila en cuanto te sientas y los hermanos Avilés cantan sus fuera de carta.

Tienen su particular montaña rusa de ensaladilla y otros dos platos en los que las alucinógenas patatas gallegas son las reinas, como los cachelos bravos y la tortilla al momento, alta y mullida. Influencia de sus orígenes colombianos, pues su padre se exilió en los años 60 y allí se casó con su madre y nacieron los tres hermanos, unas arepas de millo e mollo. El cerdo gallego se materializa en los richóns & chicharrons y a la famosa vaca gallega se la saltea en wok. Fuera de carta, puedes encontrarte, o no, con tempura de navajas y allada, lentejas de marea (con algas), canelones de rape y gambas o buey de mar con las cosas del tartar.

Bar Troita (Playa de Boa Grande): ensaladilla rusa y ensalada de tomate y queso de Cebreiro
Montaña rusa y tomates extraordinarios con queso de Cebreiro.

Una dirección secreta -que el actor Javier Rey nos desveló- en la que lo mismo celebran una jornada ‘operación nécora’ en la que solo se sirven nécoras y navajas, un día dedicado al sushi de la ría o un snack friday.

Bar Troita (Playa de Boa Grande): los hermanos Avilés
Guillermo y Santiago Avilés siempre te esperan con una sonrisa y toda la paciencia del mundo.

“Nuestra oferta es informal y con mucho peso de elaboración en barra porque tenemos poca infraestructura en cocina. Hemos tratado de dar la vuelta a las deficiencias del local. La dueña no nos dejaba tapar los azulejos de los 70, así que hicimos la carta con ellos. Regeneramos en el agua de infusión de la cafetera las elaboraciones a baja temperatura y también abrimos con su vapor las almejas o las navajas. El 90 % es gluten free, para las frituras usamos harina de garbanzos y el 40 % de nuestra propuesta es vegetal”, explica Guillermo, que durante 15 años se ha fogueado en Barcelona como subdirector del 'Bardot', en 'Taller de Tapas', 'Mussol' o 'Lizarrán', mientras Santiago se dedicaba al desarrollo web.

Bar Troita (Playa de Boa Grande): variedad de platos
Escalivada ahumada, tortilla 'al momento' y wok de vaca Boavida.

Sentado en su pequeña terraza frente al mar, con la ría de Muros y el monte Louro en el horizonte, la mente se vacía automáticamente y entre sorbo y sorbo del Margarita, todo se relativiza que da gusto.

Bar Troita (Playa de Boa Grande): playa de Boa Grande
La recóndita playa de Boa es uno de esos lugares maravillosos en los que estarás solo.

'Chiringo do Fonforrón' (Playa de Fonforrón)

Las olas se estrellan sobre las rocas de la playa de Fonforrón de 500 metros que se traga la marea al subir, entre las que se asienta un chiringuito que es un clásico de la puesta de sol con sus bancos y mesas bajas de palés desgastados por el salitre, la lluvia y el sol. Aquí se viene con la sudadera en el bolso, porque la brisa es intensa en este paisaje agreste donde la naturaleza te domestica a ti.

Chiringo do Fonforrón (Playa de Fonforrón): vistas de la playa desde el chiringuito
Las vistas del Fonforrón son inmejorables, con la casa abandona del holandés en la loma.

El ritual es idéntico todos los días. En cuanto el sol teñido de naranja se apresura a desaparecer y el horizonte adquiere pinceladas fucsias, moradas y rojizas, los jóvenes, y menos jóvenes, se levantan y se dirigen cerveza o gin tonic en mano a la ladera del monte, al lado de la casa abandonada del holandés, para concentrarse en ese instante tan especial. Allí, de pie, no existe nada más. De frente, el Louro se va tragando los últimos rayos uno a uno. El selfie con el hashtag #galifornia es inevitable.

Chiringo do Fonforrón (Playa de Fonforrón): clientes en la terraza
Al subir de la playa, toca cerveza con los amigos.

Tras la barra, los hermanos Brais y Cristina Creo Mayo están en el punto álgido. “Hace mucho tiempo esto era un taller mecánico de mi familia, y mi hermana y yo, siendo unas crías, empezamos a vender helados por una ventana. Luego mi madre lo arregló y lo alquiló durante varios años y justo este verano lo hemos vuelto a recuperar. Yo soy profesora pero me quedé en paro, igual que mi hermano, y decidimos probar”, cuenta Cristina, ya en la treintena.

Chiringo do Fonforrón (Playa de Fonforrón): selfies al atardecer
La puesta de sol es el momento 'mindfulness' por excelencia.

