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Mujeres brindando con la Alhambra de fondo.

tapas por Granada

O cómo no perderte ninguno de sus clásicos

Actualizado: 11/05/2017

Recorrer sus animadas barras al calor de estos bocados gratuitos supone darse un festín. Estos generosos aperitivos se han convertido en una de las señas de identidad de la ciudad nazarí, convertida en la reina absoluta en cuanto al tamaño de sus tapas y a la alegría de sus terrazas. Buen rollo, mucho arte y un ambiente inmejorable asegurados.
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Que Granada es una ciudad maravillosa es algo que salta a la vista a poco que se divise de lejos su perfil moruno con el marco blanco de Sierra Nevada. Luego está la Alhambra (ay, las lágrimas de Boabdil…) para rematar el embrujo a golpe de belleza rojiza. Y ya de cerca, cuando asaltan los secretos del Albaicín en su maraña de callejuelas, la esencia gitana del Sacromonte en sus cuevas flamencas o el nostálgico Paseo de los Tristes a la orilla del río Darro, el amor se vuelve irremediable. Como cantaba Lorca: “por el agua de Granada solo reman los suspiros”.

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Pero la maravilla de esta ciudad nazarí también sabe apreciarla el paladar, agradecido con la sana costumbre de un tapeo generoso, variado y gratuito, que hace brillar con luz propia el momento del aperitivo. No hay lugar igual para esta reconfortante práctica de saltar de barra en barra, alegrando las cañas y el vino con estos bocados espontáneos. Y ello, claro, con mucha gente, mucho jaleo y mucho buen humor, como mandan los cánones andaluces.

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En torno a dos euros es el precio que hay que pagar por una consumición de trago y tapa. Y aunque los bares y tabernas de la ciudad compiten entre sí para ofrecer la más grande, la más sabrosa y la más original, proponemos unas cuantas que resultan imperdonables. Pero antes, dos recomendaciones: olvídate de pensar que esto es el anticipo a un almuerzo en toda regla (de las tapas de Granada ya se sale comido) y, recuerda, sea cual sea tu estado, no puedes perderte la caída del sol desde el mirador de San Nicolás. Allí la Alhambra regala uno de los atardeceres más bonitos del mundo.

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La esquinita de Javi

Ruidosa, como debe ser, y siempre llena (por algo será), esta taberna está especializada en pescado mediterráneo, pero con un proceso de fritura que lo hace muy suave y nada grasiento. Boquerones, jibia, rosada, cazón, salmonete, bacalao, calamares... Todo esto puede acabar sobre una tapa generosa que más bien parece una ración. Afuera tiene algunas mesas, aunque el jaleo se vive en la barra, con unos camareros que se mueven a la velocidad de la luz.

La esquinita de Javi. Plaza de Mariana Pineda, 1

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Castañeda

Un clásico entre los clásicos, este local es famosísimo en la ciudad. Con aires de taberna antigua, de las de toda la vida, un toque taurino y hasta algún cuadro de Lola Flores. Aquí se dispensan tapas tradicionales: buenos quesos, embutidos, patés, ahumados… y también algún platillo caliente con el guiso del día. Pero lo más característico es un trago que sólo puede pedirse aquí: el 'calicasas', una especie de vermú que combina diversos vinos y que entra tan bien como sube a la cabeza.

Castañeda. Almireceros, 1-3

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Bar Aliatar Los Caracoles

En una plazoletilla del Albaicín, este típico bar con una agradable terraza lleva ofreciendo caracoles toda la vida, con un caldo picantito a base de almendras y guindillas. Una delicia que se ha creado merecida fama y que obliga a granadinos y foráneos a peregrinar en su busca. Nadie quiere perdérselos, a pesar de que este local también ofrece como tapa un matrimonio de anchoa y boquerón que está para chuparse los dedos.

Bar Aliatar Los Caracoles. Plaza Aliatar, 4

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Estrellas de San Nicolás

Con su posición privilegiada en pleno mirador de San Nicolás, cara a cara con la Alhambra, no hay que pasar por alto esta casa esquinada, blanca, preciosa, de arquitectura tradicional. Es, más bien, un restaurante donde comer sentado con el extra de una de las mejores vistas de la ciudad. Pero ojo, que fuera, en plena calle, tiene unas cuantas mesas más informales en las que tomar una caña (o un vino) y recibir una tapa de pisto, en la mayoría de los casos.

Estrellas de San Nicolás.Callejón Atarazana Vieja, 1

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Los Mascarones

Este emblemático bar del Albaicín, al final de la calle del Agua, se encuentra en la planta baja de la famosa Casa de los Mascarones, una casa con elementos característicos de la tradición hispanomusulmana (y dos rostros barbudos que cuelgan de la fachada) y que fue, además, allá por el siglo XVII, la morada del poeta granadino Pedro Soto de Rojas. Aquí siempre hay gente joven y música alta, mucha marcha diurna y unas tapas que no desmerecen, como migas con sardinas, patatas revueltas con huevos, rabo de toro, caracoles…

Los Mascarones. Pagés, 18

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Los Altramuces

La más concurrida de las plazas del barrio del Realejo, allí donde era muy común cruzarse con Enrique Morente, está plagada de templos del aperitivo como éste, con su correspondiente terraza, donde se sirven tapas gigantescas de carne en salsa con patatas, berenjenas fritas con miel o croquetas acompañadas de ensaladilla rusa y, cómo no, los altramuces que dan nombre al bar.

Los Altramuces. Campo del Príncipe

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La Tana

Pequeña y acogedora, esta taberna es imprescindible en toda ruta de tapas por Granada que se precie. ¿Motivos? Su estética tradicional, con bodegones de comida auténtica, radios antiguas y grifos escultóricos que, en conjunto, destilan un encanto único. Además, las tapas son de calidad (tomate aliñado con salchichón, guacamole con salchicha, sardinas con salmorejo, queso con uva, paté con miel de caña y fresa, morcilla con piñones...) y, sobre todo, porque gozan de una estupenda selección de vinos con más de 400 referencias e incluso cuentan con la 'sugerencia del mes'.

La Tana. Placeta del Agua, 3

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Los Diamantes

Aunque tienen tres establecimientos repartidos por la capital, tal vez sea éste el más emblemático, cuyo origen es de 1942. Está siempre hasta los topes de gente, por lo que hay que vérselas y deseárselas para poder hacerse un hueco. Pero no es misión imposible, damos fe, y la recompensa es alta. Sus tapas, especializadas en pescaíto frito son tan sabrosas como contundentes. Gambas fritas, pijotas, almejas, cazón en adobo, mejillones… Todo fresquísimo y delicioso.

Los Diamantes. Navas, 26

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La Antigualla

Solo si se tiene mucha hambre, de esa que no da para elegir, éste es el destino adecuado. Porque en este bar de estética medieval y ambiente muy juvenil, la tapa mejora con cada nueva ronda. Y, que conste que comienza con una rosca, casi un bocata, vamos. El resto, pinchos, hamburguesas... ideal para presupuestos ajustados.

La Antigualla. Elvira, 1

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