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El restaurante alicantino 'El Xato' (1 Sol Guía Repsol 2021) vive en la cresta de la ola. Sin embargo, su cocinera, Cristina Figueira, permanece fiel a la máxima de esta casa centenaria: "Que entren clientes y que salgan amigos". Para mantener esa cercanía solo disponen de ocho mesas para dar de comer a 25 personas. "Tratamos de que la gente se sienta cómoda", dice Cristina. "Vivimos encima del restaurante, así que es como si vinieran a nuestra casa".
Cristina es una cocinera de largo recorrido. Se inició en el mundillo de manera fortuita cuando empezó a trajinar entre fogones ayudando a su suegra en 'El Xato', hace 30 años, cuando era un bar de tapas locales. Poco a poco el gusanillo se le metió en el cuerpo y en su currículum fue sumando los estudios en el Centro de Desarrollo Turístico de Valencia, los congresos, las ferias gastronómicas, las prácticas en 'Can Fabes', 'Martín Berasategui' (3 Soles Guía Repsol) y el click definitivo en 'El Celler de Can Roca' (3 Soles Guía Repsol).
"Joan Roca me cambió la forma de ver la cocina, de organizar, de tratar los alimentos, de vivir la gastronomía", recuerda la chef. "‘El Xato’ era un bar normal. La nuestra ha sido una evolución de dos décadas. Un negocio de 104 años de historia no se cambia de la noche a la mañana". Pero al final cambió y hoy ofrece una cocina mediterránea actualizada. "Reinterpreto los platos de siempre en la lógica de su origen y con productos del entorno: verduras, pescados, carnes, quesos, frutas…".
Así, entre sus éxitos están los arroces tradicionales y otros más modernos, como el de galeras y nísperos, platos como el Lingote de foie con turrón y emulsión de vino, y tentaciones dulces como la Sopa de chufas y coco con torrija caramelizada. Todo en dos menús degustación que cambian por temporada (el corto a 52,40 euros y el largo a 68,30 euros) con opción a maridaje por parte del sumiller Francisco Cano, marido de Cristina, quien maneja una bodega de más de 1.000 referencias vinícolas y 600 destilados.
Echan unas 18 horas por jornada, así que para descansar y alimentar su principal afición, comer, aprovechan los lunes de libranza y las noches de invierno entre semana (porque el restaurante cierra). "Comer fuera es una de nuestras pasiones, disfrutamos muchísimo y también aprendemos", detalla Figueira. "Ponemos los ojos en todo. No debe faltar la calidez, sentirte cómodo. Si consigues que un cliente esté a gusto lo que le pongas en la mesa le sabrá muchísimo mejor. Eso está comprobado científicamente".
"En 'Hogar del Pescador' (Recomendado por Guía Repsol) tienen una cocina muy marinera, con un gran producto y unas bonitas vistas al puerto de Villajoyosa. Son amigos de la familia y el trato es genial. Aquí sin duda recomiendo pedir el arroz a banda, tiene mucha intensidad de sabor y está muy, muy rico".
"Es un sitio de tapas, otro negocio familiar. Usan muy buen producto y elaboran unos montaditos y unos revueltos excepcionales. Es para sentarte en la barra y disfrutar del espectáculo. Además, tienen buenos vinos. El que lo lleva es compañero de sumillería de mi marido. Para mí es la mejor barra de Benidorm".
"Tapas creativas locales, sobre todo marineras, con pescado de temporada, azul sobre todo, y con un menú de tapas que ¡te puedes morir de bueno! Esto es producto, presentación, sabor y honestidad. Siempre que tengo un día libre voy a visitarlo. La última vez aquí me comí un postre espectacular hecho con los tres chocolates de La Vila".
"Excepcional cocina de autor. Susi Díaz es una grande en todos los sentidos: como cocinera, como persona, como mente creativa. Además, tiene un local precioso. El último menú degustación que probé en 'La Finca' (2 Soles Guía Repsol) me encantó y, por supuesto, el trato al cliente es muy bueno".
"Para mí es de los cocineros que mejor trata el producto. Es un profesional súper creativo, me encanta su modo de hacer las cosas. Trabaja muchísimo las verduras, no sé, es una cocina muy fresca. Es una persona a seguir, siempre busca la excelencia y el local de su restaurante 'Ricard Camarena' (3 Soles Guía Repsol) es maravilloso".
"Es mi restaurante preferido, Joan Roca fue mi mentor. Es una familia fantástica. Lo tienen todo: producto, técnica, creatividad, puesta en escena… un 10. Siempre que puedo voy. Ves en ellos una humildad necesaria y cuando estás allí te enseñan mucho, cómo tratan a la gente. Ahora, en el tiempo que trabajé allí perdí ocho kilos porque curré lo que no está escrito. Eso fue en 2006. Cuando volví a casa empecé a cambiar nuestra cocina".