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Alcázar de San Juan

La (otra) patria de Cervantes

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Esta ciudad manchega puede hacer gala de ser muy singular por varias razones, si bien una de las más famosas es su capacidad para compaginar dos celebraciones muy diferentes. En las fechas más señaladas de diciembre, el centro de Alcázar de San Juan no sólo reciben al visitante con adornos navideños; los alcazareños salen a la calle disfrazados. Esta peculiaridad declarada de interés turístico regional hace que, cada año, los visitantes aprovechen para matar dos pájaros de un tiro y disfrutar de Navidad, Carnaval y Reyes a la vez. Singular pero sobre todo una sanísima inyección de naturaleza es su Complejo Lagunar, reserva natural de la biosfera de la UNESCO, con un trío de lagunas que representan muy bien el paisaje de la famosa Mancha Húmeda. Al otro extremo de la urbe y sobre el cerro de San Antón, algo más típico de la tierra que se pisa pero cuya visión no deja de maravillar: los molinos de viento. Uno de estos gigantes del Quijote es visitable para poder comprobar el funcionamiento del molino tradicional. Y siguiendo con la temática quijotesca en el casco urbano, el Museo Casa del Hidalgo permite conocer en profundidad el modo de vida de los hombres que inspiraron al gran Miguel de Cervantes en su obra, protagonista de otras de las singularidades de la localidad: se dice que nació en Alcázar, tal como asegura la partida de bautismo encontrada en la Parroquia de Santa María la Mayor. En torno a ella se alzan las piezas del tesoro de su legado medieval, el Conjunto Palacial del Gran Prior, formada por el torreón del Gran Prior, el Cubillo y la antigua Capilla de San Juan Bautista. Y si el enigma sobre el origen de Cervantes inquieta al viajero, mejor reflexionar sobre el asunto con un caldo DO La Mancha en la mano.

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