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Lena

Un rincón entre montañas

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Acabamos de llegar, anochece en la pequeña localidad asturiana de Lena, un lugar, levantado entre montañas de castaños, al que le sienta bien la nieve. Frente a la chimenea de la casita rural podemos ver, así como escondida en el valle del rio, la sencilla belleza de la ermita de Santa Cristina de Lena, gran joya del municipio. Se hace de día y, como antiguos peregrinos, nos disponemos a adentrarnos en sus calles para conocer su gran patrimonio arquitectónico y natural. Ya desayunados, salimos a conocer la ciudad. Justo en frente del ayuntamiento nos llama la atención el espléndido patio del conocido como palacio de los marqueses de Regueral, un jardín repleto de flores, coronado por un árbol del amor, que bien merece una foto para guardar en nuestro recuerdo. Desde el pueblo, contemplamos las montañas, repletas de esquiadores surcando la nieve de Valgrande-Pajares, la estación de esquí más antigua de la cordillera cantábrica. Después de un día de deporte entre montañas, conocemos, desde dentro, la vida campestre del municipio gracias a “La Panerona”, museo etnográfico que recoge objetos como cuerdas hechas con crines de caballo o coladores de cuernos de vaca, que dan buena muestra de cómo vivían los antiguos lugareños. Y a Lena no solo le sienta bien el invierno, sino también la primavera. El fin de semana, tras la Pascua, Lena se engalana con colores vivos y silvestres en Las Fiestas de La Flor mientras los lenenses se visten con la montera picona y el chaleco y, el último día, celebran una comida a base de empañadas y bollos preñaos, acompañados de unos culines de sidra.