Entre las 19:30 y las 10 de la noche, es la hora de la tapa. La gente que vuelve de la playa se para a echar un trago y relajarse (aun más). También después de comer reciben a todos aquellos que les apetece hacer la digestión con una copa y una suave brisa. La primera de la noche también se puede tomar aquí, ya duchados y listos para lo que se tercie, pues hasta las 2:30h de la madrugada sigue abierto.

Chiringo do Fonforrón (Playa de Fonforrón): clientes sentados en una mesa en la terraza
Todo muy agreste y auténtico, sentados en los palés frente a una playa que se come la marea alta.

En el interior, una mesa de billar, una diana y un futbolín, para alargar la jornada cuando el sol descansa o refugiarse en los días grises y echar una partida con los amigos. Los precios, como en toda la zona, asequibles. En esta comarca de Barbanza el dinero da para más.

Chiringo do Fonforrón (Playa de Fonforrón): jóvenes tomando una cerveza
Preparados, listos, ya: la gente se desplaza a las rocas con su bebida para despedir al sol.

'Chiringo As Furnas' (Xuño)

El viento defiende con fiereza esta playa salvaje en la que las olas se revuelven y solo los surfistas con experiencia se atreven a tomar los picos variables. Entre las rocas se forman piscinas naturales a las que debe su nombre: furna se traduce del gallego como ‘gruta’.

Chiringo As Furnas (Xuño): haciendo una fotografía a la playa
Aquí el nordeste no da tregua, lo que incrementa la sensación de libertad.

Frente al mar abierto, con el noroeste soplando implacable, hay plantado un chiringuito desde el año 2015, 'Chiringo As Furnas'. Las sillas y los cuencos de frutos secos que acompañan a las cervezas heladas se vuelan a la mínima. Algo que no hace desistir a los clientes. Porque allí te sientes libre, primitivo y muy afortunado. El viento solo acrecienta la impresión de privilegio y contribuye a alejar cualquier pensamiento que enturbie la felicidad del momento. Sobre todo cuando los arroases –delfines- saltan entre la espuma. Su presencia en la ría es garantía de la óptima calidad del agua y de la abundancia de pescado.

Chiringo As Furnas (Xuño): playa de Xuño
Mar abierto en el que los delfines saltan felices tras avituallarse en los abundantes bancos de peces.

Manuel Tomé siguió el pálpito de su mujer Chus Paz, natural de Xuño, que vio que en esta playa, que Ramón Sampedro hizo tristemente famosa y en la que se han rodado Mar Adentro y Fariña, era un buen lugar para instalar un chiringuito.

“Soy de una familia con cuatro generaciones de hosteleros –su madre es dueña del restaurante 'Carou' y su mujer lleva un quiosco heladería en Porto do Son- y vimos claro que la singularidad y belleza de esta playa eran perfectas para ofrecer un servicio que no existía. El chiringuito lo realizó Carpintería Laranga, autores del camping de la Isla de Ons, que logró un premio nacional de sostenibilidad. Lo diseñaron con criterio de autosostenibilidad, con deposito de agua y placas solares, madera certificada y en la cubierta un barniz de agua ecológico”.

Chiringo As Furnas (Xuño): sirviendo la mesa
Manolo atiende una mesa resguardada del viento.

La oferta es de bebidas, bocadillos (chorizo, queso, salchichón, beicon, lomo, criollo, jamón..) y de coctelería. Y es que al atardecer, las copas balón y las cervezas se recortan sobre el mismo horizonte en el que durante el rodaje de Fariña Sito y Terito diseñaron su relación.

En As Furnas, tirando hacía la también zona virgen de Espiñeirido, se practica nudismo en contraposición con el neopreno integral de los surfistas, que van y vienen por las pasarelas de madera. Aunque Manuel apunta que cada vez hay más gente, el máximo histórico ha estado en 100 personas un sábado por la tarde en el chiringuito. Lo habitual, entre semana en agosto, no pasa de los 50 clientes a la vez en hora punta. Precisamente parte del encanto de los 25 km de litoral de Porto do Son es la escasa densidad de turistas.

Chiringo As Furnas (Xuño): caminando por el paseo
Es habitual cruzarse con surfistas que se miden en los picos de las olas.

“Tenemos muchos clientes extranjeros y también locales, estamos tratando de integrar a los de la parroquia, de edades comprendidas entre los 15 y los 60. Vienen a contemplar el paisaje y a los arroases a la hora del ocaso. También es curioso ver a parejas de recién casados haciéndose fotos. Dicen los fotógrafos que aquí hay muy buena luz”, asegura Manuel mientras el sol se pone y los selfies se multiplican.

Abierto desde finales de junio a finales de septiembre de 11 a 23 horas, todos los días.