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Abrieron hace cuatro años y ya pueden presumir de vender más de 39.000 tartas de queso al mes. Lo que empezó en 2021 como el pequeño obrador de Alex Cordobés en el BurgoCentro de las Rozas de Madrid, hoy emplea a casi 50 personas y siguen creciendo. No han cambiado de ubicación y desde muy temprano, distribuyen en una impoluta cocina las bases de galleta y mantequilla en moldes circulares de distintos tamaños. Luego las congelan para hacerlas más sólidas y alargar la vida del crujiente. “Antes utilizábamos mantequilla francesa Isigny, pero dejaba un suero que afectaba la estética de la tarta. Ahora usamos una buenísima mantequilla asturiana artesanal”, cuenta David Cordobés que, junto a su hermano Alex y sus padres Rogelio y Elena, están al frente del proyecto.
En carta tienen 10 sabores fijos y otros que van rotando por temporada: la tarta tradicional es sin duda el gran hit -supone el 90% de las ventas-, aunque otras como la de chocolate blanco, avellana o pistacho ibérico han revolucionado a los fans de este obrador, sobre todo a los más jóvenes a los que se les hace la boca agua viendo los vídeos de Tik Tok. También tienen de chocolate negro belga, Oreo, Pantera Rosa -hecha con chocolate ruby de Callebaut-, galleta Lotus y dulce de leche. “Ahora estamos trabajando en nuevos sabores de turrón y en una versión de Ferrero Rosé con pepitas de oro”, desvela el madrileño, que tras estudiar ingeniería industrial, cursó en el Basque Culinary Center de Donosti.
“La receta no tiene ningún secreto”, cuenta David sonriente. “Huevo, nata, dos tipos de queso crema, azúcar y una pizca de sal. Eso sí, nos obsesiona la calidad de los ingredientes. Queremos que lo que se utilice sea lo mejor”, añade. De ahí que los huevos sean ecológicos de Velasco (Villacastín) -antes usaban de Cobardes y Gallinas- o que el queso crema sea asturiano, seleccionado por Formaje, con los que trabajan mano a mano. “No incorporamos quesos curados o semicurados en la receta clásica, pero sí estamos probando con un tercer queso crema francés”, apunta David, que también destaca la importancia de montar o semimontar la nata en algunos sabores para “equilibrar la textura, especialmente cuando se trabaja con grasas, como la manteca de cacao en el chocolate blanco”.
Les divierte lanzar ediciones limitadas de tartas, como la de Milfshakes con sabor de happy hippo que elaboraron junto al influencer Nil Ojeda; o la que prepararon para el restaurante 'Los 33' (Recomendado Guía Repsol), una tarta de queso con dulce de leche y chantilly ahumado. Ramón Freixa es uno de los mayores fans de Alex Cordobés -además de amigo- y con él han elaborado mini tartas de queso y chocolate belga con caviar de aceite y sal, y de pistacho con nueces pecan caramelizadas. La que hicieron con el queso Parmigiano Reggiano Prodotto di Montagna de 24 meses fue toda una revolución y ahora están trabajando con Quesos Adiano (Ciudad Real) para nuevos sabores. “Nuestro objetivo es hacer la mejor tarta de queso posible, lo cual implica un proceso de investigación”, cuenta David, que muestra su Test Kitchen, un laboratorio de I+D donde hacen pruebas con nuevos ingredientes y van ajustando texturas y sabores.
Llega el momento del horneado. Las tartas se introducen en un horno de solera -sin ventilador- donde reposan entre 18 y 30 minutos, según el tamaño. “Dependiendo del sabor de la tarta, usamos entre 3 y 4 fases de horneado a distintas temperaturas, para conseguir el efecto fondant en el medio, sin perder el crujiente de la base. Para sacar ese dorado que luce la tarta tradicional, terminamos unos minutos a 260 grados”, detalla David, que atribuye a su hermano Alex la gran idea de crear este negocio. "Desde pequeño siempre ha estado obsesionado con la tarta de queso", recuerda, y al final, cuando llegó la pandemia, convirtieron su obsesión dulce en una forma de vida. “Una vez horneada la tarta, se deja 12 horas en cámara fría, un reposo fundamental para que todo se estabilice y el cliente la reciba en su punto óptimo”, cuenta David que contabiliza la producción de tartas en unas 1.500-2.000 al día, según la época del año.
Cada tarta se trata como una auténtica joya, “debe estar perfecta”, insiste David, que anuncia que pronto abrirán una nueva tienda en la T4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Ahora, sus tartas se venden en dos tiendas: una junto al obrador, en Las Rozas; y otra en la calle Velázquez, en pleno barrio de Salamanca- que ocupa una antigua joyería.
Antes de exponer las tartas en el escaparate de las tiendas, se desmoldan y perfilan con un cuchillo para dejarlas limpias, quitando todo exceso de galleta que pudiera haberse quedado. El packaging es otro plus de la marca Alex Cordobés. “El envoltorio es muy importante y desde el principio apostamos por unos moldes franceses pensados inicialmente para pícnic, que luego personalizaron para nosotros. El gramaje de los cartones, las bolsas de papel, la serigrafía grabada e incluso el color negro se pensó al detalle para conectar emocionalmente con el cliente antes incluso de descubrir el auténtico objeto de deseo: la tarta de queso.
ALEX CORDOBÉS. C. Comunidad de Madrid, 41, Local 106, 28231 Las Rozas de Madrid, Madrid / Calle Velázquez, 60, Salamanca, 28001 Madrid. Su precio: entre 15 y 45 euros según tamaño y sabor.
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