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Mora de Rubielos

Maravilla de piedra

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La bella sierra turolense de Gúdar esconde entre su escarpado terreno una maravilla en forma de pueblo. Su nombre es Mora de Rubielos y tiene en la piedra su seña de identidad. Cálida en verano y gélida en invierno, conserva entre sus hermosas calles y numerosos monumentos toda su esencia. La roca, presente en todos ellos, cruje al paso de unos pies que, helados, parecen ir solos. Varios portales marcan la ruta a seguir: de la vía de las Cruces al impresionante arco del Calvario de 1801; del portal de Cabra a la plaza de Las Monjas, por no hablar de la histórica puerta de Rubielos, la primera de la villa. El camino no se detiene ahí, ni mucho menos. La plaza de la Iglesia, con la enorme y preciosa Ex-Colegiata de Santa María, atravesada por la carretera, protege al gigantesco castillo que se encuentra a sus espaldas. De estilo gótico y conservado como el mejor de los vinos, se levanta sobre autóctonos y visitantes con una seguridad pasmosa. Antigua residencia de los Condes de Mora, es, con justicia, uno de los lugares más visitados del municipio que tiene en su gastronomía otro de sus principales atractivos. La trufa negra, deliciosa, y el jamón, funcionan como elixir perfecto antes de contemplar la plaza del Ayuntamiento, con dos destacados caserones: el de los Cortel de la Fuente del Olmo y el de García Arranz, y la Casa Consistorial del siglo XVII como bandera. Comienza a nevar con fuerza y las estaciones de esquí de Javalambre y Valdelinares esperan ansiosas. Habrá que complacerlas.  

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